La firma del Pacto y los compromisos que genera han agudizado las contradicciones internas en los partidos que lo integran.
En el caso del PRD es cotidiano que se ventilen las diferencias entre los distintos grupos y corrientes que integran el partido. Hay dos corrientes que se han manifestado en contra, una está representada por René Bejarano y Dolores Padierna. Ellos, después de la salida de Andrés del PRD, son la parte más “dura” que mantiene posiciones ideológicas de una izquierda más beligerante.
Otra corriente al interior del PRD que se opone al Pacto es la que encabeza Marcelo Ebrad y Manuel Camacho. La razón principal es que no son tomados en cuenta para participar en el proceso de discusión y análisis, ya que sólo la corriente de “Los chuchos” es la que está al frente tomando decisiones.
En el caso PAN hay dos corrientes que mantienen posiciones encontradas y que se han hecho públicas, a tal grado que terminaron convocando a un Congreso Nacional para modificar los estatutos y cambiar el método de elección de sus dirigentes. Por un lado está el grupo de Pablo Emilio Madero y por el otro los Senadores afines a Felipe Calderón, encabezado por su coordinador Ernesto Cordero y Roberto Gil Zuarth.
En el caso del PRI parecería que todo es miel sobre hojuelas. Que ellos no enfrentan proceso de contradicción y que actúan como un bloque homogéneo, pero no es así.
Se está gestando una crisis interna que se va a manifestar en contra de las reformas estructurales derivadas del Pacto. En el caso de los líderes sindicales, ejercieron ya una presión tan grande que finalmente doblaron al PRI y al Presidente, pues en la reforma laboral aprobada en diciembre del año pasado, se quitó del dictamen el proceso de elección directa y la rendición de cuentas.
Otro bloque que va a estar en contra del espíritu renovador son los gobernadores. Van a empezar a ejercer presión a través de los Senadores y los diputados federales de sus estados. Como no se atreven a plantearle al Presidente su inconformidad, lo van a hacer a través de ellos argumentando que estas medidas atentan contra el federalismo.
Los aspectos donde los gobernadores de filiación priísta van a centrar su energía serán el impedir la desaparición de los tribunales locales electorales y los institutos estatales electorales, ya que consideran que pierden el control de los procesos electivos y no están dispuestos a correr riesgos.
En segundo lugar van a disputar a como dé lugar, mantener el Fondo de Apoyo a la Educación Básica. Este es un fondo que concentra una gran cantidad de recursos económicos que se supone, están etiquetado para actividades educativas pero que en realidad cumplen un papel de caja chica para el gobernador en turno.
Este Fondo se aplica en menor medida a aspectos educativos, y el uso principal es el manejo discrecional de éste para cualquier cantidad de usos que el gobernador disponga, incluyendo la corrupción. El abuso y corrupción de estos recursos ha obligado al gobierno federal ha pensar en centralizar nuevamente el Fondo, y se está promoviendo una reforma legal para regresarlo nuevamente a la Secretaría de Educación Pública.
Otro Fondo que se descentralizó en el gobierno de Ernesto Zedillo es el Fondo de Apoyo al Sector Salud. Los casos de escándalos de corrupción en un rubro tan sensible a la población están a la vista. Si no, véase el caso del gobernador Granier que compró remesas de penicilina que en el mercado al menudeo costaba doce pesos y él las adquirió supuestamente a 39 pesos, tres veces más que su precio al menudeo .
El caso de Aguascalientes y de otros estados en la compra de equipo médico, que nunca existió y que se reportó como compras y equipamiento inexistente, es otro ejemplo que da muestra de ello. Se pretende poner orden e impedir actos de corrupción a costa de la salud de la población más vulnerable.
Éstas son, entre otras, las reformas que van a poner en crisis a los grupos al interior del PRI, y es entonces donde se van a observar las contradicciones.
Mi correo: [email protected]
