En estos días el comentario obligado es lo que sucede en el hermano país de Paraguay. Los acontecimientos a los que me refiero son el juicio político mediante el cual fue destituido el presidente de ese país, Fernando Armindo Lugo Méndez, por el Senado. En apenas 30 horas, Lugo fue juzgado y sentenciado y el vicepresidente, Federico Franco, asumió el viernes pasado la Presidencia y gobernará hasta el término del mandato, el 15 de agosto de 2013. Lugo fue desaforado con una votación de 39 votos a favor y 4 en contra.
Posteriormente a su destitución, el pueblo paraguayo se encuentra, creo, desconcertado y algunos grupos pequeños a favor y otros en contra siendo éstos pertenecientes a los partidos Colorado y Liberal que son los que tienen más seguidores. Lugo había logrado en 2008 acabar con 61 años de dominio político de los colorados. El presidente Lugo cumpliría el próximo 15 de agosto cuatro años en el poder, y según informes todo se desencadenó cuando hace dos semanas la policía desalojó a unos campesinos que habían invadido una finca; estos campesinos eran miembros de un movimiento social llamado Los sin Tierra. Durante esta acción hubo 17 muertos, que, a decir de los senadores, ocasionó una división entre la sociedad paraguaya, la cual comenzó a manifestarse en Asunción, capital del país. Curiosamente fue sustituido, como lo menciono línea arriba, por el vicepresidente, el cardiólogo Federico Franco Gómez, de 49 años, que pertenece a la misma alianza de partidos que llevó al poder en 2008 a Lugo, pero su ideología está en las antípodas de la del ex presidente.
El nuevo mandatario procede del ala derecha del Partido Liberal Radical Auténtico, el partido más a la derecha de aquella coalición formada principalmente por partidos de izquierda. Mi comentario va en el sentido de que no me explico sobre qué bases fue designado para el puesto de presidente, pues me imagino que no fue ajeno a la acción policiaca que provocó la tragedia. El doctor Franco tiene 49 años, y tiene cuatro hijos; es casado, católico y durante su toma de protesta en las cámaras instaladas en el Congreso General para tal efecto, se vio muy arropado por todos los legisladores, los cuales le dispensaron una recepción muy cálida y fue aplaudido y felicitado por la mayoría. Durante su mensaje de toma de protesta, por el presidente de dicha cámara Jorge Oviedo, Luis Federico Franco Gómez, juramentado con la mano sobre la Biblia y frente a todos los miembros de dicha cámara, convocó a un trabajo conjunto de todos los partidos y las organizaciones sociales para buscar una reconciliación, por lo que me imagino que se gestó un enfrentamiento fuerte. La acusación fue de “mal desempeño en sus funciones”; ya que en círculos de la política uruguaya se consideró que el ahora ex presidente Lugo instigaba las invasiones de tierra en lugar de esperar a que en el Poder Legislativo se estudiara una reforma agraria, pues dicho país tuvo que vender a inversionistas extranjeros grandes extensiones de tierra para hacerse de recursos en la guerra que finalmente perdió contra Argentina, Brasil y Uruguay en el siglo XIX. Y aquí es en donde me imagino si se hubiera procedido así en México, para aplicar un juicio político a los presidentes. ¿Qué hubiera pasado en 1968 con los halcones? ¿O en 1988 con la quiebra de México? ¿O con López Portillo en la estatización de la banca? ¿O con los que tuvieron que ver con el asesinato de Colosio? ¿O con la crisis de 1995? En fin, sería el cuento de nunca acabar.
El presidente Fernando Lugo llegó al poder ante una gran expectación del pueblo. Él se desempeñó como obispo católico, aunque tuvo muchos señalamientos por el reconocimiento de una serie de hijos que le aparecieron estando ya en el poder. Pertenece a la corriente de la teología de la liberación, y cuando comenzó su gobierno, tuvo mucha aceptación pues lo hizo con gran sensibilidad social y muchos desposeídos fueron incorporados a programas sociales, pero creo que hubo organizaciones que abusaron de la apertura y comenzaron a perjudicar a otros sectores con actos que provocaron excesos, los cuales fueron tolerados; esto comenzó a minar el apoyo de gran parte de la sociedad que se sintió agraviada. Al presidente Lugo le faltaban 14 meses de gobernar, pues, su periodo terminaba el 15 de agosto de 2013. Lugo, como lo mencioné antes, terminó con una hegemonía del Partido Colorado de 60 años en el poder ocupando la Casa del Jefe, en guaraní, que es la casa de gobierno en Paraguay. Las muertes en el desalojo de la finca Campo Morendi fue lo que derramó el vaso, siendo el pretexto para desaforar al presidente en una maniobra política apegada al derecho pero no a la democracia, pues creo que no se le dio el tiempo suficiente para presentar su defensa. Luego de este acto de destitución, ¿qué sigue?, porque creo que la responsabilidad de lo que dicen que provocó esto sigue ahí. El presidente Franco, que entra a ser presidente estos 14 meses (aunque dice que ya fue presidente de Paraguay 215 días, que fueron los días que se ausentó del país el presidente Lugo en sus giras), dijo en su mensaje que no habrá amigos o parientes en su equipo y supongo que actualmente los hay, si no, no lo hubiera comentado, aunque aquí en México éso nos lo dicen en los estados, y es lo primero que hacen. La experiencia del presidente Franco es la de haber sido concejal y gobernador de Departamento Central, y por lo que se sabe, lo hizo bien. En su discurso de despedida, el presidente Lugo anunció que no dejará de trabajar a favor de la sociedad, aun sin ser presidente de la República y convocó al pueblo a no exaltarse y a no provocar represiones. Lo anterior lo hizo con mucha responsabilidad. Esto se pondrá interesante ya que dentro de unos pocos días vamos a saber la posición de los países latinoamericanos frente a estos sucesos, los cuales, considero, son de materia exclusiva de Paraguay dentro de su soberanía. Espero que lo que está sucediendo en ese país sea sólo en materia legal y no una bandera de discordia, es de desearse que no se vaya a dar un revés a su democracia, lo cual los conduciría a una encrucijada peligrosa.
