Que olviden el desfile, que desaparezca el recuerdo, que mueran las tradiciones. Que deje de ser invocada la Revolución, que desaparezca su rastro. Que todo lo que tiene que ver con esa etapa de México, simplemente pase a ser parte de un cajón, uno donde se deja lo que ya no sirve, lo que se pretende relegar hasta el momento en que nadie más hable de ello.
Después de varias décadas de celebrar la Revolución Mexicana, en el día 20 de noviembre con un desfile, este año no habrá. Ni siquiera se suspende dicen, puesto que en realidad, no se tenía previsto, aseguró la Secretaría de Gobernación.
Y vaya que quiero entender el motivo por el cual simplemente se tomó la decisión de no hacer un desfile. No se hace porque es un festejo anacrónico que en esta época ya no representa nada. Que los últimos caudillos de la Revolución ya no existen, que no haya quien lo extrañe al desfile. Que ver caminar y de vez en cuando observar a los deportistas o chiquillos de escuelas hacer algunas piruetas o suertes habilidosas simplemente ya no tiene importancia. Que sale muy caro en relación costo-beneficio. Todo eso pasó por mi mente cuando busqué la explicación más adecuada que alguien habría dado para sencillamente no tomarse la molestia de organizar el desfile del 20 de noviembre.
Prácticamente en todo el mundo se celebran desfiles en conmemoración de batallas ganadas o sucesos que marcan la historia de una nación. Se rinden reconocimientos a los héroes patrios y a los momentos decisivos, así pues los días 14 de julio en Francia se realiza el desfile por la toma de la Bastilla; el 9 de mayo en Rusia se celebra con un desfile el Día de la Victoria; en Chile el 21 de mayo se conmemora el Día de las Glorias Navales, y así en cada país seguro encontraremos algún desfile con la idea clara de recordar a los personajes. Es lo menos que una nación puede hacer por su historia y por la memoria de sus personas.
En un breve recuento hecho y sin la intención de autoproclamarme como historiador. De acuerdo a la información del Instituto Nacional de Estudios Históricos de la Revolución Mexicana, fue en 1917 cuando por primera vez se realizó en la Ciudad de México una manifestación masiva para conmemorar el 20 de noviembre, organizado por agrupaciones políticas.
Fue hasta 1936 cuando el entonces presidente Lázaro Cárdenas (sí, el mismo al que el Gobierno actual hace referencia para defender su Reforma Energética, particularmente en el apartado petrolero), aprobó un decreto para establecer el 20 de noviembre como fiesta nacional, que incluye el desfile deportivo, y se realizó de manera ininterrumpida durante décadas (curioso que para unas cosas sí y otras ni se acuerdan de su historia). Es menester mencionarlo, puesto que en nombre llevan el origen y es que el gobierno priísta aprovechó el festejo para convencer que su identidad se relacionaba con los beneficios que buscó la Revolución.
También, de acuerdo con la historia del desfile de la Revolución, en 2006 el entonces presidente Vicente Fox canceló la festividad simplemente por considerarlo ajeno a lo que su gobierno representaba. La segunda ocasión que fue cancelado, fue precisamente al siguiente año, 2007, en el primero de Felipe Calderón que mantuvo la idea panista ajena a la Revolución y sus preceptos.
Sin embargo, los años posteriores se regularizó el desfile y al recordar a los gobernantes panistas, no es que ellos demostraran un gran entusiasmo al participar en la celebración, pero eran, digamos: respetuosos. En sí, el desfile no dejó de ocurrir. Incluso para 2010 recordamos las celebraciones preparadas para el celebrar los cien años la Revolución Mexicana.
Al final, este miércoles 20 de noviembre de 2013, no habrá desfile. Como si se pretendiera olvidar a la Revolución. Ignoro si una de las principales acciones del Partido Revolucionario, una vez que regresó al Poder Ejecutivo, es olvidar su origen. Curioso también que en el Distrito Federal, sede del evento y ciudad gobernada por otro partido que lleva a la Revolución en su nombre (Democrática, en este caso), simplemente no se haga nada por rescatar sus preceptos históricos.
Que el motivo de no hacer el desfile se deba a la simple falta de tiempo para organizarlo o a la no consideración para llevarlo a cabo, es una falta de respeto a nuestra historia, y permitir que pase inadvertido, es solapar que en años venideros se siga haciendo lo mismo.
Que cambien el desfile por condecoraciones militares y discursos que seguro ni siquiera alcanzarán el nivel de frases célebres es verdaderamente inadecuado. Algo irreemplazable se está perdiendo. A la Revolución México le debe, si quiere, las instituciones que hoy tiene.
Si la idea de no hacer el desfile es para dejar atrás los pasillos besamanos, las falsas vanaglorias, las muestras multitudinarias de forzada aceptación, estoy de acuerdo. Si lo que se busca es insertar a México de lleno en las formas del siglo XXI, doy mi voto de confianza; pero si el desfile se dejó de hacer porque se le teme al hecho de recibir quejas y manifestaciones de improviso, críticas que digan que las cosas no se están haciendo bien, entonces simplemente creo que no se tiene la capacidad de gobernar democráticamente, de la misma forma que no se tenía hace más de 100 años y por eso pasó, lo que pasó.