Creo que nunca una selección de título en español para una película le había calzado tan bien a una cinta como en esta ocasión a la obra del director Joel Schumacher, Trespass, porque así, sin salida, se siente uno durante la proyección de la misma. Hace mucho que no me daba claustrofobia en el cine como la que sentí por culpa de este filme.
¿Mala?, ¡No!, lo que le sigue… Cierto que a estas alturas ya estamos más que acostumbrados al hecho de que Nicholas Cage dejó de ser garantía de una buena película, o cuando menos de una entretenida —para muestra tenemos las horrorosísimas El Vengador Fantasma 1 y 2—, pero este largometraje sí ya fue lo que se dice tocar fondo.
Está más allá de mi compresión el porqué dos ganadores del Oscar a mejor actor y actriz —me refiero al propio Cage y a Nicole Kidman— aceptaron participar en este churro, ¿será a caso que le debían dinero al director, al productor o al estudio?, ¿los chantajearon?, ¿fue un caso de locura temporal? Pues de seguro no fue por el dinero, pues creo que desde que leyeron el guión pudieron notar que no iba a ser un éxito de taquilla.
Lo que sí es verdad, es que no se le puede acusar a Cage de falta de profesionalismo pues se entregó con toda su alma, cuerpo y corazón a la interpretación de Kyle Miller, con todo el brío que se puede esperar de un actor al que le dieron la oportunidad de su vida; mientras que Kidman encarna a Sarah Miller con una apatía increíble —y no sólo por el exceso de bótox—, a mí se me figura que durante el rodaje ella sólo podía pensar: “que pena, que oso”…y con sobrada razón.
Con una muy mala dirección, efectos visuales y de sonido exagerados, malas actuaciones y un guión ridículo, Schumacher intenta contar la historia de Kyle, un negociante de diamantes que vive en una hermosa mansión con su mujer Sarah y su muy consentida hija Avery. Desde el inicio notamos que hay algo que no va del todo bien en su negocio pues Kyle parece estar usando su auto como oficina, e intenta ocultar este hecho a su mujer; ella por su parte parece estar aburrida y descuidada por su esposo y mientras que la adolescente atraviesa una etapa de rebeldía.
Avery se ha escapado de casa para ir a una fiesta cuando un cuarteto de malhechores, disfrazados como policías fuerzan su entrada a la casa y exigen que Kyle abra la caja fuerte y les entregue la fortuna en diamantes que ahí guarda. Él —en la única escena rescatable de la cinta— dice “No” ante la mirada atónita de los malosos y de su esposa. La premisa es que “ellos nos matarán en cuanto abra la caja fuerte”, pero lo harán de cualquier manera ¿no?
Aquí inicia el tormento de la audiencia, pues en una serie de escenas mal planteadas, un montón de flash backs sin fundamento, con argumentos que no tienen ni pies ni cabeza, escenas de acción sin sentido y una música que aturde, comienzan la hora y media más larga de la vida de todos los que estamos involucrados.
¿Alguna vez les ha pasado durante la proyección de una película que empiezan a adivinar lo que seguirá y construyen en su mente toda la trama antes de que suceda? Pues eso pasa con Sin Salida, con la única salvedad de que la historia que uno se planteó en la mente es cien veces mejor de lo que realmente ocurre. Este largometraje no es sólo predecible, sino que es ridículo, uno se encuentra continuamente queriendo gritarle a los distintos personajes para prevenir que hagan cosas estúpidas: “¡no abras la puerta!”, “¡ve a pedir ayuda!”, “¡no te levantes!”, “¡No huyas hacia arriba!”, “¡Por Dios, abre la maldita caja”!… en fin, que al final uno queda más agotado que después de ir al gimnasio, pero sin la satisfacción de haber bajado de peso.
Según los reportes del estudio responsable de la producción de esta película, Saturn Films y de las empresas que hacen los estudios de ganancia en taquilla, Sin Salida costó 35 millones de dólares y recabó poco más de siete… Basta esto para que repitamos la pregunta: ¿en qué estaban pensando?
Productor: Irwin Winkler y David Winkler; Director: Joel Schumacher; Guión: Karl Gajdusek; Fotografía: Andrzej Bartkowiak; Edición: Bill Pankow; Música: David Buckley; Elenco: Nicolas Cage, Nicole Kidman, Ben Mendelsohn, Cam Gigandet, Liana Liberato, Jordana Spiro, Dash Mihok, Emily Meade y Nico Tortorella. Duración: 1 hora 30 minutos
