Principios universitarios (3) / Tlacuilo - LJA Aguascalientes
15/11/2024

 

El tratamiento más completo sobre la sesión del Consejo Directivo del IACT celebrada el 19 de junio de 1974 en que el rector le hizo entrega de tres paquetes que contenían el estudio para justificar su transformación en Universidad, solicitando y obteniendo su autorización inmediata y absoluta sin objeción ni análisis, está en la “Memoria de Actividades del Instituto Autónomo de Ciencias y Tecnología, Aguascalientes, Ejercicio 1973”, del que seleccioné los párrafos a transcribir dentro del tema UNIVERSIDAD DE MERCADO. Veamos:

UNIVERSIDAD TRADICIONAL. Para proponer el sistema departamental -sin mencionar al College estadounidense de donde lo exportó Rudolph P. Atcon a América Latina- e instaurarlo en la futura Universidad Autónoma de Aguascalientes, el rector empezó por descalificar el sistema en el que funcionan las universidades públicas mexicanas al que llamó tradicional, con argumentos como los siguientes:

“…muchas de nuestras instituciones ofrecen servicios educativos de muy baja calidad académica”. (10)

Este argumento es falaz; el rector no se atrevió a afirmar que todas las universidades tradicionales son de muy baja calidad porque así como las hay malas también las hay buenas, lo cual prueba que el problema no está en el sistema, sino en su adecuada o incorrecta aplicación.

“La dispersión encarece la docencia y aisla (sic) a profesores y alumnos que tienen objetivos semejantes”. (21).

Éste lo utilizó para proponer el absurdo sistema departamental para cuya aplicación seguramente se contrataron costosísimos administradores que, fehacientemente, también fracasaron aquí.

“Los administradores de tiempo completo –que deben operar nuestros centros de investigación y poner en movimiento con eficiencia nuestra estructura administrativa y manejar hábilmente nuestros recursos- cuestan, porque no es posible pretender contar con ellos, que son la base de sustentación de la institución misma, sin pagar la justa remuneración a la que tiene derecho…” (11. Los subrayados son míos).

Es claro que habiendo sido director de la Escuela de Comercio y Administración, el enfoque que el rector le dio a la UAA fue mercantil y administrativo, pero no con el sentido público o de servicio que era lo que correspondía, sino con el de administración privada o de lucro que colocó como “base de sustentación” de la Universidad en una total distorsión de lo adjetivo y lo sustantivo.


Otras afirmaciones temerarias que lanzó fueron las de que “Y esta pobreza académica, se origina en la pobreza económica… Y esta pobreza de recursos económicos se origina en los muy limitados subsidios que conceden a las casas de estudio las autoridades… que están imposibilitadas de hacer ellas solas frente al costo que significa la educación superior…” (11)

Que los subsidios oficiales son limitados en muchos casos es un hecho irrebatible, pero eso no significa que los recursos del Estado sean insuficientes; que sus administradores ineptos los administren mal o que los corruptos los saqueen o se confabulen para que los desvalijen otros mediante su correspondiente tajada, eso es otra cosa. Afirmar que la causa sea la de que el gobierno esté imposibilitado de hacer “frente al costo de la educación superior” es, de plano, una descarada mentira.

En síntesis, según el rector, la Universidad “tradicional” es un fracaso en calidad por su pobreza académica derivada de la miseria financiera en que la tiene hundida el gobierno, sin comparación con la privada que, gracias a su libertad, hace gran acopio de dinero mediante el cobro de cuotas “justas” vendiendo educación. Pienso que la información del rector sobre las universidades públicas mexicanas era muy pobre, pues sin contar a la Nacional Autónoma de México las había de buena calidad; y si nos remitimos a la UNAM, con base en su argumento sería incomprensible que en la actualidad fuera la mejor universidad de habla hispana en el mundo, mientras que las privadas no cuentan en la clasificación internacional. El paso del tiempo se ha encargado de dejar al descubierto sus planteamientos plagados de sofismas, que los consejeros del IACT no fueron capaces de detectar en la maratónica sesión de tres horas del 19 de junio de 1973.

Continuará.

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Reconocimiento: en el segundo de los Tlacuilos publicados entre Febrero y Marzo con dedicatoria al actual rector de la UAA, denuncié el hecho de que como respuesta recibí el atropello de ver bloqueado el acceso de mi computadora personal a su portal de internet; hoy en este mismo lugar publico mi reconocimiento por el hecho de que la PC fue recientemente desbloqueada, lo cual seguramente significó un agrio conflicto interno en el que, por primera vez en la vida de la UAA, predominó el respeto total por la libertad de expresión y la transparencia de la información institucional. La lucha de 41 años empieza a dar resultados y en ella continuaremos hasta conquistar su verdadera autonomía.

 


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