Autor: Agustin Fest
La transmutación de Shakespeare, la traducción del oyente / La escuela de los opiliones
Mi relación con Shakespeare es un poco extraña. Es cierto que alguna vez estudié letras inglesas; tuve que leerlo, escucharlo en voz de Alfredo Michel …
Apuntes de un creador independiente / La escuela de los opiliones
En las comunidades de videojuegos es muy importante especificar que eres independiente (y tienes tu propia habitación -sin intervención de mamá-, te compras tus propios …
Nadie nos heredó el futuro / La escuela de los opiliones
Alcanzar las 400 partes por millón de CO2 en la atmósfera, según uno de los científicos, era cuestión de tiempo. La humanidad se empeñó en …
Los nombres son el inicio del alma / La escuela de los opiliones
Hace unas noches, leí un par de cuentos de hadas rusos porque planeo unas futuras traducciones. En estos cuentos, el protagonista, el más enclenque de …
¿Perdimos? / La escuela de los opiliones
La mayoría de las veces, si alguna vez salgo de mi cueva y por accidente me encuentro con otros machos de mi especie, y el …
La noche está perdida / La escuela de los opiliones
Durante estos días, he leído tantas opiniones, críticas y juicios variadillos en contra de los marchistas blancos, los mismos que inventaron algo llamado “la familia …
Mezcal y cigarros para nuestros amantes y nuestros hermanos / La escuela de los opiliones
Por alguna extraña razón, en México, en vez de seguir de luto por Juan Gabriel, patear los restos de Nicolás Alvarado o de marchar …
Nuevas reglas para el Purgatorio / La escuela de los opiliones
Esta semana, mientras corría porque yo sólo escribo cuando escribo de correr, pensaba en el Purgatorio. ¿Por qué? ¿Será porque fui fumador muchos años y …
Correr, huir de la muerte, para principiantes / La escuela de los opiliones
En un episodio de BoJack Horseman, quizás era un final de temporada, el caballo fumador y alcohólico corre, suda, tose en una calle empinada. …
La construcción de la infancia / La escuela de los opiliones
Una muchacha de playera verde y nalgas firmes me abrió la puerta. Recuerdo la forma ridículamente joven, tímida: piernas largas y el pequeño y redondo …
Las noches secuestradas / La escuela de los opiliones
Extraño, esta tarde, ciertas noches secuestradas por el ritmo inexorable de un libro. Cuando era más joven, y no sé por qué se me …
Escritura e inicio, movimiento, extrañeza / La escuela de los opiliones
Todavía pienso que para escribir algo memorable, hay que ser sincero. Y la sinceridad, así lo he descubierto, tiene que buscarse a lo largo …
Crecer es crecer es crecer / La escuela de los opiliones
Hago lo que hasta hace unas décadas era impensable: escribo esta columna mientras paseo al perro. Audífonos al oído, mano izquierda y ojos en el …
La historia de sus vidas / La escuela de los opiliones
El siguiente libro en mi cajón es Stories of Your Life and Others de Ted Chiang. Muchos amigos lo recomendaron efusivamente y aunque había leído …
Un momento de cariño de la muchacha que parece muchacho / La escuela de los opiliones
Podría hablar de otras cosas en este muro de los lamentos, pues hay muchos temas muy sabrosos que andan como papalotes en el aire. …
La satírica guardará nuestro buen nombre / La escuela de los opiliones
El mundo no enloqueció en una o dos semanas, sino que ha enloquecido gradualmente, como sucede en una buena novela. Las señales están ahí (dice …
Un momento de crítica / La escuela de los opiliones
Continúo la lectura del best-seller tristón y decepcionante porque, bueno, soy necio para esas cosas. Una vez que empiezo algo, soy de esos nefastos que …
Los frutos del minotauro / La escuela de los opiliones
En mis ratos libres (iba a poner libros, como poeta funky que juega con la lírica de las palabras y las coincidencias, pero todavía me …
La felicidad está en el algoritmo / La escuela de los opiliones
No soy un usuario muy activo de Facebook. Soy pasivo, más bien, porque me gusta ver las notas y actualizarme un poco en cuanto a …
Felicidad de un perro ciego / La escuela de los opiliones
El perro, sabiéndose viejo y cansado, me sigue despacio a todas partes y ladra débilmente para que lo suba a mi regazo: en el …
Los arbolados / La escuela de los opiliones
Orfeo en el Inframundo de Offenbach. Al final, si uno es picosito, puede meter las siguientes palabras: “Mira cómo se me estira que parece liga”. …
Perros que no son perros lloran a cohetes que no son cohetes / La escuela de los opiliones
El novio de mi vecina, la que coge recio, está llorando como si fuera un perro cuando truenan los cohetes pero oyéndolos bien, en realidad, …
Pobre hombre, pobre zorro / La escuela de los opiliones
Leo otro viejo best-seller que se llama Hombre rico, hombre pobre el cual no está nada mal. En esta ocasión, estoy navegando en los pobres …
El enojo, el árbol, la vida / La escuela de los opiliones
Creo que uno de mis cactos, uno de los muchos que compro para tener plantas y descuidarlas, y de repente recordarlas, y verlas vivas, creo …
Tierra de nadie / La escuela de los opiliones
En la antigua y honorable República de Cojime, mientras el presidente le enseñaba a su esposa a jugar a los carritos con un puñado de …
Tres peticiones y un capricho / La escuela de los opiliones
Una persona, a través de Twitter, me pidió que hablara de Tierra Blanca en mi columna. Esa persona no lo sabe, o quizás sí, …
Los jueces / La escuela de los opiliones
Una de las grandes frases de este sexenio, si no me equivoco, es: “hemos devuelto la confianza en nuestras instituciones”. Casi puedo escucharla. Y también …
