{El Táctico} Crónica de un golazo anunciado - LJA Aguascalientes
22/11/2024

Después del mal juego de la Selección en los últimos juegos, de la decepción de las hamburguesas al carbón, las cervezas y los refrescos que en el partido de México-Honduras nos arruinaron unos catrachos arrogantes, la expectativa para Panamá era baja, un partido que emocionaba por naturaleza, por ser futbol y ser la Selección Nacional, además de que el cambio de DT ilusionaba a varios, sin embargo los planes no eran claros, no terminaba por motivarlos por completo.

Ver el partido en la casa de alguien es lo mejor que se puede hacer, verlo solo… podrías terminar matándote y destruyendo la casa; en un bar, pagas caro y no prestas atención, en una casa, disfrutas escuchas y festejas como quieres. El partido empezaba lento, igual que la cerveza en las botellas de todos, conforme pasaban los minutos los comentarios acerca del uniforme cambiaron del qué horrible, al yo sí la compraba. Una triangulación entre Chicharito y Oribe, nos traía el primer grito de gol, no tan entusiasta, alguno gritó: era fuera de lugar. Pero ya qué, gol es gol. El 19, eterno Oribe Peralta, casi héroe en la Comarca ponía ilusión en todos los que dejamos vacías las calles.

Para el segundo tiempo, la inoperancia del equipo y la ausencia de Lobos o Giménez desesperaba a varios, querían más, el recuerdo de Honduras en situaciones similares los aterraba. Penal a favor de México. No era, dicen otra vez algunos. –No mames, va el Chicharito. Muchos cuestionaron por qué no lo tiró Márquez, el desenlace de aquel tiro de castigo, espantoso. Si de por sí traían al 14 de bajada, ahora no lo querían ni adentro. El ave de mal agüero por ahí dijo que nos iban a empatar. Una jugada desesperada, golpes en las mesas y encendedores que se prendieron al unísono, gol de Panamá. La misma historia.

Cada vez que Hernández la tocaba le llovían de insultos, los peores, las mentadas de madre y de pendejo no lo bajaban. Luego Vucetich, el Midas traicionaba a muchos, metía a Giménez en la banda, lugar donde no les gusta verlo, luego a Jiménez para jugar con tres centros delanteros, inusual y muy criticado. Ya valió madre. Dijeron muchos. Dudaron de Jiménez y otros se enfocaban más en las palomitas quemadas y los Sabritones caídos a la mesa.

La jugada empieza en la banda, algún loco fuera de lugar hace sonar unos globos y anima a su selección, lo callan. El silencio invade, los ojos se clavan en la televisión vieja pero grande de marca japonesa, pase ligeramente atrás, luego a Jiménez, mala recepción que eleva al balón. Uno grita: de chilena güey. Lo hace. Lo mete. Y festeja. Se paran los amigos, se abrazan, uno se detiene y piensa, no es real, va a marcar falta o fuera de lugar, nada. Golazo, golazo, golazo, gritan varios. No mamés golazo, en la tele y en las bocas de los amigos. Voltea a ver a su novia que ve al 22 incrédula, ve la repetición y dice: sí se manchó. Se besan, se alegran, se sientan.

Nadie cree lo que acaba de ver y de vez en cuando cada treinta segundos se escucha: es que, ¡qué golazo!


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