Ciudadanía económica / En ruta de colisión - LJA Aguascalientes
15/11/2024

Ojalá podamos ser desobedientes, cada vez que recibimos órdenes que humillan nuestra conciencia o violan nuestro sentido común

Eduardo Galeano

Mantenerte al día para compartir reflexiones sobre lo que afecta nuestra ciudadanía económica, resulta en estos días una tarea que te lleva a la decepción y la angustia o bien a reflexionar sobre el hecho de que todo toca fondo antes de comenzar a mejorar. El entorno local y nacional refleja un panorama decepcionante, muy parecido al entorno mundial, donde todo cambia para que nada cambie y siga beneficiando a los mismos de siempre. Pero ante la inminencia de permanecer en una ruta que tiende al desastre, sólo atreviéndonos a cambiar, nosotros, como todo el mundo, podríamos experimentar una oportunidad sin precedentes.

El Fondo Monetario Internacional (FMI) ha revisado a la baja las cifras del crecimiento económico de México para 2013 del 3% al 1.2%. No se trata de un decrecimiento sustentable sino del fracaso del sistema basado en la depredación para el crecimiento. Éste no tiene ya más de dónde extraer riqueza para seguir alimentando a los monopolios con cuyo crecimiento se ha disfrazado el empobrecimiento generalizado. Las reformas impulsadas por el gobierno federal  que cada día pierde aceptación popular, no ofrecen el cambio esperado sino sólo crispan más los ánimos ante quienes las perciben sesgadas, parciales, incompletas, improcedentes y hasta contrarias al bien común. El conjunto de las llamadas reformas, laboral, educativa, energética, hacendaria y política, han acumulado un desafecto al régimen que se refleja, no sólo en las abiertas -y cada vez más violentas- protestas callejeras, sino en el ánimo que pesa en la vida cotidiana de millones de personas.

Mientras los huracanes y torrenciales lluvias en el país desnudan la corrupción y negligencias que provocaron graves desastres humanos y materiales, la justicia es incapaz de concretar evidencias para alcanzar a varios gobernadores que durante su gestión desviaron y utilizaron ilegalmente en su provecho recursos públicos. Mientras las más influyentes cadenas noticiosas y empresas de comunicación distraen de la información relevante y evaden la discusión seria sobre los temas que afectan la vida cotidiana, el grueso de la población se cuestiona por qué sus condiciones de vida no mejoran.

Se discute una reforma energética sin profundizar en el análisis costo–beneficio a corto, mediano y largo plazo, de pasar a compañías extranjeras o reservar para la paraestatal nacional la facultad de explorar y explotar mantos petrolíferos o de refinar el petróleo. Tampoco se toca en ésta el tema de las fuentes alternativas de energía. En la discusión sobre qué impuestos subir y cuáles no tocar, se dejan a un lado los serios cuestionamientos sobre la forma en que está construido, desde hace décadas, el mecanismo que hace fluir de regreso el dinero público a la población, pasando por intrincados pasadizos administrativos y cuestionables operadores con inexplicados intereses económicos. Como ejemplo de ello está el caso de la “cruzada contra el hambre”, programa insignia del gobierno actual, cuestionado incluso por el Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (CONEVAL) (http://web.coneval.gob.mx/Informes/Evaluacion/Cruzada%20contra%20el%20Hambre/DIAGNOSTICO_DEL_DISENO_CNCH_PRIMER_INFORME_SEPT_2013-CONCLUISONES.pdf).

Se impulsa una reforma educativa sin que se revise a fondo el programa educativo y la formación integral de nuestra población, sin mejorar las condiciones estructurales del equipamiento y materiales educativos. Sin cuestionar los contenidos que en los últimos treinta años se han trastocado para producir obreros en masa, convirtiendo materias de alta especialización en carreras con horizonte profesional reducido y bajo precio en el mercado laboral. Un mercado que ha convertido las capacidades humanas en mercancía insumo de la manufactura. La llamada reforma es ajena al propósito de enriquecer el conocimiento, la investigación y el desarrollo tecnológico propio que eventualmente nos emancipe de la égida global que obliga a hacer y obedecer en materia económica lo que otros mandan.

Se discute, se gasta tinta y tiempo en una llamada reforma política que sólo ha sido prevista para cambiar la forma en que los partidos se reparten el pastel, dejando fuera a la población, la verdadera soberanía, fuerza mandante en la construcción del gobierno.

Reformas distractoras que evitan cambiar el rumbo, reformas con las que se constata que en realidad nadie está al timón de esta nave que se llama México, como asimismo nadie está al timón de la nave que se llama modelo económico preponderante a nivel mundial. Aquí se repite la parodia sexenal del cambio para que nada cambie. Pero aquí, como en el resto del mundo, quienes se benefician con las cosas como están, evitan reformas reales; evitan cambiar de ruta aunque ésta apunte a la colisión.


No tarda, es sólo cuestión de días en este mes de octubre, para que la crisis presupuestal de los Estados Unidos nos brinde la oportunidad, con sus efectos sobre el sistema financiero-monetario global, para revisar a fondo si nos conviene seguir sujetos a este modelo económico. Ojalá y para entonces, pongamos sobre la mesa de las discusiones en materia laboral, educativa, energética y hacendaria todo aquello que no tiene que ver con los hilos del poder del dinero centralizado.

La paralización del gobierno del coloso norteamericano no ha sido sólo cuestión de las pugnas internas entre demócratas y republicanos, sino el resultado de haber puesto al mundo a girar alrededor del dólar y, a éste, del endeudamiento pantagruélico inducido por el monopolio monetario-financiero global.

Si cae el dólar, ninguna reforma como ha sido planteada hasta ahora tendrá sentido, a menos, claro, que deseemos mantener la venda sobre nuestros ojos. Que deseemos continuar obedeciendo los mandatos de un modelo económico que ha violentado el sentido común de pueblos y naciones, mientras seguimos en ruta de colisión.

Twitter: @jlgutierrez                                                                ciudadaní[email protected]


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