A contra corriente / Enredos financieros - LJA Aguascalientes
22/11/2024

 

Estimado lector, esta semana hablaremos sobre la situación económica mundial y de nuestro país, que aunque parece que ya está por salir delante de la gran recesión de este siglo, la del 2008-2012, la realidad es que no es así.

¿Por qué? ¿Cuáles son las diferencias entre la recesión de 1929-1936 y la actual?

Bueno vayamos por partes, la primera situación es que en ambos casos aunque parecería que son circunstancias muy diferentes, tienen causas muy similares y comportamientos que parecería que son idénticos.

La crisis de 1929 fue consecuencia de la irracionalidad tanto de los consumidores como de los mercados que durante toda la década de los 1920 se tuvo. Una irracionalidad que llevó a decir de esa década “los locos 20”, fruto de la segunda revolución industrial y de los inventos que se llevaron a cabo que transformaron para bien el entorno. Tenemos que para esa década ya estaba consolidado el ferrocarril como medio de transporte, los barcos eran grandes y las travesías transatlánticas ya eran una realidad, así como el uso del teléfono, el automóvil y lo más esencial, la luz eléctrica hacía pensar que el futuro era brillante, y que por tanto, se podía hacer lo que se quisiera. El dinero fluía en grandes cantidades de y hacia los gobiernos y los particulares estaban por tanto haciendo fortunas. Y esa irracionalidad creó burbujas tanto en el mercado inmobiliario, donde la migración del campo a las urbes de los países más desarrollados se fue haciendo más y más evidente y amplia, así como del mercado de valores. Todo eso cambió después del gran crack, y aunque podría pensarse que este “crack” fue el que hizo toda la depresión, la realidad es que para 1932 la bolsa de Nueva York ya estaba en niveles casi de 1929, y en ese momento, vuelve a caer la bolsa y con ella todas las economías mundiales, sobre todo las europeas, que con grandes esfuerzos estaban tratando de reconstruirse después de la Gran Guerra. Esta segunda caída dio al traste con la política de los países y por tanto, llegó el fantasma más odiado por todos los economistas: la inflación. La actual crisis que se vivió (y se sigue viviendo en muchos lugares) comenzó por la irracionalidad de los consumidores y de los mercados debido principalmente a un invento: la computadora personal y la utilidad que se tuvo gracias a ella en más de un negocio y el impacto que tuvo en los mercados. Se crearon burbujas tanto en el mercado de valores que en el 2001 “reventó” y la inmobiliaria que ya se venía arrastrando y que para contrapeso de la caída del 2001 fue aumentada por las políticas adoptadas por Alan Greenspan de abaratamiento de los créditos y flexibilidad de los mismos, lo que llevó a la gran crisis del 2008.

Actualmente se habla de que ya se está en niveles similares del 2008 tanto de la bolsa como en algunos mercados inmobiliarios y por tanto, ya se puede hablar de recuperación. Pero hay un factor que no se ha recuperado, el de los empleos y la remuneración de los mismos. Siguen existiendo muchísimos desempleados en todo el mundo, y sólo basta ver en estos momentos lo que sigue ocurriendo en Brasil, donde se están tomando las calles por parte de los marginados de la recuperación y afectados por la crisis ahora con la visita del Papa Francisco a ese país, o los españoles que ya parece que en lugar de reclamar se han convertido en una sombra de lo que eran.

Y no sólo eso, los que han conseguido empleo, es bajo un esquema de remuneración mucho menor al que tenían antes de esta crisis.

Entonces ¿dónde está la recuperación? Es tal el nivel de pobreza en muchos lugares o de ansia por tener más (no por SER más) que las redes de prostitución y de trata de blancas han llegado a tener un “negocio redondo” en países afectados por esta crisis como República Checa, Hungría, Guatemala, El Salvador y el mismo México, entre otros, donde las mujeres son engañadas bajo el espejismo de un sueldo decoroso, y al llegar al país de contratación se dan cuenta que sólo fueron engatusadas para ahora satisfacer a los que han sido beneficiados por la recuperación económica. Y además, la eficiencia de las empresas y las tendencias de manufactura esbelta lleva a que los negocios ya no contraten a las mismas personas, sino que hacen suyo el lema de “hacer más con menos” incluyendo los sueldos.

Ojalá y empiecen a cambiar las cosas, porque si no es así, entonces veremos que las economías no  crecerán y sólo navegarán a contra corriente o bien, naufragarán en una segunda crisis que como la historia nos ha enseñado es peor que la primera.


 

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