Ciudadanía económica / Volteando la tortilla - LJA Aguascalientes
15/11/2024

Que siempre sí estamos en recesión. Según el INEGI, al acumular 12 meses de contracción económica, el país está técnicamente en recesión, contradiciendo lo que hace unos días afirmó el Secretario de Hacienda Luis Videgaray. En lo que se ponen de acuerdo, al país se lo está llevando la tristeza. Y todo, según dicen, porque nuestros vecinos del norte tienen problemas. Si esto es realmente así, el futuro previsible está tenebroso porque allende nuestras fronteras la cosa se ha puesto aún más fea. Pero eso sí, nuestros ínclitos líderes y serviciales autoridades gubernamentales nada tienen que ver con que nos vaya mal.

El tema que dejamos abierto para analizar hace tres semanas con el artículo “Crecer o no crecer”, recibe ahora más material que nos permite confirmar que mientras no se cambie el modelo socioeconómico en el que hemos depositado todas nuestras confianzas -el capitalismo depredador-, las cosas sólo podrán ir de mal en peor.

La economía mundial, en la que irremisiblemente se hallan inmersas las economías de los países occidentales, ha invertido las proporciones que de la riqueza productiva va a los dos grupos de personas y actores económicos que componen la población mundial. En un extremo de simplificación para comprender el fenómeno al que haremos referencia, por un lado se encuentra la población y actores económicos que generan riqueza y, por el otro, aquellos actores económicos que se sirven de ésta.

En la era industrial, ésa que en artículos anteriores denominamos la fase del capitalismo monopólico versión 1 (capitalismo vers.1.0), el éxito económico residía en la capacidad que las personas y actores económicos podían tener en la generación de riqueza. Aunque la obtención de ganancias estribara en la concentración y la acumulación, lo importante consistía en el mejor aprovechamiento de los recursos para producir bienes y servicios. En grandes números, el 85% del valor de venta de las cosas, se destinaba al pago de los recursos utilizados en la producción, básicamente costo de materiales y pago al trabajo en forma de mano de obra, inventiva humana y capacidad emprendedora. El restante 15% servía para pagar financiamiento, promoción, publicidad, distribución y comercialización.

Con la transición hacia la era digital, el paso al capitalismo monopólico versión 2, (capitalismo vers.2.0) se invirtieron las proporciones. Ahora lo más importante para conservar la competitividad consiste en abaratar lo más posible los costos en materiales y trabajo, factores a los que en esta segunda etapa se destina el 15% del valor de las ventas. La mayor parte de lo que pagamos hoy por las cosas que compramos sirve para pagar intangibles. Por eso a la gente de a pie, a los consumidores, les alcanza cada vez menos lo que ganan para sobrevivir y cada vez hay menos trabajos bien remunerados. Para ejemplificar este nuevo estatus de las condiciones económicas, puede tomarse como ejemplo la venta de “tiempo aire” para telefonía celular y la venta de imágenes y tonos para los aparatos. El componente de trabajo humano en el valor de estos “productos” es verdaderamente ínfimo. La locura del capitalismo global en esta fase lleva el dinero de las transacciones comerciales a concentrarse en el sector financiero y en el de la informática. Pero no a las personas que trabajan en esos sectores, quienes también sufren de la contracción de los sueldos y salarios, sino a los que poseen los derechos de su operación y explotación, que es una parte extremadamente pequeña de la humanidad.

Con el crecimiento económico impulsado con el consumismo – el gasto creciente de las personas- y la derrama de los presupuestos gubernamentales en la economía, por la razón antes expuesta, sólo se está contribuyendo a que el dinero se concentre en cada vez menor cantidad de personas. Esta forma de crecimiento económico sólo causa más pobreza a la mayoría. Estimula un proceso exponencial de concentración, se refuerza el poder monopólico de quienes detentan derechos sobre intangibles (marcas, regalías, operaciones bancarias, derechos de los sistemas de cómputo, etc.), se fuerzan a la baja salarios y pagos por los recursos naturales. La competencia, el eje original del desarrollo capitalista, se extingue a fin de mantener todo el proceso productivo en un entorno monopolístico global.

El estado actual y la tendencia en la que el capitalismo v.2.0 ha colocado a la economía mundial apuntan al colapso generalizado debido a la absorción de toda la riqueza por los monopolios. Sólo es cuestión de tiempo. Para algunos esto aún no resulta evidente porque la migración de los centros de poder económico, concretamente hacia China que oculta temporalmente con su crecimiento ilusorio -porque es a costa del mundo occidental-, la inminencia de una economía deglutida por los monopolios.

La solución no está en manos de quienes dirigen la política económica de los países, quienes no atinan a entender el fenómeno y les rebasa la realidad de la actual macro-tendencia global.

Sólo dando vuelta a la tortilla, haciendo que vuelva a manos de la gente el 85% del valor de las ventas se podrá evitar el colapso. En realidad son totalmente prescindibles los servicios del sistema bancario-financiero-monetario cuando a la gente le resulta factible otorgarse crédito mutuamente, a través de sistemas de información y confianza, los cuales pueden reforzarse con el uso de internet. Pueden prescindirse de los grandes monopolios comercializadores con el mercadeo persona a persona o en redes y además suplir así con información confiable la publicidad tendenciosa, abatiendo los costos inflados por los monopolios televisivos. Es sólo con el poder de la gente común y corriente, con las capacidades de trabajo, consumo responsable, promoción de boca en boca, como se podrá contrarrestar la crisis del sistema.


Twitter: @jlgutierrez

ciudadaní[email protected]


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