Usted está aquí / Envoltorio de papaya - LJA Aguascalientes
21/11/2024

En aquel Imperio, el Arte de la Cartografía logró tal Perfección que el Mapa de una sola Provincia ocupaba toda una Ciudad, y el Mapa del Imperio, toda una Provincia. Con el tiempo, estos Mapas Desmesurados no satisficieron y los Colegios de Cartógrafos levantaron un Mapa del Imperio, que tenía el Tamaño del Imperio y coincidía puntualmente con él. Menos Adictas al Estudio de la Cartografía, las Generaciones Siguientes entendieron que ese dilatado Mapa era Inútil y no sin Impiedad lo entregaron a las Inclemencias del Sol y los Inviernos. En los Desiertos del Oeste perduran despedazadas Ruinas del Mapa, habitadas por Animales y por Mendigos; en todo el País no hay otra reliquia de las Disciplinas Geográficas.

Suárez Miranda: Viajes de varones prudentes,

libro cuarto, cap. XLV, Lérida, 1658.

 

Del rigor en la ciencia

Así se titula el perfecto mecanismo narrativo que encabeza estas líneas, una de las tantas pequeñas obras maestras incluidas en El Hacedor, de Jorge Luis Borges; tan acertado, tan eficaz, que el intento de explicar las razones de su perfección siempre parecerán absolutamente irrelevantes, sin embargo, es difícil escapar a la tentación de apuntar que es una historia que contiene muchas historias cuya mayor virtud es que alcanza mayor profundidad sólo con la participación del lector, a través de esa mirada que va desentrañando la multiplicación de las historias.

Más allá de las razones estéticas por las que “Del rigor en la ciencia” me parece perfecto, lo considero un texto entrañable porque me parece la alegoría precisa con que este país, ante la incapacidad de la confianza, se somete a metas siempre fuera de su alcance para encontrar soluciones a cualquier problema. Jamás optamos por el camino más corto, invariablemente sumamos dificultades para hacer el trayecto todavía más complicado, en un afán por verificar a cada momento el trayecto.

 

Los puentes de Königsberg


Es como si en el afán de solucionar el problema de los puentes de Königsberg, se insistiera en probar todos los caminos posibles e insistir en ellos a pesar de que nos alejen de la solución.

Paréntesis, nomás por no dejar. La formulación del problema es: “Dado el mapa de Königsberg, con el río Pregolya dividiendo el plano en cuatro regiones distintas, que están unidas a través de los siete puentes, ¿es posible dar un paseo comenzando desde cualquiera de estas regiones, pasando por todos los puentes, recorriendo sólo una vez cada uno, y regresando al mismo punto de partida?”. El río tenía dos bifurcaciones y corría alrededor de una isla a través del centro de la ciudad. Había siete puentes que conectaban las diversas extensiones de tierra y hay que encontrar un trayecto que implique cruzar todos los puentes sin cruzarlo más de una vez.

No es difícil caracterizarnos como topógrafos inexpertos que ante la dificultad del problema, volvemos una y otra vez a las rutas equivocadas, y a medida que nos acercamos a una posible solución, reincidir en el error, porque no vaya a ser la de malas y algo no fue contemplado.

Esa desconfianza permanente en nosotros mismos, creo, nos hace adictos al diagnóstico.

 

La ley de Herodes

Es tal el tamaño de nuestra desconfianza que ante cualquier posibilidad de certidumbre, demandamos un análisis previo, más datos, más opiniones, más estudios… a eso me refiero con que nos trazamos metas altísimas, una inútil búsqueda del mecanismo perfecto.

Pienso en las elecciones y en las cifras sobre pobreza que recién dio a conocer el Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval).

En el caso de las elecciones, cuando apenas rozamos la posibilidad de contar con un método e instituciones que permitan elegir a los funcionarios públicos de la manera más sencilla y democrática posible, inmediatamente alguien señala la posibilidad de error, la mínima puerta por la que se puede colar el error. En vez de realizar los ajustes necesarios, levantamos laberintos para dificultar el procedimiento, y aun así, jamás quedamos conformes. Hoy, como todos los años, ya se discute la necesidad de otra reforma al Código Federal de Instituciones y Procedimientos Electorales. Hoy, como siempre, cualquier institución implicada en la realización de los comicios está bajo sospecha. Tenemos que empezar de nuevo.

No resulta raro que simplifiquemos la ley de Herodes al determinista: o te chingas o te jodes. Ante la desconfianza que nos tenemos, enfermos de sospecha, siempre preferimos la eliminación total de un factor general de riesgo. Además, sobre las ruinas siempre se puede realizar un nuevo diagnóstico.

 

Zombis

En La Purísima… Grilla del 30 de julio, se explicaba que en el país hay 53.3 millones de mexicanos en pobreza, el 45.5 por ciento de la población, y en pobreza extrema hay 11.5 millones de personas (9.8 por ciento de la población). En la edición de La Jornada Aguascalientes de ese mismo día, se difundió el informe del Coneval con cifras estatales: en Aguascalientes hay 42 mil en pobreza “extrema”, es decir, jodidos, muertos de hambre, personas que ni siquiera tienen la capacidad de adquirir la cantidad de alimento diario para salir a la calle y escupirle a quienes, desde la comodidad de un cargo público, hacen como que han analizado profundamente el problema y dictaminan que los pobres son pobres porque quieren.

Muertos vivientes que ocultos por el eufemismo “pobreza extrema” somos incapaces de dimensionar el nivel de carencia en que viven, y por esa misma razón, el disimulo con que los etiquetamos, las autoridades se permiten hablar de “rezagos nacionales”, “estrategias equivocadas”, “confusión entre desarrollismo y desarrollo”, pero sobre todo, al no poder culpar al contrincante político, solicitar otro análisis, más tiempo para estudiar a fondo los números, las estadísticas que cuando conviene son desconfiables y así… Ajá, elaborar otro diagnóstico, uno que de una vez por todas cruce una sola vez todos los puentes de Königsberg y desaparezca, fulminante, a los incómodos zombis.

Usted está aquí, eso indican los datos del Coneval, en un país de muertos de hambre, la respuesta de las autoridades es que se requiere un mapa mejor, más grande, más detallado, más preciso, para así dar con la ruta que nos lleve a un lugar mejor. Y en el fondo, esas declaraciones alivian momentáneamente la indignación generalizada.

 

Coda

Y sí, “perduran despedazadas Ruinas del Mapa, habitadas por Animales y por Mendigos”.

@aldan


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