No deja de sorprender en los tiempos corrientes que las caminatas de “zombis”, convocadas con motivo del reciente halloween en varias ciudades de México, atraigan más gente que las marchas o concentraciones políticas de cualquier índole. Tal vez, y solo tal vez, sea porque una gran parte de los ciudadanos y de la población en general tenemos una gran necesidad insatisfecha de distraernos con cualquier cosa, lo que nos convierte en espectadores y participantes acríticos de la realidad.
Así, hoy en día son esencialmente tres pantallas las que rigen toda nuestra vida: televisión, computadora y “esmarfon”.
Luego está el tema del llamado “cuarto poder”, los medios masivos, que nos dicen qué comprar, cómo vestir, qué comer y qué pensar.
Adicionalmente, hoy tenemos un “quinto poder” evidente: internet y las redes sociales, que disputan espacio a la televisión y a la radio. Sólo Google, por ejemplo, capta hoy más audiencia que todos los periódicos del mundo juntos, con la diferencia de que en internet las ideas circulan horizontalmente y no de arriba hacia abajo como en los medios de comunicación tradicionales, y que lo hacen además de manera vertiginosa.
Y es precisamente en las redes sociales donde se popularizan a la velocidad del rayo fotos o imágenes digitalizadas que se acompañan con un texto o mensaje. A estas postales virtuales se les ha dado en llamar popularmente como “memes”, término que se atribuye al científico británico Richard Dawkins, y quien define a los “memes” como “unidades de difusión cultural”, pues su encadenamiento, al modo del ADN, va construyendo nuestra identidad y nuestro comportamiento social.
En el caso mexicano, el machismo exacerbado y el racismo ancestral son un rasgo cultural que se ha transmitido intergeneracionalmente (véase si no el reciente y nuevo escándalo de la compañía Aeroméxico, la misma que excluye de sus castings a personas “morenas”, y que el otro día se dio el lujo de no permitir el abordaje a uno de sus vuelos a 7 indígenas oaxaqueños sólo por su apariencia y atuendo). De modo que en la lucha contra los prejuicios, sean raciales, políticos, religiosos o sexuales, parece que los famosos “memes” pueden funcionar como una especie de virus en la mente, que impiden a las sociedades avanzar y evolucionar hacia la equidad y el combate contra los prejuicios sociales.
De manera que más nos vale tomar con las debidas reservas esos mensajes en forma de “memes” en las redes sociales, porque bien pueden funcionar para apuntalar formas sociales que brillen por su exclusión y atraso.
Y más allá de la paranoia propia de la incertidumbre ante el uso de las nuevas tecnologías, habrá que empezar a tomar con reserva las ideas propagadas por redes sociales, tal como no podemos fiarnos de todo lo que nos dice cualquier desconocido en la vida real, evitando así que los famosos “memes”, a la manera de la propaganda y los eslóganes modernos, se conviertan en maestros o en amos de nuestras emociones.
@efpasillas