Siempre estaré contigo - LJA Aguascalientes
23/11/2024

 

Lucy y Alberto se conocían desde la preparatoria. Lucy era una chica hermosa de piel blanca como la porcelana, un par de ojos café claros, tanto como la miel. Su rostro sin duda era inspirador, la nariz fina daba armonía a su cara y esa boca con un pequeño lunar, justo encima de la comisura de los labios se veía muy coqueto.

Por su parte Alberto era un chico de trazos duros y bien definidos, de piel morena clara y mirada profunda. Sonreía poco pero tenía una buena conversación, un buen tipo sin duda.

Los chicos pasaban mucho tiempo juntos, prácticamente desde que se conocieron se volvieron inseparables; ella con sus sueños de cara al futuro. La carrera de medicina era lo que venía luego de terminar la preparatoria. Mientras, para él, el asunto estaba en terminar la prepa y pensar en trabajar para ayudar con el sustento de la casa.

Los días para Alberto y Lucy duraban poco, apenas se veían en la escuela, conversaban durante horas y cuando menos lo esperaban ya era tiempo de decirse adiós e ir cada quien a su casa y esperar el momento de volverse a ver.

Cierta noche Alberto y Lucy hablaban sobre el futuro que podrían tener juntos, puesto que ambos sabían llegaría el momento de separarse. “Aunque no esté a tú lado siempre estaré contigo”, le dijo Lucy al chico y después le dio un beso. Aquel momento fue como si el tiempo se detuviera, el viento dejó de soplar y todo se volvió maravilloso. Para Alberto fue el momento más meroble entre todos sus recuerdos.

Como era de esperarse al salir de la preparatoria, cada uno tomó su camino, Alberto dejó de estudiar y se puso a trabajar. Lucy por su parte entró a la UAA a estudiar Medicina. En ocasiones cuando los horarios y las obligaciones de los chicos lo permitían, se reunían para conversar o se llamaban por teléfono. La oportunidad de coincidir cada vez era más escasa hasta que simplemente llegó el momento en que se perdieron de vista.

Alberto se fue a los Estados Unidos, en búsqueda del famoso “sueño americano”. Como pudo consiguió trabajo y durante varios años envío dinero a su madre para solventar los gastos en casa.

Lucy por su parte siguió en la carrera de medicina donde sin duda tenía grandes expectativas puesto que a base de esfuerzo era una de las mejores de su clase.


Tras 9 años de que Alberto se fue al norte, el joven decidió regresar a México, por la nostalgia y el deseo de volver con la familia y claro, nunca perdió la esperanza de encontrarse con Lucy.

Cuando regresó, la bienvenida fue emotiva por parte de su madre y sus hermanos que ahora ya eran todos mayores. Y entonces Alberto le preguntó a su madre por Lucy:

-Mamá, ¿recuerdas a Lucy?

-Claro que sí, hijo. La güerita bonita.

-Ella mamá, ¿has sabido algo?

-¡Uy! No, hijo. Lo último que supe fue que estaba trabajando en el IMSS, una vez atendió a tu hermano Ramoncito, nos saludamos, pero de ahí en más, nada.

Circulando en su vehículo Alberto pasó cierto día por la Clínica 1 del IMSS y vio una cara conocida. “No puede ser, ¿será ella?”. Alberto se detuvo y era Lucy, estaba ahí.

-Lucy ¿cómo estás, soy Alberto?

-¿Alberto? ¡Qué gusto verte de nuevo! Justo estaba pensando en ti.

-Yo también he pensado mucho en ti, Lucy.

Alberto ofreció llevar a Lucy y ella subió al vehículo. En el camino, el joven habló de su experiencia en los Estados Unidos. Lucy sonreía, pero era más callada de lo que Alberto recordaba. “¿A dónde te llevo?”, preguntó él. “Déjame en el Encino”, contestó ella. Alberto insistió en llevarla hasta su casa pero Lucy, simplemente dijo que tenía otras cosas que hacer antes.

Cuando llegaron al jardín del Encino, ella bajó del auto y Alberto preguntó: “¿Cuándo nos volveremos a ver?”. “Aunque no esté a tú lado siempre estaré contigo. ¿Recuerdas?”, respondió ella, dio la media vuelta y se fue.

Alberto estaba feliz, había vuelto a ver a Lucy y a pesar de los años ella se veía muy joven, algo cansada pero bella como siempre.

Al siguiente día mientras Alberto limpiaba su habitación, encontró muchos periódicos y decidió llevarlos a la basura, de pronto cae un ejemplar y Alberto lo observa y lee: “El personal de la Clínica 1 del IMSS se unen a la pena que embarga a la familia Gallardo Rojas, por el sensible fallecimiento de su hija Lucía Gabriela. Aguascalientes, 30 de octubre de 2012”.

El joven se quedó paralizado. “Ayer estuve con ella”. Alberto fue a la casa de los padres de Lucy. Cuando el padre de Lucy abrió la puerta, se sorprendió al verlo. “Soy Alberto, amigo de Lucy, ¿me recuerda Don Javier?”. El hombre asintió con la cabeza.

-Lucy hoy cumple un año de que murió y creo que por aquí había algo que a usted le gustaría tener, es para que recuerde, la recuerde.- dijo con voz nostálgica, mientras caminaba a una de las habitaciones.

Alberto pudo ver en un retrato a Lucy y sobre él, un moño negro.

-Siempre que podía, Lucy hablaba de usted, joven.- Don Javier le entregó una pequeña caja a Alberto, en ella decía: “Aunque no esté a tú lado siempre estaré contigo”.


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