Con frecuencia hemos estado leyendo noticias referentes a los desencuentros con el procurador del estado, Felipe Muñoz Vázquez, algunos de estos momentos realmente han sido un desatino, nada más basta recordar la conferencia de prensa donde se señalaba a un partido político de tener nexos con el crimen organizado. En plena campaña política, previo a las elecciones esa noticia era, o al menos así parecía, un claro golpe destinado a un partido distinto al que gobierna el estado; finalmente en ese mal cálculo del impacto resultó ser que en la casa denunciada como el domicilio relacionado con el narcotráfico se encontró propaganda del PRI. Autogol, los resultados de las elecciones ya los conocemos. ¿Impactó o no en el voto final éste y otros tantos errores al revolucionario institucional? La respuesta es evidente.
Sin lugar a duda el trabajo de la procuraduría de justicia del estado es fundamental para la seguridad y la estabilidad de la ciudadanía; la labor que desempaña dicha institución debe estar enfocada a ser un cauce más del acceso y la aplicación de la justicia. Por lo tanto debería de ser una instancia que dé certeza a todos los sectores sociales y políticos, desde luego fundada en la transparencia, porque no se puede concebir la democracia sin la evaluación de los resultados y la franca imparcialidad de la justicia.
El papel de la procuración de justicia es dar certeza a la sociedad de que la justicia no sirve ni se usa para ajustes de cuentas entre partidos ni entre particulares, que quien representa esta entidad de gobierno refuerza el deseo social de paz y seguridad.
De los cuestionamientos que el congreso del estado ha hecho y la solicitud de que comparezca el procurador de justicia, Felipe Muñoz Vázquez, y la ultranza negativa de la bancada priísta para que esto ocurra, el único mensaje que se lee es el de encubrir al procurador y ese es otro error. ¿De qué lo tienen que cubrir? Lo bueno parece malo, si lo que desean es evitar un golpe mediático al procurador le hacen poco favor, porque con su negativa alimentan la suspicacia sobre el trabajo que hace.
Desde el lado de la ciudadanía las miradas con toda seguridad serán muchas y diversas, sin embargo lo que coincide, el común denominador, es preguntarnos si no es un derecho en la democracia, como la que tanto se presume en Aguascalientes, a la información, a la rendición de cuentas, a la transparencia de los procesos judiciales, de las investigaciones y en sí, el derecho a conocer los cauces que toma la justicia que se imparte en el estado.
Por estos días hemos escuchado y leído varias declaraciones que muestran que ni todos los amigos son amigos y a ratos ni aliados sino todo lo contrarios, lo desatinado de sus acciones no deja duda de que hay personajes que navegan con una bandera y en los hechos ejercen principios contrarios. Nada ayuda maquillar esas relaciones, no hay necesidad de salir a defender a nadie porque ese respaldo se lee como imposición de tal o cual cargo, como necedad. El propio trabajo de estos personajes es el que debería responder a cada cuestionamiento, si estamos o no de acuerdo es otra cosa, pero es el trabajo, los resultados y la rendición de cuentas lo único que puede responder y calificar el buen desempeño; la percepción social no se logra con notitas en los periódicos, con espacios en la radio en las principales estaciones, en los noticieros más escuchados; de nada vale ir y dar a conocer los logros mientras las preguntas que flotan en el común de la sociedad se encuentran sólo con los silencios institucionales.
Esa es una mala práctica que varios actores políticos suelen tener, en días pasados igual pudimos escuchar al prelado de Aguascalientes declarar sin empacho que es una exageración la persecución del ex gobernador Luis Armando Reynoso Femat, si nada más se robo unos cuantos pesos. Qué descaro del curita, ya les da lo mismo que se lave dinero en los templos o que se deje en la impunidad a quienes se enriquecen a costa de las miles de familias que durante generaciones morirán en la pobreza. ¿Qué es lo que merece como respuesta desde el estado, desde la procuración de justicia, quien declara que el robo y la impunidad pueden subsistir en la sociedad? ¿Acaso no merecía un llamado enérgico, acaso no había que marcar una clara separación de esa falsa idea oscurantista de justicia? Pero no, nada de eso ocurrió; salvo algunos medios que cuestionaron estas malas declaraciones de la iglesia católica, los demás guardaron silencio o salieron por la puerta trasera quedándose en medio. Respondiendo a una pregunta con otra pregunta.
La justicia divina y la justicia terrenal están en una crisis, una crisis ética, de principios, ligados a los derechos humanos, a la democracia, a la justicia y la rendición de cuentas. No es casualidad que quienes procuran hacer de Aguascalientes un mejor estado se entretengan más en disculpar la prepotencia y proteger a quienes poco les ayudan. En realidad es poco tiempo, ni siquiera van tres años de seis que gobernaran para tan temprano gastar recursos y energía defendiendo lo que no se puede. Es mejor corregir y seguir adelante que salir cada tercer día a decir, no me ayudes compadre.