{Entrevista} Fausto Alzati: “El Yo siempre es un bizarro de un nosotros mismos que no existe” - LJA Aguascalientes
22/11/2024

  • Entrevista con Fausto Alzati, autor de Buda, drogas y pop
  • Un ensayo que recurre a la música, al arte contemporáneo y al budismo para mostrar que los problemas filosóficos no tienen por qué ser temas abstractos sin relación con nuestra vida diaria

¿Qué es el Yo? Se pregunta el escritor y docente mexicano Fausto Alzati (México DF, 1979) cuando observa en la portada de una revista las declaraciones de una cantante de música pop que asegura saber quién es ella y amarse de igual manera. ¿Qué es el Yo? Es una pregunta que se encuentra en el centro de muchas escuelas filosóficas que durante años han tratado de dilucidar esa duda: “Pienso, luego existo”, respondió René Descartes, matemático y filósofo francés tratando de responder a esta misma pregunta, y su respuesta sentaría parte de las bases del sistema del pensamiento moderno en el que los occidentales vivimos.

Fausto Alzati no trata de responder la pregunta, pero sí demostrarnos que los problemas filosóficos no tienen por qué ser temas abstractos sin relación con nuestra vida diaria, y por eso en su más reciente libro Buda, drogas y pop (Textofilia, 2013) recurre a la música, al arte contemporáneo, al budismo, para demostrarnos que esas preguntas nos las hacemos todos y están más relacionadas con lo que hacemos, con lo que somos, de lo que nos damos cuenta regularmente.

El origen del libro fue bastante incidental –cuenta el autor de los libros Inmanencia Viral y Poemas perrones pa´la raza– en cierto sentido, traía varias tramas, varias cosas que llevaba investigando, indagando, contemplando, y quise hacer el ejercicio reflexivo de ver qué pasaba si me ponía a escribirlo y quería reflexionar sobre el Yo, saber si existe, qué es, no existe, a la mejor no existe, pero ahí está de todos modos, y además quería hacer este ejercicio sin caer en un rebuscamiento, al cual tiende el tema muy fácilmente, y hacer un libro ligero, digerible, al grano de cierto modo.

Javier Moro Hernández (JMH): Son temas filosóficos los que abordas y me imagino que son parte de tus inquietudes personales abordarlo sí desde el pop, desde Belinda, pero sí [también] desde lo personal.

Fausto Alzati (FA): De cualquier otra manera no creo que me gustaría ahondar en un tema filosófico, ahondar en un tema filosófico por mera abstracción o ejercicio de razonamiento puede ser útil, pero incluso el tipo de escritura que procuro, el tipo de reflexión que intento hacer debe tener algo de vitalidad y requiere de un grado de involucramiento personal, o sea ponerse en juego a la hora de reflexionar estas cosas, estar dispuesto a ese tipo de franqueza o de problematización y encarnarlo y poderlo habitar y que el proceso de escribirlo te altere, te atraviese y transforme tu experiencia de algún modo.

JMH: ¿Cuál sería la inquietud que estaba latiendo dentro de ti para que decidieras escribir y abordar este tema?

FA: Llevo muchos años estudiando ciertas escuelas del pensamiento budista y meditando, y a la hora de meditar empiezan a brotar tus pensamientos pero no hay esta sensación de que tú estás pensando en estos temas o de que a propósito quieres pensar en estas cuestiones, entonces plantea una paradoja fundamental en la que te preguntas si eres tú el que piensa estas cosas o todo ese torrente, flujo de pensamientos acaba dando la impresión de que hay alguien más que las piensa por ti, y luego me pasó una cosa muy similar en un diván, estaba en el psicoanálisis, que por cierto cambió mucho mi manera de entender y de leer a Freud, pues se volvió mucho menos paranoica a la hora que fui a un diván, y estaba ahí y la analista me dijo que me escuchaba y empiezo a ver cómo brotan estos pensamientos, no sé por dónde empezar y también tengo una observación muy similar a la de la meditación de poder observar cómo todo ese torrente de pensamientos no es tan coherente narrativamente y bien hilado como luego parece que debe ser el pensamiento personal que te debe dar una identidad, sino que es mucho más disparatado, dislocado  y errático de lo que a veces creemos.

JMH: A primera vista el budismo y las escuelas filosóficas que de él se desprenden y el pop occidental pareciera que tienen muy poco en común.

FA: Yo creo que no, creo que mucho, por ejemplo, el discurso de la publicidad tiene mucho que ver con la jerga del new age, con la autoayuda, y el budismo ha sido apropiado de esa manera, en alguna nota al pie trato de hacer una defensa de lo que es el budismo per se y lo que es el budismo como dogma, como religión, como credo, como producto, como todas estas cuestiones en donde también cabe hacer una diferencia, porque también a mí me daría mucha pena llamarme budista, pues no creo en la reencarnación, por ejemplo, no me parece un tema importante, entre otras cosas, pero creo que la jerga de la espiritualidad new age tiene una relación muy notable con la publicidad y su discurso.


JMH: Sé que también escribes poesía, y justo este género literario, lo que me hace pensar que tal vez de ahí viene esta preocupación sobre el discurso personal, sobre cómo atrapar lo que soy Yo como persona, cómo atrapar el discurso personal, algo que ya hicieron los surrealistas, por ejemplo.

FA: Los surrealistas hicieron muchos ejercicios al respecto, como la escritura automática o una especie de asociación libre de ideas, es muy freudiano básicamente, muy cercano a la obra freudiana, como la hipnosis, como con ese tipo de perturbación o de indagación  sobre los límites de la voluntad consciente y de la experiencia consciente y de la identidad propia y mostrando el absurdo que hay siempre en todo eso, pero por otro lado la poesía, o en mi caso no sé si pueda considerarme poeta o no, porque desde mi perspectiva la poesía es algo que te pasa, que te sucede por el lenguaje que te habita, por un estado en  el que tu cuerpo y tu mente se dispone y se abre y empieza el lenguaje que atraviesa nuestras experiencias y nuestra psique se pone en juego de cierta manera y más que buscar cómo controlar ese lenguaje que nos habita con sus estructuras me parece, por ejemplo desde mi caso, el ejercicio que más me interesa es cómo hacer de eso una forma de expresión y no sencillamente un discurso inconexo o una rigidez compulsiva, sino qué es la expresión como tal y qué sería genuinamente expresar una experiencia, una emoción y qué implica para el modo en el que nos disponemos a vivir.

JMH: El ensayo, el género literario que utilizas para abordar este tema, ¿qué representa para ti?

FA: El ensayo me parecía el género literario más adecuado para abordar un tema de esta índole, un género que rasga entre lo teórico hasta lo personal o hasta lo chusco, con esa libertad, el libro bien podría haber sido un ejercicio literario, narrativo en una novela pero las novelas que tienen demasiadas pretensiones filosóficas me parecen como cuentos que tienen moralejas y yo prefiero escuchar una buena historia por sí misma que por algún fin pedagógico que puedan llegar a tener, por otro lado el ensayo me parece que en México, por lo menos, se le confunde mucho con la crítica literaria o con embelesamientos de las, llamémosle “micro vivencias personales a través de la referencia de algún autor, moderadamente, pero oscuro”, y eso como que tampoco iba conmigo, con lo que quería hacer, en ese sentido creo que la tradición de los escritores anglosajones es mucho más rica y más rigurosa y tiene este sentido de poner en juego la experiencia personal y ver si se transforma o no se transforma sin la necesidad de usar de ficha de intercambio o de justificación algún referente literario.

JMH: Tu libro es un ensayo que aborda el budismo, ciertas escuelas filosóficas, hay una mezcla de muchas cosas que le dan sustento a tu libro, como por ejemplo la obra de Tv  Buda de Nam June Paik, en donde podemos ver una mezcla entre pop, arte contemporáneo y espiritualidad o religión.

FA: No me metí a hablar de la pieza para hacer crítica literaria sino que la pieza ejemplificaba de manera muy evidente y explícita un fenómeno particular que es cuando tú te ves en la pantallita de seguridad 7-Eleven y entonces tienes ese momento en el que te observas viéndote, como esa especie de loop o sala de espejos que sucede ahí, creo que es un fenómeno observable que se asemeja mucho al cómo opera la conciencia o el registro consciente de nuestras experiencias, entonces por ahí me acerqué a esta pieza que es la estatua de un Buda frente a un monitor y arriba del monitor tiene una camarita que lo está viendo, entonces da la impresión de que la estatua se está viendo en la pantalla, mirándose, de que está sumergido en un circuito ensimismado, que mucha veces es lo que se confunde con la idea de iluminación o con el ideal del budismo, en el que se piensa que te vas a convertir en un sujeto autoabsorto e inmune a todos los cambios y vicisitudes de la vida como en una especie de trascendentalismo freak.

JMH: El Yo está partido en muchas partes, es el mismo que está en las redes sociales pero es el mismo Yo que sale a comprar cosas y se ve en las pantallas de seguridad del 7-Eleven…

FA: Es bizarro, el Yo siempre es un bizarro de un nosotros mismos que no existe, pero no creo que la época sea más esquizofrénica que otras, sí creo que las posibilidades tecnológicas sí amplifican y explicitan algunos de estos fenómenos, pero la estructura del Yo como tal generalmente se pone en juego de esa manera, es como un embajador de nosotros mismos, con el cual lidias todo el tiempo, es por ejemplo cuando va con el psiquiatra y dice que escucha voces, pues la verdad es que todo el tiempo todos escuchamos voces nada más que tendemos a identificarnos con esa voz y decimos que somos nosotros, somos Yo, pero escuchamos voces, sólo que la noción de tener una imagen de nosotros mismos atravesada en nuestra experiencia mientras vivimos las cosas ya está ahí, es un modo de regulación social, te tienes que aprender a observarte de cierta manera para poder aprender a convivir en sociedad.


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