Opciones y Desiciones / Estimar para justipreciar - LJA Aguascalientes
23/11/2024

Observar, conocer y comprender en profundidad alguna realidad nos lleva a estimarla. A esta capacidad de estimar lo valioso de cada cosa, José Ortega y Gasset la designó como “facultad estimativa”. Y ésta se comprende a plenitud en el proceso de construir actitudes centradas en el enfoque a valores. Este es un gran supuesto de la Ética, coloreada bajo las luces y sombras de la Axiología, que no es sino una mirada a “lo valioso” (axios y logos= digno, valioso y tratado).

Resulta oportuna esta referencia, especialmente cuando en nuestro entorno local, nacional e internacional, se están jugando decisiones de la más alta prioridad e igualmente de la más intrincada complejidad. Para entender cabalmente esta afirmación, hace falta referirnos a hechos concretos que podemos no estar percibiendo como “valiosos” y, por tanto, dignos de atención y de manejo.

Podemos lanzar una mirada de barrido, por ejemplo, a nivel de nuestro entorno local; y observar que en Aguascalientes, acaba de concluir la II Cumbre Iberoamericana por Agendas Locales de Género, después de cinco días de debates y deliberaciones, que no mereció la presencia y atención interesada de los alcaldes electos del estado, iniciando por el de esta ciudad capital; ni de los diputados locales electos que están próximos a tomar posesión de su cargo constitucional en cuestión de 33 días. Esta ausencia, justificaciones aparte, indica que no se considera valioso un enfoque de planificación gubernamental desde lo local, centrado en los valores propios de la equidad de género, en el abordaje de la perspectiva de las violencias de todo tipo que ocurren en el todo social del municipio enfáticamente contra las mujeres, y en la desigualdad laboral prevaleciente sobre el gran conjunto poblacional femenino, que rebasa el 51% del total, por lo que de ninguna manera puede ser tomado como un simple “colectivo” con problemas especiales.

En contraparte, se nos informa por la prensa que el alcalde electo Antonio Martín del Campo deja a la suerte del Poder Judicial la determinación de aplicar o no la norma de Mando Único policial, argumentando en substancia que “el que paga, manda”, trasladando así este deber al Gobierno del Estado y/o impulsando una acción de inconstitucionalidad; eso por lo que toca a la política de estado, federal, que ensaya de re-editar el servicio policial preventivo de nivel central. Asunto crítico, a no dudar, para todo el país, lo que implica un contexto socio-político general en el cual está enclavado nuestro municipio. Y, en otro aspecto administrativo, anticipa igualmente que una vez que asuma su cargo en la Presidencia Municipal, habrá de desaparecer la Coordinación de Verificación Única, a la que califica de “desastre” en la administración de Lorena Martínez Rodríguez. En lo personal, desconozco si hubo tal o la magnitud de este supuesto fracaso del  reordenamiento municipal para supervisar los diversos giros comerciales y mercantiles que operan en su territorio, pero es un hecho incontrovertible que la forma dispersa y discrecional como se venía operando fue la causa de que el Cabildo del H. Ayuntamiento 2011-2013, actuante, y los funcionarios realizaran un diagnóstico a tierra  y crudo sobre su tradicional “modus operandi”, que dio pábulo a corruptelas de todo tipo y al abuso incontrolado sobre los propios contribuyentes. Entonces, en dónde está “el desastre”, a no ser que se quiera regresar al anterior estado de cosas y “a río revuelto”… Declarar, no es probar; hay que fundamentar con evidencias.

Y, en otro orden de cosas, también desde lo local. Es notorio que no estemos hablando en estos días, aciagos para una buena parte del país con sus estados y municipios a prueba por lo torrencial de las lluvias traídas por los huracanes recientes, acerca de inundaciones o deslaves sobre todo en la franja oriente de la ciudad; desde luego asumiendo la clara excepción habida de los daños causados en el noroeste colindante con el municipio de Jesús María, en días pasados. Y este silencio es por demás elocuente. Resulta que el proyecto de Línea Verde implica el encauce de arroyos y escorrentías, mediante un moderno sistema de alcantarillado y drenaje, mediante la conducción de líneas de agua, tanto tratadas como potables, para dar vida a las áreas jardinadas de la superficie. Pues resulta, ¡oh sorpresa! que hoy por hoy no estamos hablando de las inundaciones o serias filtraciones que ocurrían desde los macro-fraccionamientos José Guadalupe Peralta, Los Cactus, o las Villas de Nuestra Señora de la Asunción, por sólo mencionar los más significativos. ¿Qué pasó? ¿Cómo se explica esto? A este respecto, lo único evidente es aquello de que “el silencio orgánico” es la salud; y, hoy, hay manifiesto silencio en esta otrora aciaga zona de la ciudad. Proyectos de gobierno y obras públicas de este calado son amores y no buenas razones.

Reflexiones, desde lo local, que dan una preciosa pauta para eso que Ortega y Gasset llama la “facultad estimativa”, que mucho deseamos vayan desarrollando nuestras autoridades en turno, so pena de convertir una plataforma de desarrollo correctamente encauzada, en una deriva caprichosa de cambiar por “parecer” mejor, a costa de –dice el Evangelio– arrojar las perlas a los cerdos.

En el contexto estatal y nacional, también se están jugando tan importantes como complejas decisiones, véase si no: las reformas educativas ya en curso de aplicación; las que están por ser promulgadas, como la Energética, la Hacendaria-Fiscal y la Política, cuyo nivel de complejidad tanto técnica, como propiamente legislativa y del orden político, las hace cruciales para el desarrollo de México en el mediano y largo plazo. Aquí, nuevamente, se hace necesario aplicar ese gran principio axiológico: “la facultad estimativa”, para poder declarar “valioso” a lo que así lo merece, y no enturbiarlo con aguas revolcadas en lodo, que sólo atienden al interés de grupo o de partido, por encima del bien común de la generalidad.

En conclusión, resulta del todo inaceptable el pretender zanjar la cuestión argumentando que la moral, la Ética o la Axiología, para el caso presente, es prerrogativa exclusiva del que opina o del que juzga, para dejar todo en la incertidumbre de la percepción, sea válida o no, de cada sujeto. Este punto de vista además de totalmente falso, es reduccionista al omitir el compromiso con la realidad, la objetividad y el enfoque hacia los fines y los principios superiores del bien común.  Contrariamente a lo que vulgarmente el “sentido común” llama concepto abstracto, universal y genérico, para referirse al juicio ético o moral, la Ética Social, contemporáneamente llamada Bióetica de Lo Social, lo desmiente al situar la responsabilidad en las acciones prácticas y concretas, ya sean de un individuo o de autoridades públicas, y éstas dependen en última instancia precisamente de la sensibilidad hacia esa “facultad estimativa”; que más que un desiderátum es un auténtico imperativo.

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