Tiene razón el gobernador de Aguascalientes, el atentado al hermano del alcalde electo del Municipio de la capital es un “hecho aislado”. Aislado de la justicia, del estado de derecho y por si fuera poco del sentido común. Dice José Carlos Lozano de la Torre que no le compete dar una “versión oficial” de los hechos, no obstante, mondo y lirondo sí puede presumir como autoridad el regalo de 50 bicicletas a la UAA. Pero como la voz del gobernador alérgico a la verdad, no es la voz del pueblo y mucho menos la voz de Dios, los medios claqueros de comunicación a su servicio difundieron apresuradamente la “información” que convino a los intereses políticos del ejecutivo estatal: “Balean en un asalto al hermano del alcalde electo Antonio Martín del Campo en calles del norte de la ciudad, cuando éste llegaba a su domicilio con una importante cantidad de dinero, luego de la agresión los presuntos responsables intentaron darse a la fuga, sin embargo versiones extraoficiales señalan que al menos dos de los delincuentes fueron detenidos, mientras que la víctima fue hospitalizada.” Bajo este contexto la nota roja fue difundida y banalizada con el objetivo de que la opinión pública asociara estos hechos con el asalto a un “prestamista” que para desgracia y sorpresa de sus detractores sobrevivió a una herida de bala en la cabeza que se internó por la parte izquierda de la nuca con orificio de salida en el pómulo derecho. Los que pensaron y desearon muerto al hermano del alcalde electo están pasmados por la trayectoria de un proyectil que en su vuelo letal no logró dañar el bulbo raquídeo, ni la médula espinal, ni mucho menos la muela del juicio, que afortunadamente nunca perdió el hermano del alcalde que hoy celebra vivir para contar su desventura. No lo asaltaron, no cruzó la calle para entrar a su domicilio, no llegó a la medianoche, no traía una suma importante de dinero, no fueron detenidos sus agresores. Llegó a su casa en su camioneta aproximadamente a las 10:20 de la noche y traía en su cartera 15 mil 200 pesos. Le dispararon por la espalda desde una motocicleta en movimiento a escasos cuatro metros y se desplomó por el impacto. Nunca perdió el conocimiento y logró pedir auxilio a sus vecinos, quienes con un singular valor civil lo trasladaron de manera inmediata al hospital más cercano en una camioneta particular. Es lamentable que ante estos hechos el gobernador, en lugar de echar la verdad por delante, en un simple ejercicio de derecho a la información veraz y objetiva, haya ordenado a la Procuraduría General de Justicia en el Estado, se le practicara a la víctima un riguroso examen toxicológico. ¿Qué pretendió con ello el gobernador? ¿Encontrar alcohol, anfetaminas, barbitúricos, benzodiazepinas: cocaína, heroína, morfina, metadona, fenciclidina, propoxifeno o tetrahidrocannabinol? ¿Acaso buscaba sangre azul en la estirpe panista vendedora de tacos que derrotó a su príncipe tricolor? Bien dicen que el león cree que todos son de su condición.
La sociedad de Aguascalientes sabe que los tinterillos a sueldo al servicio del gobernador son incapaces de cumplir con los principios deontológicos del periodismo que construye ciudadanía. Esos “comunicadores” que se han formado en las oficinas de prensa de los malditos gobiernos del PRI son expertos en vender las mentiras como verdades y disfrazar las felonías como virtudes. Defensores a ultranza de la opacidad periodística saben esconder malos manejos y cualquier tipo de fechoría si así lo ordenan desde arriba, siempre y cuando les acerquen el pezón generoso del “chayote” y hacer de tripas corazón la impunidad de la clase política en el poder. Ahí está el caso de Gustavo Arturo Lomelín, prófugo de la justicia, quien pretendió alzarse como héroe después de matar a sus supuestos secuestradores. Uno de ellos salvó la vida con un balazo en la cabeza y modificó la “verdad” de los dueños del dinero. Si el gobernador de Aguascalientes no conoce la verdad sobre lo que sucede en nuestra entidad no cabe duda que es un ignorante, pero si la conoce y a sabiendas de ello la esconde, es un criminal. ¿Qué esperamos entonces sus críticos? La rayuela de ayer de La Jornada Aguascalientes lo dice todo y eso debe preocupar a propios y extraños: “Con ‘casos aislados’ tan seguido, sólo queda esperar que en una de ésas no nos toque”.