Visualice la imagen de una reunión entre antagónicos de un conflicto, todos sentados a la mesa, la sociedad observa los hechos a través de los medios. Uno de los participantes tiene algo en la mano y de manera discreta la esconde bajo el mueble como si quisiera pasar lo que tiene escondido a alguien más, ¿qué pensaría usted?
Al parecer algo así está pasando con el conflicto magisterial, sí estimado lector, aquel que acapara la atención desde hace más de dos meses y que ha sumado 22 Estados de la República.
Al inicio de dicho conflicto el señor Presidente de todos los mexicanos dijo que no iban a bajar la guardia con esto de la reforma educativa; para los maestros inconformes fue como la declaratoria de guerra.
Y así nos arrancamos, hemos vivido y padecido ese “estire y afloje” entre ambas partes sin llegar al parecer a un acuerdo.
Nuevamente con la bandera del Pacto por México, el gobierno federal se aferra a cumplir con cabalidad lo que dice el documento, casi como si fuera un plan de desarrollo o la carta magna, los expertos en educación que trabajan para el gobierno dicen que se debe “aumentar la calidad de la educación básica que se refleje en mejores resultados en las evaluaciones internacionales como PISA. Aumentar la matrícula y mejorar la calidad en los sistemas de educación media superior y superior. Y que el Estado mexicano recupere la rectoría del sistema educativo nacional, manteniendo el principio de laicidad.”
Los docentes dicen que NO, a decir verdad la sociedad casi nunca está de acuerdo con lo que propone el gobierno y reacciona con protestas a nivel nacional, algunas pacíficas, otras no tanto.
Pero en esta ocasión, y después de la nota de ayer donde dice que “México, sin talento para crecer; faltan profesionales especializados”, cobra interés y congruencia el pedir docentes calificados, bien preparados y comprometidos. Se pretende aplicarles un examen, tendrán tres oportunidades para acreditarlo si no “cuello”. Conmovedor ese paternalismo, en las escuelas y colegios los exámenes sólo se presentan una vez, en caso de reprobarlo lo mandan a usted directo al extraordinario.
La herencia de plazas (a personas sin vocación magisterial) y el alto índice de “aviadores” hicieron de la reforma algo necesario, agréguele que el 90% del presupuesto destinado al sector educativo se utiliza para pagar sueldos a los profesores sin tener un patrón exacto de cuántos docentes son, cuántos están frente a grupo, más lo que se encuentran comisionados por el sindicato en otras diligencias.
Antes estos planteamientos (que no son todos), la reforma educativa gana terrero en la opinión pública pero, de pronto, alguien filtra información y corre por todos lados la versión de un supuesto arreglo a manera discreta entre los involucrados, ¿será posible esto?
Corre la versión que el pasado 5 de noviembre de 2013 la Secretaría de Gobernación (SEGOG) y la Coordinadora Nacional de Trabajadores del Estado (CNTE) firmaron un documento de negociación, donde al parecer se cancelarán las consecuencias de la evaluación a los docentes, es decir, aunque se vaya al “extra” usted le sigue chambeando aunque sus estudiantes anden medio mal. Así que “ningún maestro que se encuentre en servicio podrá ser despedido como consecuencia de un mal resultado en las evaluaciones”, según documento publicado el 8 de noviembre por el diario El País de España.
Aun no hay una postura con relación al tema por parte del gobierno federal y se desconoce (de manera oficial) cómo es que los medios se hicieron del documento, eso ocasiona una oleada de especulaciones que deja mal paradas a las autoridades.
Poder, poder, poder, no importa que la reforma educativa haya sido aprobada, en México siempre encontraremos la manera de “echarnos para atrás” cuando las cosas no convienen a ciertos sectores. Cierro citando el texto del analista mexicano Ricardo Raphael: “Es un método de negociación muy poco democrático, totalmente intolerable”.
Twitter: @ericazocar