Julieta Orduña y Miryam Almanza
El maestro Abraham Oceransky, director de teatro, actor y artista plástico que ha trabajado en teatro, música, cine y televisión; él inauguró el teatro El Galeón con una de sus primeras obras, Simio, en 1972. La cultura oriental es recurrente en sus trabajos. Su visita se debió a un taller que impartió a estudiantes de teatro en la Universidad de las Artes del ICA.
Los espacios escénicos han sido una de las prioridades del maestro Abraham Oceransky. Su trayectoria se remite a la época de los 70 cuando creó la carpa Alicia y después el Teatro El Galeón que actualmente sigue vigente.
¿Qué significado le da a los espacios escénicos y por qué su importancia para el que los visita?
Los espacios del público, de la gente, de la sociedad, son muy importantes; debe haberlos en toda sociedad que esté en crecimiento, en paz y en armonía, debe haber espacios para compartir eso. Cuando los espacios reúnen a la gente, ésta piensa mejor; no estoy hablando ni siquiera de un espacio teatral o artístico sino simplemente de los espacios en donde la gente se puede reunir, creo que la apertura de estos espacios permite que la sociedad tenga intercambio de opiniones. La necesidad de un país, de cualquier país del mundo, es tener espacios donde la gente se reúna para comunicarse y eso no quiere decir que sea algo que esté en contra de la política sino al contrario, es el apoyo ciudadano; yo soy de los primeros-últimos que hicieron teatros en la República Mexicana de manera independiente, no un teatro alternativo solamente, o un teatro en mi casa, sino un teatro que sirviera a la comunidad que está buscando la forma de hacer laboratorios. La idea de todos los que abrimos espacios es que haya ese evento de reunión y de calidad.
¿Hay que hacer teatros alternativos en espacios no convencionales?
Hay mucha dificultad en mantenerlos porque cuentan con pocas butacas, el costo de la renta es muy alto, la expectativa de los artistas de poder vivir de lo que hacen se ve menguada con un espacio que no tiene suficiente cupo, muchos se deshacen de ellos por no tener presupuesto y otros por no saberlos manejar. La calidad de los espectáculos también es otro factor determinante para que haya asistencia de público en las salas. No sólo es abrir el espacio, el espacio no es el teatro, el teatro es lo que ocurre dentro de ese espacio por lo que hay que tener artistas que sean capaces de tener un atractivo para los que asisten, cada obra de teatro debe ser contemporánea al público que va, hay que hacer teatro para cada tipo de cultura que hay en nuestro país.
Abraham Oceransky da algunas cifras de la UNESCO relacionadas con los espacios escénicos: “Una ciudad que tenga de 50 mil a 700 mil o más habitantes, debe tener al menos tres teatros importantes en el centro, y otros cuatro o cinco alrededor. Por ejemplo, Aguascalientes tiene más de 1 millón de personas, con esos teatros al menos un 10 por ciento de los habitantes debería ser asiduo al teatro. También la misma UNESCO ha determinado que si un teatro o un cine se destruye o se tira, hay que hacer otro en su lugar, sin embargo, esta cuestión no ha sido tomada en cuenta, ya hace tiempo los teatros y cines viejos de la República Mexicana, más de 200, se vendieron en paquete a empresas televisoras, Televisión Azteca, y los convirtieron en estacionamientos y tiendas de enseres domésticos, eso ya es noticia vieja. La sociedad debe estar atenta al cumplimiento de esta ley, al uso de nuestros impuestos, nosotros deberíamos exigir que esta ley se respete, pero no se ha hecho porque no la conocen o está olvidada”.
Es difícil la permanencia de los espacios independientes, pero el público los acepta…
Abrir un espacio escénico es una aventura, como abrir un sanatorio o un restaurante, la cuestión es que aquello que se ofrece dentro sea de calidad; no sólo es abrir un espacio sino mantener una calidad y un perfil, si abres uno y presentas todo tipo de espectáculos entonces te conviertes en un antro de diversiones no en un teatro; a lo que aspiran las artes escénicas es a permanecer en el corazón de la gente. Latinoamérica es una de las zonas del mundo donde la mayoría de los teatros buenos pertenecen a una institución oficial, esto no tiene nada que ver en contra, pero el alquiler es muy caro para los grupos estatales, sólo los pueden alquilar empresas comerciales; el teatro tiene sindicatos y una infraestructura que es muy cara y para las instituciones y el gobierno es muy difícil mantenerlos, por eso no se fomenta el uso de esos espacios, porque hacerlo es carísimo. Ellos mantienen estos elefantes blancos, no los saben manejar y entonces dudan de la capacidad de otros que quieren hacerlo, al mismo tiempo los empresarios ven que el teatro más importante de su estado no sirve, que la gente no asiste porque no hay espectáculos con calidad, es decir, hoy viene un grupo muy bueno y después cuatro o cinco malísimos y muy caros. El problema es que las instituciones impulsan de manera no coherente los espacios públicos, y ahí los empresarios particulares deberían entablar un diálogo con ellos, lo que pasa es que en nuestro país y casi en toda Latinoamérica el gobierno funciona de una manera y los artistas funcionan de otra, no hay diálogo.
Hay gran variedad de espectáculos durante el año, pero ¿en realidad los artistas se preguntan qué tipo de montajes están ofreciendo, y si van dirigidos a un público receptivo?
Hay comunidades que requieren de un teatro muy complicado, muy avanzado en su estética y en su mensaje, eso quiere decir que la población que lo ve tiene ese nivel. Cuando un estado o una ciudad no tienen un buen nivel de teatro es porque la comunidad tampoco tiene ese nivel de expectativas. Por ello hay que segmentar, en este teatro vas a ver comedia, vas a reír, en este otro vas a llorar, vas a ver drama, acá hablarán de política, así el público puede llegar el día que quiera y saber qué tipo de espectáculo va a apreciar, por eso la UNESCO pide un determinado número de teatros, dos, tres, cinco, de acuerdo a la cantidad de público; eso quiere decir que entre más gente haya, habrá más tendencias culturales e intelectuales.
Y por último su opinión del teatro que se hace en México: “Este país tiene una de las mejores posibilidades, a nivel internacional, de hacer teatro, tiene cosas muy interesantes como el idioma que se habla en México, que es un español mexicanizado, tiene un carácter internacional, tiene palabras escogidas con las que tanto latinoamericanos como iberos pueden entendernos perfectamente, nuestro lenguaje es muy claro, limpio, sintético y correcto. En México también hay muy buenos escritores, muy buena producción, un amplia variedad de estilos y de formas dentro del teatro mexicano, hay muy buenos actores, espacios sorprendentes donde se puede hacer muy buen teatro y México a nivel internacional tiene un lugar muy bueno, ¿qué es lo que tiene mal México?, tiene mal la distribución de su trabajo y la gestoría que el país hace para promover el trabajo de los artistas mexicanos, que es un valor agregado. A diferencia de Estados Unidos, que todo lo considera cultura y todo lo vende, México regala su cultura”.