Conmocionado por el despertar de la conciencia cívica provocada por el movimiento #YoSoy132, Enrique Peña Nieto y su equipo de campaña, a siete días de la elección, no han logrado encontrar la fórmula para contener el repudio nacional que la juventud estudiosa de México ha manifestado en su contra.
Las protestas anti peña, aunque las quieran asociar a sus adversarios políticos, son la genuina expresión de un movimiento estudiantil, no violento, ciudadano, político y apartidista, que agrupa a universidades públicas y privadas con el propósito de involucrar a la ciudadanía a luchar por sus derechos con absoluta libertad de expresión y defensa irrestricta de nuestra soberanía. La toma de decisiones la realizan de forma horizontal de ahí que su movimiento no tenga liderazgos convencionales. Fueron capaces de organizar un debate con sus propios medios con los candidatos presidenciales, apantallando a las grandes televisoras, al que Peña Nieto no asistió en razón de que dicho movimiento nació en oposición a él y al PRI. Las marchas del movimiento #YoSoy132 convocadas a través de la redes sociales han significado un parte aguas en la lucha social del país y serán, lo quiera Televisa o no, un referente histórico del proceso electoral 2012.
Las movilizaciones y los simulacros electorales han preocupado tanto a los gobiernos del PRI que su clase política no ha tenido empacho en tratar de superar, obviamente sin lograrlo, el poder de convocatoria que los jóvenes han alcanzado. #YoSoy132 llenó el Zócalo de la Ciudad de México en tres ocasiones y Enrique Peña Nieto no logró completar el aforo del Estadio Azteca ni con acarreados. Algo está pasando en México que me lleva a pensar lo que tan intensamente he anhelado toda mi vida: México estoy creyendo en ti porque está desapareciendo el PRI. Y prueba de ello es la marcha que José Carlos Lozano de la Torre y Lorena Martínez Rodríguez realizaron el pasado sábado, al viejo estilo del PRI, con acarreo, coerción y dádivas, utilizando todo el aparato gubernamental para movilizar a los trabajadores del estado y municipios, sindicalizados y de confianza, junto con sus familias, a la “marcha de la victoria”, para hacer creer a la sociedad de Aguascalientes del “respaldo popular” a un candidato en caída libre, sostenido solamente con los boletines de prensa con cargo al erario público. La patética marcha del PRI exhibió la podredumbre de un gobierno cuyo partido sólo existe en función de los recursos públicos que el Estado aplica en sus movilizaciones. No hay otra lógica en un partido que nunca aprendió a sostenerse por sí solo, siempre atado al cordón umbilical del dinero público o el narcodinero. José Carlos Lozano de la Torre y Lorena Martínez Rodríguez saben que si el PRI no recupera la Presidencia de México con Enrique Peña Nieto, ese partido moriría para siempre en virtud de que Andrés Manuel López Obrador realizaría lo que Vicente Fox fue incapaz de hacer en su paso por la Presidencia de México: consolidar la transición democrática de México. Enrique Peña Nieto podrá presumirnos su copete ante un López Obrador al que le sobra gabinete para instaurar la IV República con un contralor ciudadano como Manuel Clouhtier a quien nadie le puede negar su lucha por la democracia, después de que el traidor de Fox juró terminar con las tepocatas y víboras prietas del PRI y que acabó acurrucado con ellas. Si en el año 2000 gran parte de la izquierda mexicana decidió entregar el voto útil al candidato de la derecha, en este 2012 están dadas las condiciones para que muchos panistas den el voto útil al candidato de las izquierdas, sabedores de que el cambio verdadero habrá de lograrse con Andrés Manuel López Obrador.
La “victoria de los acarreados” seguirá mostrándose en todo su esplendor en los medios de comunicación locales, porque así lo ha determinado la clase política en el poder, sin importarle un comino si los triunfos electorales se alcanzan con dinero público o con dinero mal habido.