Cinefilia con derecho / Las brujas de Zugarramurdi - LJA Aguascalientes
23/11/2024

Alex de la Iglesia retoma los hechos reales que sucedieron en noviembre de 1610 donde en el Pirineo Navarro de Zugarramurdi 6 personas acusadas de brujería fueron quemadas vivas, en uno de los casos más emblemáticos de la Santa Inquisición española, y los transforma en una cinta de terror-comedia que sólo él podría lograr: un grupo de desempleados deciden asaltar una tienda de compra de oro en plena Puerta del Sol en Madrid, la idea es robarse miles de anillos de matrimonio que han vendido ahí las parejas que bajo diversas circunstancias han roto. Para ello se disfrazan de estatuas vivientes, pero algo se sale de control y sólo dos de la banda logran escapar a bordo de un vehículo de alquiler dirigido por un pusilánime taxista que es acosado por su madre, su hija y su esposa. Personificando a Cristo (quien además lleva a su hijo al robo) y a un Soldado, los asaltantes huyen hacia Francia con su botín, mientras son perseguidos por la policía y la esposa del primero, que además quiere recuperar al pequeño. Sin lugar a dudas Alex de la Iglesia se hace una vez más de escenas que son por sí mismas hilarantes y divertidas, como el Jesucristo empuñando una escopeta y asaltando la joyería o un Bob Esponja que cae abatido por los tiros de la policía. Durante el escape, al cruzar por el pueblo de Zugarramurdi, nuestros aventureros caerán en las garras de unas muy malvadas y feministas brujas.

Fiel a su estilo, Alex de la Iglesia no teme abordar un tema controversial: la rivalidad entre sexos. Y no deja lugar a duda, los hombres son las víctimas, simples esclavos de los clásicos berrinches, de los divorcios, de las llamadas exigiendo o pidiendo, del chantaje, en este sentido las esposas, novias, amantes o como se les llame, serán la esencia de la brujería, las que subyugan al pobre sexo masculino. Durante una charla previa al aquelarre, dos harpías viejas aconsejan a una joven y sensual hechicera (Carolina Bang) “miente todo lo que puedas, engaña a los hombres” dice una, “los hombres sólo sirven para sacarles el dinero” acota la otra. Por cierto una de ellas es interpretada por Santiago Segura (creador del gran detective Torrente el brazo tonto de la ley) uno de los actores de cabecera de nuestro director.

Dentro del aspecto normativo, el simbolismo es bastante brillante, crea una delgada línea entre el derecho y la moral, los asaltantes se enfrentan a una norma universal, no se trata sólo del aspecto de la ley que impone el estado sino además de la idea ética que unifica a las diversas culturas del mundo, de esta forma la desgracia de caer en las manos de las brujas no es una casualidad sino una causalidad: son condenados no tanto por su arribo al pueblo de Zurragamurdi, sino por cometer el pecado de hacerse de miles de argollas de matrimonio que se traducen en las infidelidades, peleas, conflictos, desamores, tristezas a que se enfrentaron las parejas que decidieron vender como oro las promesas de unión eterna y por el otro además por cometer un delito castigado por los códigos penales de los hombres, en suma su violación es a las dos leyes, a las de los hombres y a las del inframundo.

Alex de la Iglesia arriesga, y lo hace en grados extremos, lo que lleva a sus productos a ser alabados o vilipendiados, además de su obra emblemática, la fenomenal e inigualable El día de la Bestia (1995). En lo personal me parecen geniales: Perdita Durango (1997), 300 Balas (2002), Crimen Ferpecto (2004) y, en menor medida, Balada triste de trompeta (2010). En el caso de Las brujas… a pesar del excelente ritmo que nos hace seguir la trama con entretenimiento e interés durante el violento e intenso asalto en la Puerta del Sol y la road movie que es la huida a Francia, una vez que nos damos cuenta que lo que creíamos era un chiste colateral (la guerra de los sexos) es el tema de fondo la cinta, pierde ritmo, la caída estrepitosa de nuestros simpáticos asaltantes en manos de las brujas aunque genera expectativa, a medida que avanza la secuencia nos hunde en minutos igualmente hacia la baja. Claro que los momentos cómicos de altura no los perderá durante toda la película. ¡Es Alex de la Iglesia! Destaco una frase maravillosa: “A mí las brujas no me dan miedo. A mí lo que me dan miedo son los hijos de puta”.

El verdadero terror que nos muestra de la Iglesia no son las brujas sino la infelicidad de una España en crisis: parejas que rompen, desempleados dispuestos a lo que sea para obtener dinero, el capitalista “Compro Oro” y sus miserables clientes que en plena depresión económica acuden a vender hasta un San Judas Tadeo, la dificultad de un policía que no se atreve a revelarse como gay o un simpatiquísimo hombre invisible (que participa en el asalto), un inmigrante a quien literalmente nadie ve.

Para aquellos que pretendan encontrar una cinta de terror es mejor que ni la vean, pues se toparán a tres españoles perdedores que se la pasan quejándose de sus mujeres impositoras, a una generación de excelentes brujas que buscan echar por tierra el mundo de los hombres y dar paso a la matria, en general  una comedia negra donde el pecado y el delito son el origen de una estrambótica y divertida aventura que, como las películas de Alex, tiene un final poco común.

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