En todos los tiempos, en todos los países, quienes detentan el poder han elaborado terribles, temibles mentiras para disfrazar los actos deshonestos que no buscan el bien común, sino el interés particular de quien gobierna. La ya anunciada invasión a Siria podría ser la siguiente estafa del primer presidente afroamericano de los Estados Unidos. Siguiendo la línea y el ejemplo de dos ex presidentes americanos que lo precedieron, me refiero a los Bush, tanto al padre George H. W. Bush (quien gobernó de 1989 a 1993 y en complicidad con Saddam Hussein crearon un circo de la Invasión de Irak a Kuwait para justificar una guerra que ayudó a los Estados Unidos a salir de una depresión económica), como al hijo, George W. Bush (gobernante de 2001 al 2009 que invadió Irak argumentando un arsenal de armas químicas), el turno le llegó a Obama de inventarse algún motivo que justifique el envío de tropas a Siria. El uso de armas químicas en contra de la población es lo que, de súbito, fue imperdonable, y lo que blanden como razón para la próxima invasión y futuro bombardeo del territorio sirio. Está bien que el gobierno masacre a los rebeldes y a los civiles, siempre y cuando lo hago con metralla, balas, bombas, cuchillos, misiles, explosivos y, si quiere, hasta a escupitajos. Pero si mata a alguien usando armas químicas eso sí es una llamada de alarma internacional que no se puede dejar pasar. “¡Uuuuhhhh! ¡Qué miedo! ¡Usa armas químicas!” Lo mismo mata una bala que un gas tóxico, y en cualquier escala de valores lo mismo da matar a alguien con una daga que pasándole por encima un elefante. Matar es lo terrible, no la forma en que lo haga uno. Esto mueve a risa como si se tratara de una película de Mel Brooks, en donde no importa que estén masacrándose los sirios entre ellos con el apoyo de Rusia para el gobierno y el de Estados Unidos para los rebeldes, hasta el momento en que alguien usa armas químicas y todo el mundo, entonces sí, se preocupa y quiere tomar cartas en el asunto.
Pero así las cosas, Vladimir Putin, el gobernante de Rusia, parece tener un particular interés en manejar el territorio de Siria e incrementar su rango de influencia en esa parte del mundo, mientras que Obama ha encontrado en el juego de la guerra grande afición. No sólo ha retrasado hasta lo imposible la salida de Afganistán de sus tropas, sino que ahora pretende embarcarse en otra guerra sin aparente sentido práctico, que sin duda responde de alguna manera a sus intereses particulares y a los de aquellos que lo pusieron en la presidencia de nuestro vecino país.
Una pequeña guerra fría entre Estados Unidos y Rusia está por llegar a su desenlace, probablemente de una manera poco diplomática. Gran Bretaña, Francia y Estados Unidos han comenzado a desplazar hacia Siria algunas fuerzas marítimas, al mismo tiempo están colocando en bases cercanas algunos aviones de combate, con vistas a la invasión; mientras que Rusia ha enviado un par de buques de guerra a las costas más cercanas del mediterráneo, e Irán ha amenazado su intervención en el conflicto de darse la invasión, pero sin duda el país quien decidirá esta vez la balanza será China. Si China permanece neutral ante la invasión, Estados Unidos y sus aliados se habrán ganado otro Irak, otro Afganistán para ellos. Pero si China decide que es hora de comenzar a ejercer su hegemonía, no sólo tendremos un conflicto duradero a mediano plazo de tinte internacional, sino que estaremos asistiendo al comienzo de la disolución del poder y la influencia de los Estados Unidos y el posicionamiento mundial del otrora llamado “Gigante Rojo”, mote que recibió en sus tiempos de comunismo exacerbado. Y es que donde está el dinero está el poder, y China ciertamente es mucho más poderosa ahora que un Estados Unidos que está endeudado, al grado de que pronto su deuda externa será impagable. La espada de Damocles pende encima de la mayor potencia mundial por un asunto que no es, siquiera, de interés nacional para el ciudadano americano. De hecho, los rebeldes en Siria están siendo apoyados por Al Quaeda, y es el grupo al que Estados Unidos pretende ayudar. ¿Contradictorio no?
¿Cuántas veces más Estados Unidos va a invadir a un país porque le conviene a sus intereses? No lo sé, pero la pregunta tal vez debería de ser al respecto de cómo será China si consigue consolidar su poder y ejercer la hegemonía mundial, porque probablemente cambiemos a los americanos imperialistas y oportunistas, por un regente más peligroso y agresivo. Y si bien un hombre, un presidente, un líder, no hace a una nación, la historia nos indica que cuando hemos tenido un invasor como la Francia de Napoleón, como la Alemania de Hitler, o como ahora Estados Unidos, el problema es que sus mismos ciudadanos, lejos de protestar por el desatino y tratar de detener la sinrazón y el atropello, marchan en dirección contraria, orgullosos de ser parte de la maquinaria que arrolla los derechos de los demás. El americano común y corriente, festeja con vítores y profundo nacionalismo las invasiones de su país disfrazadas por la sonora mentira de que están luchando por la libertad y por la seguridad. ¿Serán los chinos del futuro la copia de los gringos de hoy? Espero que no.