- María Consuelo Mejía, directora de Católicas por el Derecho a Decidir
- Ponencia magistral en el Congreso Nacional de Educación Sexual y Sexología FEMESS
Como primer conferencia magistral del IX Congreso Nacional de Educación Sexual y Sexología FEMESS, María Consuelo Mejía, directora de Católicas por el Derecho a Decidir, presentó en el aula isóptica tres del edificio polivalente de la Universidad Autónoma de Aguascalientes, su ponencia magistral titulada La moral sexual católica: un campo en transformación.
Aguascalientes es parte de los estados que conforman la región del bajío la cual, según estudios, es de las más católicas y conservadoras del país. Una investigación realizada por esta asociación que encabeza la ponente, manifestó que seis de cada diez obispos actuales nacieron en esta región, entre los cuales se encuentran los más conservadores y con más protagonismo político para incidir en el diseño de leyes y políticas públicas.
En un breve recorrido histórico por las enseñanzas de sexualidad promovidas por la jerarquía católica y su vigencia actual, se indicó que, según teólogas feministas, las relaciones sexuales pueden ser fuentes de espiritualidad pues la biblia no reprime el placer sexual; en el Cantar de los Cantares el amor de Dios se compara con el amor de los amantes, por lo tanto la sexualidad es una actividad esencial en la vida de las personas.
Lo que dicen los obispos hoy en día
El obispo de Irapuato afirmó hace poco tiempo que cuando la atracción sexual se deslinda del conjunto de los valores humanos y del eros humano integral para acentuarse sólo a su dimensión genital, pueden abrirse insospechados abismos de maldad y brutalidad.
Javier Navarro, obispo de Zamora, alertó a las familias para que no se dejen influir por campañas antinatalistas que afirman que las familia pequeñas viven mejor y que promueven el preservativo para disfrutar el sexo, sin que nada tenga que ver con el amor y la procreación, así como el aborto como un método más para impedir que un no deseado venga a la vida.
Estas declaraciones son congruentes con la concepción de la sexualidad que la jerarquía católica se ha empeñado en transmitir por más de diez siglos; una concepción negativa que compara las cuestiones de la sexualidad con el pecado, la culpa, lo negativo, negando todo placer y prohibiendo a los feligreses, so pena de diversos castigos, la vivencia de una sexualidad placentera que no tenga como fin la procreación.
Datos Históricos
Desde los primeros siglos del cristianismo, la iglesia católica se postró en la idea del estoicismo del placer sexual y lo vio solamente bajo el juicio de la procreación, esta posición se reforzaba con el gnosticismo que insistía en lo bueno del alma y lo diabólico del mundo, especialmente del cuerpo; Clemente de Alejandría, obispo del siglo II, afirmaba que quienes disfrutaban del sexo y de la pasión eran animales pecaminosos, pues la procreación y el nacimiento eran sagrados.
En el siglo IV el placer sexual era considerado como serios problemas morales a través de la interpretación de la ley natural tradicional, que dice que Dios diseñó la biología humana de tal manera que la cópula sexual era sólo para la procreación de hijos; de esto la iglesia concluyó que el sexo en el matrimonio está diseñado para la procreación, y fuera de él es tanto pecaminoso como moralmente irresponsable, “era considerado tan deplorable que San Agustín llegó a decir que si se encontrara otro camino para la propagación de especie, el sexo sería ilícito”.
En el siglo VI, bajo el reinado de emperador histórico cristiano Justiniano, se inventa el sacramento de la confesión privada y libros donde aparecían todos los pecados sexuales con su equivalente penitencia.
Promulgó así una legislación sumamente rígida contra todo tipo de sexualidad no reproductiva; se proscribía el acto sexual en la vigilia de las fiestas de guardar, los jueves en memoria de la última cena, los viernes en recuerdo de la crucifixión, sábados en honor a la santísima virgen y los domingos en memoria de la resurrección de Cristo. Sólo se podría copular los lunes, martes y miércoles que no cayeran en cuaresma.
Dos siglos después, el emperador Carlo Magno prohibió los lunes, en honor a los santos difuntos, y extendió la prohibición a 50 días después de semana santa y 40 días antes de navidad. Asimismo el sexo estaba proscrito durante la menstruación, el embarazo y la crianza, en cuaresma, el adviento y días festivos; “para cuando una pareja casada encontrara un martes que no cayera en estas prohibiciones probablemente ya estaría sexualmente paralizada”, concluyó María Consuelo Mejía, causando risas entre el público.
Lo que es inaudito es que en pleno siglo XXI la jerarquía católica siga condenando cualquier práctica sexual que no tenga como fin la procreación. Esto ha sido un pensamiento no sólo de feministas sino de los propios creyentes católicos, inclusive de algunos sacerdotes y monjas.
La moral sexual católica en la actualidad
Según un estudio realizado por esta asociación, demuestra que la población católica del mundo ejerce su sexualidad fuera del matrimonio revindicando el placer; se divorcia y recurre al aborto, utiliza métodos anticonceptivos a través de series intentos para incluir políticas públicas relacionadas con los derechos de las mujeres, la salud y sexualidad, buscan siempre que los gobiernos aseguren sus ideales.
En una encuesta de opinión católica nacional a la feligresía, levantada en diciembre 2009 y terminada en abril del 2010, a un total de tres mil mujeres y hombres mayores de 18 años de todo el país, resultó que la mayoría desea que su iglesia promueva los derechos humanos incluyendo los sexuales y reproductivos.
Como detalle agregado se indicó que más del 80 por ciento de los encuestados apoyarían los cambios al interior de la Iglesia católica, entre ellos un 73 por ciento en la aceptación de recibir educación sexual en las escuelas. En otra pregunta, el 70 por ciento estuvo de acuerdo con que se permita que la feligresía utilice un método anticonceptivo, “a pesar de estos resultados el Vaticano sigue empeñado en continuar con las enseñanzas morales y antiguas”.
La teóloga feminista Christine Gudorf decía que las personas no son almas que tienen cuerpos, sino cuerpos espirituales, y si Dios no hubiera querido que se tuviera placer no hubiera hecho a la mujer con clítoris, un órgano que no tiene propósito reproductivo más que de placer.
Incongruencia y doble moral
Estos ideales antiquísimos contrastan con las prácticas sexuales de sus integrantes y con el encubrimiento institucional de las mismas, “esto nos demuestra la doble moral de la jerarquía católica”, a sabiendas de que el clero siempre ha ejercido su sexualidad por placer, pues no buscan la procreación.
Encubren a los pederastas pero castigan a un sacerdote que anuncia el amor por una mujer y su pretensión de casarse; la Iglesia institucional ha tenido una política de silencio frente a la vida sexual de sus integrantes puesto que saben que tienen relaciones sexuales, familias, prácticas sexuales heterosexuales y homosexuales.
Mientras la Iglesia predica abstinencia y condena el placer, acepta la vida sexual de sus integrantes siempre y cuando no sea pública, encubre a los pederastas que tiene sexo por placer, abusan de su vestidura religiosa y violan los derechos humanos de los niños.
Esto lo demuestra el estudio de Emiliano Ruiz Parra en su libro Ovejas negras, donde dice que el celibato se ha convertido en un reto para la Iglesia católica, pues quien obedece su voto de castidad es apenas una minoría. En dicho texto cita a Richard Sipe, un ex presbítero y psicoterapeuta especializado en el clero católico, quien recopiló durante 25 años las experiencias sexuales de dos mil 600 sacerdotes en los Estados Unidos.
Tan sólo el 2% de los sacerdotes ha logrado un verdadero celibato, 40% se esfuerza pero confiesa estar abierto a experimentaciones. Otros datos arrojan que el 30% del clero católico manifestó tener relaciones heterosexuales ocasionales, el 15% relaciones homosexuales y el 30% se reconoce como homosexual.
Para esta teóloga feminista el placer sexual es bueno y moralmente recto, como católicos no se tiene la necesidad de justificar la acción sexual, “debemos renunciar a tener un papel defensivo, basta recordar los textos bíblicos como el Cantar de los Cantares donde se escuchan los sonidos de los amantes, un poema de erotismo que no olvida el juego de la seducción.
Foto: Roberto Guerra.