Estamos ya, estimado lector, a un año de la toma de protesta del presidente Peña Nieto. Un presidente que comenzó su sexenio bajo varios reflectores que a un año de distancia ya podemos empezar a revisar su validez o no. Un presidente que prometió “más empleo, mayor seguridad, y el regreso del crecimiento económico”, y que para sorpresa de muchos, marcó el regreso del PRI a la presidencia de la República después que en el año 2000 fue expulsado por el PAN. Un partido que se pensaba destruido totalmente en aquel entonces y que se vio que como ave fénix, regresó del más allá. Un presidente que en campaña comentó que este PRI era el nuevo PRI. Veamos el análisis preliminar de este primer año de gobierno.
El presidente Peña Nieto, en campaña atacó al PAN diciendo que no estaban haciendo nada para evitar la inseguridad, que la forma en que Calderón estaba atacando a los delincuentes no era la adecuada y que por tanto, en cuanto el llegara al poder se verían los cambios inmediatamente y la seguridad regresaría al país. La realidad es cruda, y no es como se puede plasmar en papel. Los niveles de inseguridad siguen al máximo, y no sólo eso. Actualmente ya podemos hablar de un estado fallido en Michoacán, en donde las renuncias por parte de gran parte del gabinete por la inseguridad son cada vez más frecuentes y los grupos de autodefensa, que pueden o no estar patrocinados por la delincuencia organizada (situación que no sabemos) pasaron de tres en el último año de Calderón a más de 46 reconocidos por la autoridad en este año. Las inversiones fluyen a cuentagotas, y la famosa inversión extranjera que tiene el país es más especulativa que real. La mayor inversión que se está dando es en el ramo automotriz, y no podemos en este caso quejarnos en Aguascalientes, ya que nos tocó la suerte de que Nissan instalara aquí su planta.
Por otro lado, prometió que si las reformas estructurales se aprobaban, entonces sí, ya podría hablarse de crecimientos del 6 por ciento anual. Las reformas se han aprobado y no se ve por ningún lado la recuperación económica. El Banco de México ha reducido su expectativa de crecimiento del país a 1.6 por ciento, y la realidad es que será menor, para mí, el crecimiento del país será aproximadamente del 0.5 por ciento para este año, y siendo optimista, espero equivocarme. La reforma de telecomunicaciones que haría que el gobierno tuviera recursos extras no fue más que eso, una reforma muerta, no hemos visto ni siquiera la posibilidad remota de que se licite la tercera cadena nacional (que representan ingresos al país) o la subasta del espectro radiofónico y celular que también implica recursos al país. Por otro lado, los ingresos petroleros van en caída, y no precisamente por el precio que baja, sino porque se está extrayendo menos cada vez. Si a esto le sumamos las reformas pendientes, una reforma financiera que lo que hace es darle “dientes” a los bancos e instituciones financieras y que se espera que ellas bajen las tasas de interés por su “buena voluntad”, una reforma energética que está dividiendo al país porque seguimos pensando que el petróleo es una panacea para el país (¿por qué pagamos una gasolina más cara que otros países y no se hace nada para remediarlo?¿dónde quedó la refinería bicentenario? O peor aún ¿dónde quedó ese dinero?) y la realidad es que no lo es, ni lo será.
Un país con incrementos considerables en desplazados de sus lugares de origen por la violencia, donde la pobreza va en aumento cada vez más y más, y donde el gobierno tiene un subejercicio importante del presupuesto de egresos, donde los apoyos a las empresas que en estos momentos son tan críticos y necesarios se retrasan innecesariamente y se otorgan (como siempre ha sido) a los amigos de los gobernantes en turno, pues como es entonces que se espera que el país salga adelante.
Las noticias de una posible invasión a Siria y del fin del programa de estímulos del gobierno de Barack Obama, no hacen más que enrarecer el ambiente económico y financiero del país. Empezaremos a escuchar pretextos por un lado o por otro, la realidad es que los que nos dedicamos a trabajar y hacer algo por el país nos encontramos secuestrados por dos ideologías que no aportan. Por la derecha gobernante que busca seguir en el top ten de Forbes aunque esto implique tener a la mitad de la población en pobreza, y por la izquierda acomodaticia, que el statu quo le conviene debido principalmente a que el estado protector la sigue manteniendo sin hacer nada.
Pobre México, tan lejos de Dios y tan cerca de políticos de cuarta.
Comentarios a [email protected]