El valor de la comunicación en la familia / Discere - LJA Aguascalientes
16/11/2024

¡Qué descansada vida

la del que huye del mundanal ruido,

y sigue la escondida

senda, por donde han ido

los pocos sabios que en el mundo han sido

Fray Luis de León. Siglo XVI

 

Hace unas semanas, un hecho que se divulgó ampliamente por las redes sociales me llamó profundamente la atención porque nunca pensé que algo así se convirtiera en una noticia que pudiera atraer tantos lectores. Resulta que una familia canadiense decidió prescindir de las nuevas tecnologías, durante un año, para criar a sus hijos. Pretenden con esto, realizar una especie de vuelta a los 80´s por lo que sólo tendrán una TV, radio y un video VHS.

La idea inicial era documentarlo como un proyecto, pero finalmente reconocieron que en realidad lo que querían era probar otro estilo de vida, ya que como familia empezaban a vivir aislados, concentrados cada quien en su teléfono inteligente. Quieren vivir, disfrutar de su familia y sentirse unidos, y consideran que con las nuevas tecnologías no lo estaban logrando. La conclusión es que desean criar a sus hijos de la misma forma en la que ellos fueron criados. “Quieren enseñarles a sus hijos cómo es la vida”. Pero ¿cómo es la vida que según ellos quieren enseñar a sus hijos?


Es obvio que no se refieren a la misma a la que alude Fray Luis de León en su famosa “Oda a la vida retirada”, no se trata de vivir una vida campestre, alejada del mundanal ruido y en soledad: “¡Oh campo, oh monte, oh río, ¡Oh secreto seguro deleitoso!”, pero si la idea era enseñarles cómo es la vida, debieron permanecer como estaban, porque la vida actual está impregnada de tecnología, sea bien o mal usada. Buscar el aislamiento tecnológico no me parece la mejor estrategia. Tal vez si los dejaran frente a un televisor lo aprenderían de manera intensiva, ya que los medios replican magistralmente la sociedad actual que se distingue por ser egoísta, hedonista y violenta. Sin embargo, entiendo perfectamente, como lo entiende cualquiera que haya leído la noticia, que no es eso lo que querían.

Lo que en realidad buscan es recuperar el valor de la comunicación, o lo que es lo mismo, el arte de poder hablar y escuchar mientras se miran a los ojos sin que ningún aparato se interponga entre ellos y, paradójicamente, pretenden lograrlo prescindiendo de las Tecnologías de la Información y de la Comunicación (TIC´s), que son herramientas que se desarrollaron justamente con la función prioritaria de comunicar. Claro que si querían recuperar esta actividad tan importante, no debieron llevarse una TV porque puede ocasionar lo mismo de lo que ahora están huyendo.

Casi por las mismas fechas, en un restaurante, pude ver una familia con dos hijos. Cada uno de ellos tenía en sus manos una tablet con la que jugaban entretenidos, ignorándose mutuamente e ignorando de paso a sus padres. El papá, por su parte, tecleaba con nerviosismo su Smartphone, mientras la mamá, la única del grupo que no estaba utilizando ningún tipo de tecnología, fijaba su vista en la nada mientras parecía resignarse a una soledad en compañía. Entonces entendí la decisión de esa familia canadiense y estuve tentada a recomendársela a esta otra familia, que representaba de una manera tan evidente las consecuencias del mal uso de la tecnología.

La familia, el reducto por excelencia donde el niño aprende a socializar, se empieza a convertir en un espacio donde aprende a aislarse. Antes era la TV en cada habitación la que ayudaba a este aislamiento, después, el lugar fue ocupado por la computadora con internet y ahora, los teléfonos inteligentes parecen haberse adueñado de la voluntad y el interés de todos y cada uno de los miembros de la familia.

La comunicación es necesaria en todos los ámbitos de la vida, pero en el hogar se convierte en un mecanismo esencial para la buena relación de todos sus elementos y debe contar con canales apropiados para que sea clara, directa y sin ninguna interferencia. El abuso de las nuevas tecnologías reduce el tiempo que se puede dedicar a actividades más sanas y productivas como son precisamente esa comunicación en la familia, el deporte, la recreación al aire libre o la lectura.

Su abuso está ocasionando también una disminución en la capacidad de concentración de muchos niños que, acostumbrados a la rapidez con la que obtienen información, ya no son capaces de atender una conversación, escuchar al profesor o concentrar su mente en un problema y está afectando además su capacidad para el esfuerzo, la paciencia y la perseverancia.

Tal vez no sea necesario alejarse un año de las tecnologías, creo que sería suficiente con aprender a usarlas y después enseñárselo a los hijos; así como mostrarles los riesgos relacionados con su seguridad; todo lo que signifique una falta de respeto hacia el otro; instruirlos sobre las consecuencias del aislamiento de la realidad en aras de una socialización virtual; o establecer reglas claras para evitar la adicción. En esa tarea, como en otras que involucran la educación de los hijos, la familia tiene un papel preponderante y debe ejercerlo sin miedo, con conocimiento de causa y firmeza, pero sobre todo con la fuerza que proporciona el ejemplo. Decía André Maurois: “Una familia feliz es una larga conversación que siempre parece demasiado corta”.

[email protected]

Twitter: @petrallamas


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