Hay algo que no termina de gustarme de las películas basadas en hechos reales, sobre todo si estos fueron muy publicitados o dados a conocer ampliamente, ya sea por los medios de comunicación o por los libros de historia, y la sensación se pone peor cuando intentan convertir la cinta en un thriller. En mi opinión, existe algo anti climático al respecto, pues nunca acabo por sentirme del todo capturada ni por la historia, ni por los esfuerzos del director por construir el suspenso. Y -aunque no sea la tendencia de la mayoría de los críticos de cine decir esto—-eso fue exactamente lo que me pasó con Capitán Phillips, al parecer fui incapaz de hacer clic con este aclamadísimo largometraje.
Y miren que a mi parecer el hecho de que Paul Greengrass fuera el director de este filme era prácticamente garantizar tanto el suspenso como el ritmo, pero desafortunadamente, creo que por momentos ha de haber abandonado la filmación o la edición, pues la película fluye a tropezones y a empujones por largos lapsos de tiempo.
Como ejemplo está la inocua secuencia con la que abre la película en la que por 15 o 20 minutos somos testigos de cómo Phillips prepara su maleta, revisa su itinerario, viaja al aeropuerto platicando con su esposa sobre sus hijos y se despide de ella; sé que la intención era que los espectadores nos identificáramos con el capitán de manera que nos estrujara el corazón el aspecto humano cuando le empezaran a ir las cosas mal. Pero la verdad, es que toda la secuencia está de más pues el hecho de que el actor que interpreta a Phillips sea Tom Hanks era suficiente para lograr la empatía con el público.
Luego Greengrass nos presenta con las mismas anodinas escenas pero ahora del lado de los piratas somalíes, me daban ganas de gritarle “¡son humanos ya entendimos!”, aunque lo cierto es que no hubiera servido de mucho.
Después de casi una hora, la cosa empieza a ponerse buena, aparecen con más frecuencia las tomas “al hombro” que caracterizaron a las dos versiones de Bourne que dirigió Greengrass, las ediciones dinámicas y el apoyo de una muy buena música que marca el ritmo de la cinta y de nuestro corazón, y de pronto, otra pausa, escenas larguísimas en las que no pasa nada, en la que el sentimiento es de desesperación, no porque estemos capturados por la historia, sino porque no contamos con un control remoto que adelante la película en la sala.
Esta dinámica se repite un par de veces más a lo largo de la película, hasta que al fin, llegan esos últimos 20 minutos fantásticos previos al desenlace, fantásticos no porque la cosa se ponga buenísima, sino porque ahora sí estamos seguros de que este largometraje está a punto de acabar.
La película cuenta la historia del barco mercantil Maersk Alabama, de su capitán y tripulación quienes tenían la encomienda de llevar su carga de Omán a Somalia, a través de aguas infestadas de piratas.
Al principio la situación a bordo es tensa pero tolerable, todos los marineros saben lo que se les espera y están preparados para actuar en caso de contingencia. Poco después de terminado un simulacro de ataque, la tripulación se ve enfrentada a uno real, y, a pesar de que hacen todo de la manera adecuada, son abordados por cuatro piratas somalíes, armados y decididos a sacar ventaja del barco capturado.
La tripulación se defiende, a pesar de no estar armados, y utilizan tácticas de guerrillas para deshabilitar la embarcación y hasta para hacerse de un rehén que piensan intercambiar por su capitán.
Las cosas no van como se espera y los piratas escapan en el bote salvavidas del Alabama llevándose con ellos al capitán Phillips, al que piensan utilizar para conseguir 10 millones de dólares. Sin embargo, la marina norteamericana no vio con buenos ojos la captura de un barco protegido con su bandera y el secuestro de uno de los suyos y, están dispuestos a hacer lo que sea necesario para evitar que los piratas se salgan con la suya.
Ustedes creerían que con toda la tensión creada por la situación, los cuatro piratas atrapados con su rehén en un diminuto bote, la presencia de la marina norteamericana, la llegada al rescate de dos equipos de SEALs, dos helicópteros y la existencia de numerosas armas de alto poder, íbamos a tener cuando menos una muy buena escena de acción ¿verdad? Pues no, aquí también nos quedó a deber el director, quizás por apegarse a lo que en realidad pasó, pero, finalmente es Hollywood y habernos aguantado dos horas y cuarto de película nos daba derecho a algo más que tres balazos, ¿no creen?
Para ser honestos, el principal problema que tuve con Capitán Phillips fue que los hechos en los que está basada tienen muy poco tiempo de haber ocurrido -apenas en 1999-, así que me tocó estar al pendiente, en primera fila, en los noticieros, de lo que estaba sucediendo con el capitán del Alabama y los “malvados” piratas que lo retenían, así que, a pesar de las estupendas actuaciones de los dos protagonistas -y vaya que son maravillosas-, no me fue posible olvidar las caras de los verdaderos Phillips y Muse y eso nunca es bueno para una película.
Productor: Scott Rudin, Dana Brunetti y Michael De Luca; Director: Paul Greengrass; Guión: Billy Ray, basado en el libro de Richard Phillips y Stephan Talty; Fotografía: Barry Ackroyd; Edición: Christopher Rouse; Música: Henry Jackman; Elenco: Tom Hanks, Barkhad Abdi, Barkhad Abdirahman, Faysal Ahmed, Mahat M. Ali, Michael Chernus, Corey Johnson, Max Martini, Chris Mulkey, Yul Vazquez, David Warshofsky y Catherine Keener.