Todos hemos sido informados de los excesos que se han dado en la Ciudad de México por los grupos de maestros, afectando a todos los habitantes del Distrito Federal. Lo que comenzó como un movimiento de protesta de los maestros frente a la reforma educativa y que afectó la tranquilidad de habitantes de regiones de Oaxaca, Michoacán, Guerrero, Chiapas y en menor cantidad de algunas entidades vecinas de las antes enumeradas, mutó a movimientos violentos y agresivos. En el caso de las policías comunitarias y los grupos de autodefensa se comenzó tarde a desarmar a esos grupos de ciudadanos que tomaron las carreteras y caminos vecinales, cerrando el paso a los ciudadanos que tienen la necesidad de circular por las mismas; increíblemente esos grupos comenzaron a administrar sus propias cárceles y a pre-juzgar a aquéllos que les parecían sospechosos, inclusive señalando que las policías estaban corruptas y amafiadas con la delincuencia organizada. A través de las redes nos llegan mensajes de los líderes de estos grupos que ya no se quejan de la inseguridad sino que ya pasaron a la fase dos, la que consiste en pedir la renuncia del presidente municipal y del gobernador del estado al que pertenecen. El secretario de gobernación declaró que les falló la estrategia en Michoacán y que en 159 días estarán reiniciando otra más efectiva. Habrá que ver.
En muchos casos, según analistas nacionales y extranjeros, detrás de estos grupos de auto-gestión de seguridad, están los grupos criminales que los entrenan, arman y financian para que no dejen entrar a la competencia; esto la autoridad no lo ha desmentido ni afirmado. Su silencio ha sido bastante significativo.
En los últimos días han sido detenidos por estos grupos comunitarios, soldados, policías -tanto locales como federales-, autoridades municipales y estatales, y han sido liberados hasta que se acepten sus peticiones, que en algunos casos son el liberar a personas que violaron la ley; o bien que no sean castigados por sus violaciones a la ley. Ahora que la autoridad tendrá que restablecer el estado de derecho y aplicar la ley como es su obligación el costo va a ser muy alto, muy contrario a si se hubiera actuado a tiempo lo mismo que depurando los cuerpos policiacos y combatiendo la corrupción en todos los niveles de gobierno.
Hoy ya no hay diálogo sólo exigencias, y las posiciones son inamovibles, por lo cual es muy difícil que estos conflictos se vayan a resolver en las mesas de negociaciones en donde las partes deberían privilegiar la aplicación de la ley y que la justicia social sea lo que motive todas las acciones.
En el caso de los maestros cuyo modus vivendi -en los estados del sureste- es parar sus labores por cualquier pretexto, pues ya ni siquiera se preocupan por seguir las instancias de la Ley Federal del Trabajo para denunciar violaciones a su contrato colectivo de trabajo y que la autoridad resuelva si tienen la razón. Estos maestros se dieron cuenta que pueden parar labores cada vez que estén cansados o irritados y no pasa nada pues les siguen pagando, con lo cual no tienen la necesidad de trabajar, -como lo tiene que hacer cualquier otro mexicano-, luego comenzaron a apoyar a los grupos policiacos anteriormente mencionados y a protestar por la detención de algunos de ellos que inclusive llegaron a andar armados fuera de las poblaciones que según ellos defendían, después se inconformaron por las reformas constitucionales en cuestiones energéticas, pues lo curioso es que se dio la reforma constitucional en materia educativa y en ningún momento aparte de declaraciones en contra de la misma se dieron.
Sin embargo al anunciarse que el Congreso de la Unión iba a discutir y en su caso aprobar las leyes reglamentarias de dicha reforma y al darse cuenta que ya no había nada más que destruir en sus estados de origen y con gobernadores y presidentes municipales allanados y atemorizados y en el plan de que el gobierno federal sea el que le entre al toro, entonces deciden ir a la capital y de una vez sacar el colmillo y sus intenciones de desestabilizar al gobierno federal, pues saben que el gobierno capitalino no opondrá resistencia y que los habitantes del Distrito Federal verán a su gobierno más ocupado en aprovisionar de agua y baños a los violentos que en preocuparse porque los habitantes de la gran ciudad lleguen a sus trabajos o que sus negocios sean afectados sin deberla.
Estos grupos no sólo secuestraron la Cámara de Diputados y de Senadores, sino que todas las calles aledañas al Zócalo de la ciudad están bloqueadas con el consiguiente daño a todos los negocios del área y a los trabajadores que tienen la necesidad de llegar a esos sitios. El viernes el atrevimiento y desafío a las autoridades fue mayor al generar una situación caótica que afectó a miles de ciudadanos tanto nacionales como extranjeros al llegar al aeropuerto internacional de la ciudad de México para tomarlo y desquiciar la llegada y salida de pasajeros al Distrito Federal, pero no sólo eso sino que a todos los habitantes del oriente de la ciudad les desquiciaron sus vidas y les impidieron realizar sus actividades habituales.
A pesar de todo lo anterior no han logrado que la autoridad los reprima y que haya muertos, pues es lo que necesitan para crear mártires.
Esta situación está llegando a un momento crítico en que a la autoridad no le quedará de otra más que actuar con la ley en la mano. La intransigencia nunca ha dado dividendos, pero sí desgracias.
Diálogo ¿con quién? Si ni los diputados y senadores de izquierda pudieron llegar a acuerdos. Lo que en realidad quieren es el poder.