El balance del estado que guarda la administración pública estatal del gobierno de José Carlos Lozano de la Torre se puede sintetizar fácilmente en estas sencillas palabras a la manera del escritor estadounidense Mark Twain: mentiras, malditas mentiras y estadísticas. Estas clases de mentiras envolvieron su anacrónico, petulante, faraónico y mentiroso Tercer Informe de Gobierno cuyos ejes temáticos relacionados con el progreso económico, humanización de la justicia, gobierno eficiente, bienestar social, educación de calidad y medio ambiente se convirtieron en cifras tan alegres como las francachelas que gusta organizar con cargo al erario público cada vez que sus indicadores personales de euforia y frenesí se lo señalan. El Teatro Aguascalientes, se vistió de rojo y no precisamente por la marea de funcionarios públicos del PRI que fueron invitados, sino por el color de las butacas que Lozano de la Torre estrenó desde su Segundo Informe que reemplazaron los 1650 asientos azules una vez consumada la imposición de Enrique Peña Nieto. El escenario de la extravagancia propagandística quedó montado para presenciar el show del Progreso para Todos llevado al paroxismo mediático de cifras lanzadas impunemente con fines publicitarios como si de promocionar productos milagro se tratara. Si comparamos la perspectiva estadística del estado de Aguascalientes que el INEGI publicó en diciembre de 2012 con las cuentas alegres de Lozano de la Torre, podemos medir claramente el tamaño de sus mentiras y revelar la verdad con un análisis global de carácter estadístico, conceptual y metodológico respecto a la magnitud, composición y distribución de los hechos sociodemográficos y económicos contenidos en su Tercer Informe. El ejercicio del gasto público no necesariamente le significan al estado un mejor desempeño de su economía, productividad, competitividad o un ascenso en los niveles de bienestar de la población. Los 36 mil nuevos empleos que el ejecutivo estatal dice haber generado a la mitad del camino sólo existen en la aritmética virtual, no pitagórica, de un gobernante megalómano perturbado por su delirante imaginación. Según datos oficiales del IMSS, en Tabasco y Baja California Sur, que no cuentan con fábricas automotrices, se crearon más empleos que en Aguascalientes. El gobernador del estado inventó tantos puestos de trabajo en su administración como visitantes a la Feria de San Marcos cuyo número alcanzó los 24 millones de feriantes en 3 años, superando la verbena abrileña de Sevilla, España que anualmente es visitada por 1 millón 120 mil personas de acuerdo a un estudio realizado por la Universidad Hispalense. No cabe duda que todo en el actual gobierno es mágico y no lógico. Se habla de la cultura de la legalidad y 477 millones de pesos no bastaron para “humanizar la justicia” en una entidad donde la tortura se ha transformado en una política pública en la que no existe ningún tipo de consenso en la construcción del derecho por la inequidad en la aplicación de la ley y la accesibilidad a la justicia que los poderes fácticos condicionan a su antojo. En Aguascalientes, las decisiones trascendentales de los poderes legislativo y judicial no se toman sin el consentimiento del ejecutivo estatal quien goza de poderes especiales para consultar extasiado su propio oráculo donde sus aprensiones, arrebatos, caprichos, obsesiones, rencores y terquedades se transforman en Progreso para Todos. Anunciar la entrega de 36 millones de apoyos alimentarios vía DIF convierte a Lozano de la Torre en el más temible caballero en la Cruzada Nacional Contra el Hambre del programa insigne del gobierno de la república. Sólo él puede construir un estado verde y combatir el cambio climático con el simple hecho de rodar 50 automóviles eléctricos en la ciudad y colocar 5 mil calentadores solares; sólo él, puede lograr que Aguascalientes sea referencia nacional y mundial por la cobertura gratuita de Internet en plazas y escuelas públicas aunque el 90% de los alumnos no logre conectarse ni tenga computadora; sólo él puede construir y modernizar una infraestructura deportiva con clase mundial para preparar a los próximos medallistas olímpicos que México reclama, sin importar el deplorable estado en el que se encuentran los tableros de las canchas de básquetbol de la Casa del Adolescente del DIF ubicado en el centro de educación ambiental, cultural y recreativo El Cedazo. Cualquier gobernante medianamente sensato que en verdad esté enterado del acontecer mundial no deposita a ciegas su confianza en calificadoras de riesgo o agencias de rating como las que el gobierno de Aguascalientes contrató para valorar los riesgos en su deuda pública que en 10 años creció como nunca en su historia. Sólo resta saber si la oposición en el Congreso del estado asumirá sus funciones constitucionales y exigirá investigar los actos, omisiones, irregularidades y conductas ilícitas en el ingreso, egreso, recaudación, administración, manejo, custodia y aplicación de fondos y recursos federales que el fiscal anticorrupción, Arturo Solano López, testaferro del encargado de la Secretaría de Finanzas del gobierno del estado, maquilla a placer en beneficio del “júnior” de palacio mayor conocido como El Winchester por el 30-30 de comisiones cobradas por las licitaciones del sector salud que el titular del órgano superior de fiscalización conoce de sobra junto con otras “recaudaciones especiales” que funcionarios públicos le entregan religiosamente a José Carlos Lozano Rivera Río. No es casualidad que la pasada Legislatura votara en contra la iniciativa de reforma que presenté como diputada para crear en el órgano superior de fiscalización una unidad de auditoría forense con la que cuenta ya la auditoría superior de la federación. Tampoco extraña que hoy el PRI controle absolutamente la comisión de vigilancia del órgano superior de fiscalización., dejando fuera a quienes pudieran exigir transparencia y rendición de cuentas en el ejercicio del gasto público. La peor desgracia que puede sufrir un pueblo no es la opacidad o la rapiña de su gobierno sino la megalomanía de sus gobernantes, enfermedad para la cual no existe tratamiento psiquiátrico, psicológico, farmacológico, hipnótico, quirúrgico, clínico, de medicina alternativa o de magia que pueda sanarla. No cabe duda que el Tercer Informe de Gobierno del “Santo Señor del Progreso” será considerado, más temprano que tarde, por obra y gracia de la deuda pública e inversión extranjera, en patrimonio intangible de Aguascalientes.