Taktika / Contrainteligencia - LJA Aguascalientes
23/11/2024

Palacio de Covián, Ciudad de México. 22 de octubre de 2013. Expresándose con su tradicional estilo parsimonioso, el secretario de Gobernación, Miguel Ángel Osorio Chong, fija la postura de la administración federal ante las revelaciones de que su jefe, Enrique Peña Nieto, y el ex presidente de la República, Felipe Calderón Hinojosa, fueron espiados por la Agencia de Seguridad Nacional (NSA, por sus siglas en inglés).

El responsable de la política interna del país dice que se investigará “la posible participación de funcionarios públicos, que intencionalmente, por omisión, negligencia o cualquier otro motivo hayan desplegado conductas que hubiesen constituido algún tipo de violación a la privacidad de las comunicaciones”.

El presente artículo tiene por objeto explicar al amable lector en qué consiste la contrainteligencia y cuál ha sido la experiencia en este sentido en otros países.

La contrainteligencia se define como “la actividad de evitar que los entes hostiles consigan información clasificada, así como la categorización y el control minucioso de información sensible y crear desinformación”.

En sus inicios, la contrainteligencia fue dirigida contra los servicios de inteligencia extranjeros que operaban bajo el control de las Naciones-Estado. Sin embargo, desde el fin de la Guerra Fría, las amenazas a la seguridad nacional se han ampliado para incluir a grupos no estatales tales como insurgentes internos, el crimen organizado o el terrorismo internacional.

En la práctica moderna, son tres las misiones asociadas con la contrainteligencia: el análisis defensivo es la práctica de buscar los puntos vulnerables en la propia organización y sellarlos; el contraespionaje ofensivo, es decir, el conjunto de técnicas que buscan neutralizar a los agentes extranjeros y arrestarlos o, en el caso de los diplomáticos, expulsarlos; las operaciones de protección de fuentes, buscan proteger una estación o fuerza en el extranjero del espionaje o el terrorismo.

Debido a que vivimos en un mundo globalizado, el cual se nutre de las tecnologías de la información y comunicación para su accionar, especial prioridad se le da a las actividades cibernéticas. De hecho, el Buró Federal de Investigaciones (FBI, por sus iniciales en inglés), hace énfasis en la detección y disuasión de amenazas cibernéticas extranjeras al gobierno y sector privado de la Unión Americana.

Todo lo anterior busca proteger tres cosas fundamentales para el Gobierno: su territorio, sus instalaciones y sus operaciones, ya sean estas internas o externas.

¿Cómo se lleva a cabo la contrainteligencia en otras naciones? En el caso de la Gran Bretaña, el Servicio de Seguridad –popularmente conocido como MI5, no confundirlo con el MI6, encargado del espionaje fuera de las Islas Británicas, al cual pertenece el personaje ficticio James Bond- tiene como objetivos “la protección de la democracia parlamentaria y sus intereses, el contraterrorismo y el contraespionaje dentro del Reino Unido”.


Durante la Guerra Fría, los británicos tuvieron como principal rival a la Unión Soviética, la cual penetró en varias ocasiones el núcleo del poder inglés. Baste recordar al Círculo de Cambridge, formado por graduados de esa afamada universidad, quienes espiaron para la Rusia comunista durante casi tres décadas.

El ejemplo español se basa en su lucha contra la organización terrorista vasca, ETA y, más recientemente, contra el extremismo islámico. De hecho, tras los ataques terroristas del 11 de marzo de 2004 en Madrid, se impulsaron cambios en el aparato de seguridad interna del Estado español, los cuales se profundizaron con la llegada al poder de Mariano Rajoy, quien ordenó que el Centro Nacional de Inteligencia (CNI) pasara a estar adscrito al Ministerio de la Presidencia.

En nuestro México, es el Centro de Investigación y Seguridad Nacional (CISEN), dependiente de la Secretaría de Gobernación, el encargado de proteger a nuestro país de las amenazas externas e internas de agentes estatales o no estatales.

Finalmente, la intercepción de las comunicaciones del entonces presidente Felipe Calderón y el candidato Enrique Peña Nieto por parte de la NSA debe servir como una amarga y dura lección para México, el cual debe madurar, y darse cuenta que tiene intereses por defender y que nada ni nadie va a venir a protegernos si no lo hacemos nosotros mismos.

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