Homenaje para el escritor Álvaro Mutis - LJA Aguascalientes
20/11/2024

  • Durante el Primer Festival Luces de Invierno se realizó el coloquio Lectura comentada en homenaje al colombiano
  • Participan los escritores Francisco Hinojosa, Juan Villoro y Phillipe Ollé Laprune

 

Un hombre generoso, inteligente, gran conversador, humilde, excelente amigo y sensible fueron las expresiones utilizadas por los escritores Francisco Hinojosa, Juan Villoro y Phillipe Ollé Laprune, amigos del poeta colombiano, durante el coloquio Lectura comentada en homenaje a Álvaro Mutis.

El Aula Magna del Centro Nacional de las Artes fue sede de la charla realizada este domingo 15 de diciembre en el Primer Festival Luces de Invierno. El acto fue moderado por el ensayista, poeta, periodista y editor José María Espinasa.

Phillipe Ollé Laprune destacó la importancia del homenaje porque celebra y recuerda al poeta colombiano y brinda la oportunidad de que el público conozca anécdotas conmovedoras sucedidas entre ambos escritores.

“Mi intervención se podría llamar mi vida con Álvaro Mutis o cómo fue que lo conocí. Me gusta pensar que soy la única persona en el mundo que le decía ‘mi presidente’ porque soy director de La Casa Refugio Citlaltépetl, la cual presidía Álvaro Mutis, desde que se fundó en septiembre de 1999”.

Recordó que los momentos más entrañables que vivió con Álvaro Mutis fueron las charlas, siempre cálidas, sobre la historia de Francia.

“Álvaro dijo una vez: ‘yo soy un pesimista fundamental, pero una vez que acepto este pesimismo creo que hay que hacerlo bien’. Esta es la gran lección que Álvaro me dejó, sentir este pequeño pesimismo que para mí es más un motivo de risa”.

Para concluir su intervención, el autor de Desorden aparente, leyó Exilio, poema de Álvaro Mutis.

Francisco Hinojosa, autor mexicano del clásico de literatura infantil La peor señora del mundo, describió a Álvaro Mutis como hombre generoso, inteligente, gran conversador, humilde y sensible.


“Cuando se cumplieron 40 años de que don Álvaro llegó a México, decidimos hacerle un homenaje para retribuir la gran amistad que Álvaro había prodigado a este mundo mexicano y cuando empezamos a buscar a sus amigos nos dimos cuenta que salían por todos lados”.

Mencionó que hace tres años sintió una gran tristeza porque Álvaro Mutis por un momento no lo reconoció, “pero después de platicar un rato, nos volvimos a conectar, volvimos a ser amigos y a tener una buena conversación”.

Su intervención concluyó con la lectura de un fragmento de Crónica de un encuentro con Maqroll el Gaviero, texto de Enrique Molina dedicado a Álvaro Mutis.

Juan Villoro, destacado narrador mexicano, leyó su texto Mutis: la poética del descalabro, puntualizó que la literatura de Álvaro Mutis era una obra maestra y que su vida representó un triunfo de la felicidad.

“Era un amigo que se distraía de sus propios asuntos para distraer a los demás, un conversador que conmovía hasta las lágrimas, un gourmet que describía los martinis gigantes que probó en Chicago, un hombre con el arte de hacer que otros se la pasaran bien, con un épico sentido del afecto…”

El literato añadió que a Álvaro: “su inconformidad, que venía de muy lejos, le permitía entender nuevas formas de la discrepancia. Con una generosidad que a otros les parecería suicida, era capaz de prescindir de sus poemas para leer los de los otros”.

Detalló que la literatura de Álvaro Mutis es la mentira que se vuelve verdad al ser escrita.

“Lo recuerdo describiendo nubes, contando chismes, recitando versos ajenos, siempre ajenos. Ya inolvidable Álvaro Mutis ha emprendido una última travesía, pero no hay viaje sin regreso, una y otra vez su voz llega a nosotros y resuena. Álvaro Mutis no se ha ido, volvió a tierra, su legado es el mar”.

La participación de Juan Villoro concluyó con la lectura de un fragmento del libro de Álvaro Mutis, Amirbar.

Para finalizar el homenaje a Álvaro Mutis, José María Espinasa leyó el poema Señal del poeta colombiano, cuyo último párrafo dice:

Van a cerrar el parque y la infancia de días impasibles y asoleados se perderá para siempre en la irrescatable tiniebla. He alzado un brazo para impedirlo, ahora, más tarde, cuando ya nada puede hacerse, intento llamar y una gasa general me ahoga todo sonido no dejando otra vida que esta que cada día, usada y ajena, a la tensa vigilia de los años.
Con información de Conaculta


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