Hola, gracias por acompañarme al Banquete de los Pordioseros de esta semana, la mesa ya está puesta y te invito a ocupar tu lugar. Quiero platicar contigo acerca de una asunto que desde hace ya varios meses, o si te digo años no exagero, me está revoloteando en la cabeza. En más de una ocasión he intentado escribir sobre esto, pero me arrepiento, por aquello de herir susceptibilidades, y mejor le busco por otro lado, así que como te imaginarás, tengo algunos apuntes y borradores por aquí y por allá acerca del tema. Pero hoy me he decidido a retomar esos apuntes, darles un orden y dedicar este Banquete al asunto en cuestión, me refiero al tema del periodismo cultural, una de las principales carencias, no sólo de Aguascalientes, sino en general del País.
Lo cierto es que no hay un verdadero periodismo cultural y esto afecta directamente a la oferta cultural a la que tenemos acceso, y me refiero a la cultura entendida como el perfeccionamiento de todas las disciplinas artísticas y el acervo ya sea colectivo o individual de las mismas y no como el conjunto de tradiciones y costumbres que dan identidad a un pueblo.
Cierto es que la gran mayoría de la población todavía permanece al margen de esta oferta cultural, y en gran medida se debe a absurdos y obsoletos prejuicios, pero también por falta de información, una gran parte de los medios de comunicación no informan a la sociedad de las opciones que tenemos de estar en contacto con las artes, o bien la información es más de compromiso que por convicción, los reporteros que cubren la fuente de cultura son los mismos que se encargan de la sección de sociales. En la mayor parte de los medios se manejan cultura y espectáculos como si fueran lo mismo, como si escribir sobre el nuevo peinado de Luis Miguel o el embarazo de…de quien sea, fuera tan importante como los cuarenta años de la publicación de Cien Años de Soledad de Gabriel García Márquez o sobre la donación de la biblioteca que Carlos Fuentes hizo a la UNAM, o bien, sobre los cien años del estreno de la Consagración de la Primavera de Stravinsky.
Lamentablemente no tenemos un verdadero periodismo cultural, la mayor parte de los reporteros de la fuente se dedican a escribir reseñas como la del Premio Nacional de Poesía como si estuvieran narrando, paso a paso, una boda, unos quince años o un bautizo, con todo ese discurso barato de las aguas del Jordán o de que los novios escucharon atentos el fervorín que les dedicó el celebrante o eso de que emocionados se ofrecieron mutuamente los votos del matrimonio, vamos, ni siquiera contamos con un verdadero periodismo social, me da la impresión de que tienen una especie de molde o machote con todo ya escrito, sólo le van cambiando fechas, lugares y nombres (de los contrayentes, del o los bautizados o de los niños de la primera comunión).
La cobertura de los eventos culturales, que no necesariamente es hacer periodismo cultural, se basa estrictamente en copiar los boletines y tener el descaro de publicarlos tal y como los reciben, pero no hay un verdadero trabajo de investigación, no hay preocupación por hacer un buen reportaje, una buena entrevista, por empaparse de información respecto a la persona que se va a entrevistar. Muy rara vez vemos a reporteros en las actividades culturales, todos tienen acreditación y sin embargo brillan por su ausencia, uno se pregunta, con un poco de sentido común, ¿cómo le hacen para escribir si no están en los eventos? No los vemos en las inauguraciones de exposiciones de artes plásticas, en presentaciones de libros, en las conferencias, en los conciertos, ya sea de Polifonía Universitaria, o en cualquiera de los foros habilitados para la audición musical organizados por el Instituto Cultural o el IMAC, o en los de la Sinfónica de Aguascalientes, claro, sólo que venga el Mariachi Vargas de Tecalitlán o algún cantante de impacto comercial como Regina Orozco.
Su actividad como reporteros de la fuente se reduce a asistir, en el mejor de los casos, a las ruedas de prensa y basados en esto y en los boletines que con toda seguridad reciben puntualmente en sus redacciones, es que escriben sus muy nutridas y analíticas crónicas. Esto en cuanto a la información escrita, porque los medios electrónicos llegan a las ruedas de prensa, tarde en la mayoría de los casos, graban sólo unos cinco o diez minutos y se van rápidamente a cubrir una sesión en el Congreso o una marcha en la Plaza de la Patria.
La cultura sigue siendo la rebanada más pequeña del pastel, a la que se le dedican menos espacios y menos atención, no hay periodismo especializado en la cultura, los reporteros que cubren la fuente son improvisados, son los mismos que mandan a cubrir cualquier otra información y “p’s de pasadita llegas al teatro, creo que va’ber algo”.
La cultura necesita y merece periodistas especializados y profesionales, dedicados en cuerpo y alma a su fuente, comprometidos. Es necesario involucrar más a la sociedad en las actividades culturales, pero hacerlo con pleno conocimiento de causa, convencer a los que vean, escuchen o lean las bondades de tal o cual evento cultural. No hay opción, la delincuencia y las malas costumbres no se van a terminar con cárceles más grandes ni comprando armas más sofisticadas, ni con chalecos antibalas ni con más y mejores patrullas, creo que esto nos queda claro, ¿o no? La delincuencia se termina apostándole a la educación, a formar mejores seres humanos, más sensibles y esa sensibilidad sólo es adquirida, además de la religión y los valores aprendidos en casa, con un acercamiento a las artes, sólo así acabaremos con la delincuencia, con el miedo a salir de nuestras casas, pero hay que hacerlo…y que no quede sólo en el discurso.
Los países europeos, que evidentemente tienen un mejor nivel de vida que cualquiera de los que forman América Latina no viven mejor que nosotros por su posición geográfica, ni por su clima, ni por el idioma que hablan, ni por el color de su piel, es por su desarrollo cultural, por la inversión que le dan a la promoción artística, es porque entienden que en la educación y sólo ahí está la solución de raíz de casi todos los problemas que enferman a una sociedad. Invertir en seguridad pública armando mejor a nuestros cuerpos policíacos es importante y debe hacerse, pero eso no es todo, porque la solución sería sólo superficial, el problema hay que atacarlo de raíz, es necesario ir al fondo y entiendo que los medios de comunicación tenemos nuestra parte de responsabilidad, hay que entrarle con profesionalismo y proponer un verdadero periodismo cultural.