En las últimas semanas hemos sido informados de los desmanes y abusos de que son objeto aquellos que en su país se les cierran las oportunidades, ya sean mexicanos, centroamericanos o de otros países. México es el paso terrestre obligado para buscar llegar a los Estados Unidos en busca de una oportunidad, el famoso “american dream” –sueño americano-.
Entre las extorsiones de las policías de los tres niveles, las inclemencias del tiempo, los secuestros en la frontera cometidos por los integrantes del crimen organizado para retenerlos y así obligar a que sus familias les envíen dinero o los matan, en muchos casos los secuestradores reciben el dinero y de todos modos asesinan a sus víctimas o los obligan a ser parte de las bandas, con una leva en la que escogen a aquellos que pueden ser útiles a las bandas criminales.
Aún así hay cerca de doce millones de latinos que están de una u otra forma como ilegales en el país del norte, sin garantías o prestaciones sociales y muchos de ellos sólo pueden acceder a trabajos mal pagados, sin servicios sociales de salud y educación. Con todo y eso, los indocumentados representan muchos millones de la entrada de divisas a los países de origen y aún así éstos, poco o nada, hacen por ellos o por sus familias, sólo buscan a los que lograron legalizarse para que “inviertan parte de su trabajo en obras que los gobiernos de sus países nativos son incapaces de hacer y entonces sí se acuerdan de ellos y se sacan la foto apapachándolos.
Es innegable que durante la administración del actual presidente, Barack Obama, la deportación de latinos ha sido históricas; se ha mutilado familias a las cuales o deportan a los padres o a algunos de sus hijos. Ante esta situación nuestros hermanos latinos se han organizado y han comenzado a protestar y presionar al gobierno norteamericano para que cesen las violaciones a los derechos humanos fundamentales de ellos y sus familias, logrando que algunos legisladores, tanto senadores como miembros de la Cámara de Representantes, hayan tomado el tema. El voto latino demostró en las últimas elecciones su fuerza, del cual se dieron cuenta de la importancia las autoridades, sobre todo aquellos que quieren ganar las elecciones.
A pesar de las acciones de gobierno, de deportar masivamente a latinos y permitir que sean asesinados brutalmente en la frontera sin castigo a los culpables, el Presidente Obama decidió presentar una iniciativa que contiene una reforma migratoria que da esperanzas a la mayor parte de los indocumentados para legalizar su situación.
Por supuesto que los Estados Unidos tienen el derecho a hacer respetar sus leyes y decidir quiénes pueden vivir en su suelo, pero por otro lado también es cierto que parte del fortalecimiento de la economía del país vecino se debe a aquellos que desarrollaron los trabajos más pesados, a pesar de su desventaja en cuanto a no tener derecho a prestaciones sociales y a ser en muchos casos amenazados de reportarlos a las autoridades migratorias cuando se quejan de abusos o cuando no les quieren pagar.
Esta iniciativa se topó con aquellos homofóbicos que no quieren que aquellos que junto con sus hijos nacidos ahí tienen casi toda la vida en ese país, los cuales han estado posponiendo la presentación al pleno del Congreso, y con las guerras que los norteamericanos organizan, en las cuales miles de latinos han perdido la vida y que a pesar de eso no apoyan a sus familias, y con las crisis entre el ejecutivo y congreso por los temas económicos y de salud han olvidado sus ofrecimientos, durante la última elección, de aprobar esa reforma migratoria. Al grado de rechazo ha llegado esta situación, que varios congresistas, simpatizantes del movimiento, encabezaron una manifestación en el parque central en Washington, entre el Capitolio y el mausoleo a George Washington. Estos congresistas son Luis Gutiérrez, de Illinois; John Lewis, de Georgia; Charles Rangel y Joe Crowly de Nueva York y Raúl Grijalva, de Arizona. Todos ellos del partido Demócrata. En el evento estuvieron amenizando artistas latinos, entre ellos los Tigres del Norte. Todo esto fue el 8 de Octubre pasado. La protesta exigía que se diera avance a la iniciativa y se lograra un texto bipartidista en la Cámara Baja que permitiera se aprobara la reforma migratoria y pasara al Senado para su discusión y aprobación.
Como respuesta del ejecutivo estos congresistas fueron arrestados junto con decenas de los manifestantes, lo cual es verdaderamente inconcebible, pues cuando necesitaron el voto latino lo ofrecieron con toda la fuerza asegurando que sería de manera rápida la reforma migratoria.
En contraste a lo anterior, el gobernador de California, Jim Brown, aprobó el que se les emita licencias de conducir a los indocumentados, pues sin ella no pueden trabajar, obligándolos a conseguir una licencia falsa o de otra persona, lo que los convierte en delincuentes. Asimismo, la policía estatal y de los condados ya no detendrán a los indocumentados ni participarán en las redadas.