La incertidumbre con la que inició el 2014 es tal que muy pocos son los que realmente se atreven a pronosticar buenos tiempos para los mexicanos en los próximos días y años.
El progreso difícilmente tocará a nuestra puerta, los costos de los energéticos no bajarán, por el contrario, la gasolina y la electricidad aumentarán. Los impuestos a pagar son mucho más, la carga burocrática se acrecentó, el control gubernamental también así como la facilidad para castigar a quien se considere fuera del régimen está latente.
A consejo de expertos, este no es un año propicio para iniciar con negocios, ni para echar a andar esas ideas emprendedoras.
Me llamó mucho la atención observar una infografía circulando por redes sociales en las que se indica que en varios países del mundo, incluido México, hay latentes posibilidades de crisis: económicas, laborales, sociales, educativas y de seguridad. El ambiente es complicado, dirían “el horno no está para bollos”.
Entre todos los posibles afectados, que a decir verdad somos el 90% de la población que no percibimos salarios exorbitantes y que no estamos dentro de las negociaciones que se verán beneficiadas por los acuerdos multimillonarios que se plantean en las Reformas estructurales; el sector poblacional que tendrá el mayor impacto negativo durante este 2014, será el de los jóvenes.
La falta de una visión y entendimiento, además de la poca o nula empatía al respecto de la compleja problemática que este sector social enfrenta en campos como lo son el educativo, el social y laboral; aunado con su constante crecimiento demográfico, son el caldo de cultivo para algo grave con consecuencias terribles para la mayoría de ellos, sobre todo para los que se encuentran en condición de marginación.
Desde hace 30 años, a principios de los noventas, los jóvenes ya representaban la tercera parte de la población nacional total, el número crece y para el 2020, por ejemplo se espera que este segmento social rebase los 40 millones de habitantes. Para atender sus requerimientos sociales, simplemente no se contempla en las políticas sociales y educativas una adecuada articulación y mucho menos se establecen objetivos, ni recursos o estrategias que permitan asegurar que la desatención y la falta de oportunidades que padecen vayan a cambiar de forma importante.
Para ellos todo va a seguir igual o peor durante 2014 y muy probablemente hasta el fin de este sexenio.
Por ejemplo, en la reciente reforma educativa planteada el año pasado se mantiene la misma idea, a mi parecer errónea, donde establece que el énfasis de la política educativa pública, se queda en sólo proponer una mejora a la calidad de la educación y no en lograr una mayor cobertura en ampliación de oportunidades de acceso.
Se debe buscar que los alumnos permanezcan y tengan la capacidad de egresar de las escuelas, evitar la deserción. Es importante puesto que eso ayudará a que más jóvenes tengan la oportunidad de obtener competencias y capacidades de cara al futuro, además de que sabemos eso representa tener más gente ocupada educándose y menos gente en las calles.
Se debe hacer todo lo posible para que lo jóvenes puedan adquirir los conocimientos y la práctica que también les ayude a insertarse en el mercado laboral. El sistema ha sido el mismo durante años y con la reforma no se ha modificado, lo que cambió fue la parte administrativa, como ejercer presión sobre los docentes y los mismos planteles y no tanto cómo mejorar las oportunidades de los estudiantes.
En el aspecto económico sabemos, que la situación es por demás compleja, con el reajuste de impuestos, la escalada de precios se ha convertido en un alud que incluso para quienes gozan de empleo, resulta por demás complicado sortear. El poder adquisitivo se ha desplomado, con un aumento equivalente a 2.54 pesos en el salario mínimo, es decir menos del 5%, comparado con un descomunal aumento global en impuestos y precios; no hay sueldo (en caso de tenerlo) que soporte. Más aún cuando se es joven y simplemente no se tiene opción de ingreso fijo.
¿Crear un negocio? ¿Emprender?
Imposible, la carga tributaria simplemente pulveriza toda buena intención, la burocratización liquida intenciones y hasta el más optimista sabe que estos no son tiempos de andar emprendiendo.
Sin una radical inserción y atención de miles de jóvenes en programas educativos y culturales, sin la construcción de espacios escolares y sociales que comprendan y construyan alternativas desde sus particulares demandas y requerimientos, sin una propuesta de inserción laboral adecuada y sostenida, este año que comienza seguirá ofreciendo muy poco a la juventud del país.
El 2014 será un mal años para todos, pero considero muy en especial para los jóvenes, quienes verán mermadas sus oportunidades de cara al futuro. Las esperanzas situadas en un Gobierno Federal de progreso, como se prometió que sería, han ido desapareciendo en poco tiempo. Hubo sexenios que tomaron más tiempo para desalentar a los ciudadanos. Este lo ha logrado en un tiempo récord.
Lo que pasó con las Reformas planteadas no tendrá sólo un costo político como ellos lo quieren ver, esto no sólo determina si votas o no en la próxima oportunidad por un color u otro. Las consecuencias de un Gobierno Federal de ocurrencias generan la desestabilidad social que estamos viviendo.
El porvenir no me resulta halagador y, ¿a usted?