Tengo los mejores recuerdos de él. Fue mi fiel maestro. Aprendí a su lado. Me enseñó a hablar, caminar, leer y a ver la vida en su justa dimensión. Fue el santo Job en presencia. Su paciencia no tuvo ni medida ni peso, menos límites o tiempos registrados por el exacto cronómetro.
De su parte recibí el valor de la honestidad, el precio de la constancia, la dimensión del trabajo honrado, el aprecio al estudio, el amor a la vida y su equilibrado disfrute, la pasión por el juego del hombre y el respeto a los seres humanos, en particular a las mujeres, empezando por mi santa madre.
Con mi padre recorrí los primeros estadios de futbol, comenzando por la legendaria Martinica y su anfitrión, el indomable equipo León de la Tota Carbajal —el famoso cinco copas mundialistas— y los jugadores argentinos que hicieron historia con la camiseta de los Panzas Verdes.
Formando parte de su cuadrilla, di los primeros paseíllos en los tendidos de las plazas de toros, empezando por la centenaria San Marcos, La Luz de León, el Progreso de Guadalajara y la México del Distrito Federal, donde grité los primeros olés, saqué los primeros pañuelos blancos y abucheé a esos animales mansos, faltos de trapío y escasa claridad en la embestida.
Gracias a él, a temprana edad tuve mi primer contacto con los diarios: lo recuerdo leyendo diariamente el entonces influyente Excélsior, la casa de Manuel Seyde, el columnista deportivo que bautizó a los jugadores de la selección nacional mexicana con el famoso apodo de los ratones verdes, por sus decepcionantes actuaciones futbolísticas.
Don Claudio me dedicó ese tiempo con calidad que va más allá de un breve comentario, de una rápida plática, del trabajo como pretexto para no convivir, de una caricia como si fuera la mascota de la casa. Llegamos a ser buenos cómplices y mejores amigos.
Después, el tiempo me dio la oportunidad de recibir a las adoraciones de mi vida; los recuerdo a mis queridos hijos en la emocionada síntesis que hace el escritor Alan Beck, de las infatigables adelitas y el indomable perredista que todos llevamos dentro: “Un niño es una combinación: tiene el apetito de un caballo, la digestión de un traga-espadas, la energía de una bomba atómica, la curiosidad de un gato, los pulmones de un dictador, la imaginación de Julio Verne, la vergüenza de una violeta, la audacia de una trampa de fierro, el entusiasmo de una chinampina y cuando hace algo tiene cinco dedos en cada mano”.
La reluciente paternidad es de quien la trabaja para recibir los consecuentes honores, empezando por esas dos palabras que hacen inmenso el saludo perfumado por la amorosa ternura: Hola papito.
Al igual que mi papá: yo soy un padre tan padre… que soy a toda madre, bueno, eso dice mi dinastía.
Porque alguien tiene que escribirlo: A una semana de concluir las campañas electorales, mis gargantas profundas demoscópicas ilustran: el abstencionismo se llevará la medalla de oro; el candidato a la alcaldía de Aguascalientes ganará con reducido margen; en el caso de las diputaciones, las proyecciones son impredecibles porque los distritos locales tienen nueva conformación territorial y algunos variaron el número de sus votantes: afirmar que determinados distritos son rentables bodegas electorales del PRI o del PAN, es una falacia de estrategas silvestres.
Lo que sí me parece impensable, pero posible en sueños guajiros, es que el PRI Aguascalientes pudiera sumar su segunda derrota al hilo —después de perder el año pasado dos diputaciones federales y las senadurías—, porque las condiciones coyunturales le favorecen: los gobiernos federal, estatal y municipales, además de una buena cantidad de diputaciones locales, pertenecen a su filiación partidista; la nominación del candidato del PAN a la alcaldía de la capital se dio en términos muy accidentados por el fuego amigo; la investigación por presunto enriquecimiento ilícito al panista Luis Armando Reynoso López, quien mereció el reportaje El “Princeso” y su reino en Texas, publicado la semana pasada en el portal reporteindigo.com, donde se informa que adquirió entre junio y octubre de 2009, siete propiedades valuadas en 4.5 millones de dólares, según registros públicos de Estados Unidos; el auto de formal prisión a Luis Armando Reynoso Femat por su presunta responsabilidad en los delitos de peculado y ejercicio indebido del servicio público; la preparación de la auditoría federal por el presunto desvío de recursos públicos durante la administración de LARF, anunciada el viernes por el secretario de Gobernación; la batalla campal que libran los legisladores panistas en la cámara alta; el escándalo generado por la entrega de 430 mil pesos a cada senador blanquiazul; y la profunda crisis que está viviendo el PAN, después de la derrota presidencial de 2010.
A simple vista, el escenario se parece a la vieja historia de David contra Goliat.