En efecto estimado lector, una semana más con casi la misma agenda nacional y al parecer todo seguirá igual, catástrofes naturales y sociopolíticas, cobertura mediática desmedida a ciertos acontecimientos, reacciones de actores políticos que habían perdido fuerza y que regresan a escena, en fin, un país desdibujado, sin brújula, acechado por actos de rapiña y vandalismo no sólo ocasionado por la madre naturaleza, sino por los verdaderos intereses de la élite política.
Los fenómenos naturales hacen su parte y los políticos la suya, bueno, a decir verdad pareciera que estos últimos no hacen la suya, somos una sociedad donde las cosas pasan al revés como citan algunos autores y nos identifican como pueblo kafkiano, dignos representantes del realismo mágico, o habitantes del país de las maravillas.
Como sea, el problema es que nuestra estructura social no responde a la realidad de los hechos. Haga memoria de los acontecimientos inauditos de la semana que está por terminar, primero a falta de atención del gobierno municipal, estatal y federal, en Aldama Tamaulipas el crimen organizado tomó cartas en el asunto e implementó una brigada de asistencia social. En una comunidad golpeada por los fenómenos naturales donde la ayuda no llegó a tiempo y a sus habitantes no les quedó otra más que agradecer a los que, en ese acto quisieron emular al viejo Robin Hood.
La pregunta obligada es ¿cómo un grupo de la delincuencia organizada puede moverse libremente por territorio tamaulipeco, plantarse en las inmediaciones de un centro comercial y repartir víveres a los habitantes del lugar sin que las autoridades hagan nada? Más efectivos que el DNIII y con mejor logística que la SEGOB, le digo amable lector que por eso nos tachan de pueblo mágico.
Pero eso no es todo, el teatro de lo absurdo de Eugene Ionesco es de párvulos ante las hermosas anécdotas que tendremos que contar dentro de unas semanas y que por cierto en dichas historias están involucrados los medios, el gobierno, las figuras de la farándula y los gobernantes.
Le cuento para que recuerde el hecho, resulta que el gobernador Ávila, (sucesor de las glorias del señor presidente) responsable y pendiente de los desastres naturales que golpean a nuestra tierra mandó tres helicópteros a Guerrero, su misión: apoyar en las labores de rescate de damnificados, transporte de víveres y atención médica.
Mientras uno de esos helicópteros sobrevolaba la zona y las personas en tierra padecían el tránsito entre corrientes de agua y lodo, de pronto, al más puro estilo del gran reportaje televisivo apareció una de las figuras más emblemáticas del canal de las estrellas ataviada como rescatista del Estado de México. Ya con el escenario preparado, las cámaras listas para disparar el botón rojo, la aeronave donde viajaba se postró a una altura donde el staff de producción que se emplazó en tierra pudiera ver a detalle todo el operativo y si, Laura Bozzo bajó por una cuerda cual amazona mientras que sus colaboradores incitaban a la población a acercarse a saludarle.
Eso como sea pero ¿sabe qué es lo peor e indignante? Que los damnificados corrieron a abrazarla, que le celebraron su llegada y por un momento se olvidaron de su desgracia pero ¿y luego?
Gobiernos tan serios como el del Estado de México, televisoras de primera categoría a nivel mundial, personajes con una trayectoria periodística de los tamaños de la peruana, no podemos esperar ese tipo de farsas de parte de este grupo de expertos comprometidos con su profesión y con la sociedad.
Recursos públicos al servicio de la iniciativa privada, acaso dentro de la reforma de telecomunicaciones viene un apartado donde favorezca a las televisoras concesionadas proporcionándoles equipo técnico, apoyo humano, cobertura nacional sin límite ¿a cambio de qué?
Ante estos fenómenos socio-mediáticos, ¿qué se hace, a quién se denuncia, cómo se le dice a la población vulnerable y asidua consumidora de este tipo de lenguaje televisivo barato que no caiga en el juego? que su desgracia no es un show de televisión, que la cobertura de su tragedia no es a través de programas de falso contenido, que el trasfondo de todo el montaje es conseguir más audiencia y así garantizar anunciantes que se traducen en ganancia para la televisora y que de esas ganancias las víctimas, que en este caso se convierten en los actores protagónicos, no recibirán ningún beneficio.
La revista Proceso tiene el registro donde confirma que no es la primera vez que pasa este tipo de “propaganda” y “promoción”, mancuerna televisora/gobierno local en el estado donde calienta el sol.
No cabe duda, somos un pueblo de contrastes, somos hombres de maíz que nos deslumbra la modernidad, la tecnología y todo lo que brille aunque no sea valioso. No me diga que no está esperando cambiar su teléfono inteligente por la última novedad en el mercado aunque no le alcance para comprarlo y de paso no sepa como usarlo.
Twitter: @ericazocar