El ostracismo es el aislamiento que se impone a un individuo por no resultar grato a su comunidad, o por representar un peligro contra el modo de vida del grupo. Desde la antigüedad las tribus y grupos humanos más viejos crearon mecanismos sociales para combatir los males producto de la convivencia y la vida en grupo. En la “Sociedad Primitiva”, que es la más vieja fórmula de conformación de las sociedades humanas, se practicó el ostracismo en su forma primera y de manera muy efectiva. En principio la “Sociedad Primitiva” se caracteriza por que la población no está dividida en Gobernantes y Gobernados. En la “Sociedad Primitiva” no existía la figura de Jefe Político, en su lugar, las decisiones comunales se efectuaban por consenso. Nadie decidía por otra persona. Esto es, que no había quién mandara y quién obedeciera. Todos los integrantes eran iguales y nadie tenía más valor que otros. Tampoco existía el sentido de propiedad privada. Todas las cosas eran de todos y nadie poseía bienes en exclusividad. Este tipo de sociedades pudo utilizar esta manera de vivir gracias a que la cantidad de sus integrantes era escasa y los encuentros y relaciones con otros grupos o sociedades, también eran muy limitados. Así, la “Sociedad Primitiva” era una agrupación en libertad e igualdad. Sin embargo, la “Sociedad Primitiva” tenía una forma de premiar a aquellos individuos sobresalientes, que por sus actos benéficos al bien común social, merecían una distinción. La distinción es que el personaje premiado era el representante de su tribu o clan frente a los demás. Pero era un nombramiento despojado de poder. Las únicas atribuciones de este representante eran la de repetir los acuerdos logrados en consenso por su sociedad frente a los otros grupos o tribus. Así, el ser representante en la “Sociedad Primitiva” era la máxima condecoración social a que un individuo primitivo podía aspirar. En retribución, el representante, estaba obligado a proveer de bienes a su sociedad. Trabajaba para su tribu horas extras para continuar siendo merecedor del honor de representar a los suyos. Pero cuando este representante quería cruzar la línea y trataba de ejercer poder sobre los demás, entonces la “Sociedad Primitiva” aplicaba el ostracismo, que dependiendo de la gravedad de la infracción iba desde desconocerlo como representante, dejarle de hablar y, en el caso extremo, desterrarlo, expulsado, excluido. Era una fórmula social que garantizaba la igualdad y la equidad social, evitando que hubiera un Jefe Político que rigiera los destinos comunales. Era una condena efectiva, dado que en el mundo primitivo, la identidad y la pertenecía al grupo, a la tribu, al clan, lo eran todo. Un individuo desterrado no podía ir con otra sociedad a vivir, pues la otra sociedad no lo aceptaría como uno de sus miembros.
Los mismos atenienses utilizaron el ostracismo en su sociedad posteriormente. Y si bien la sociedad griega ya era una comunidad dividida en Gobernantes y Gobernados, el Ostracismo se aplicaba a aquellos políticos que hubieran actuado en contra del bien común por favorecer a sus intereses personales. La pena de este castigo duraba 10 años, 10 años de exilio. Fue una fórmula griega contra la tiranía, muy semejante al destierro de que usaba la “Sociedad Primitiva”, pero en el caso de los griegos, el expatriado no sufría la pérdida de sus derechos civiles.
En la misma Biblia, en el “Génesis”, el ostracismo aparece como el castigo que aplica Dios a Caín tras haber asesinado a su hermano Abel. Por tal acto, Caín es castigado con el exilio de por vida y condenado a vagar el resto de su vida como un errante. Además en la versión bíblica, Dios impone la sentencia de que nadie podía matar a Caín so pena de lidiar con la venganza divina y la amenaza de que su muerte sería vengada por Él siete veces. Para garantizar que se cumpliera su orden, Dios le pone una marca a Caín para que los demás hombres la reconozcan y eviten matarlo. La Biblia no especifica qué clase de marca o signo le puso a Caín. Y es que en el mundo antiguo, también a los asesinos se les castigaba con el ostracismo, con la exclusión y la expulsión durante 10 años, término tras el cual el criminal podía regresar a su vida habitual. La penalidad por asesinato cambió en Grecia alrededor del año 600 aproximadamente, y allí se contemplaba la pena de suicidio forzado, donde el criminal podía elegir entre tomar un veneno, –como el conocido ejemplo de Sócrates que bebió la cicuta tras haber sido condenado por corrupción de la juventud-, o lanzarse sobre su propia espada. También la legislación griega comprendía otras formas de castigo, como el ser apedreado hasta la muerte por los comunitarios. Aunque el suicidio forzado fue la práctica más común.
En nuestras sociedades modernas, en que ha quedado extraviada la verdadera igualdad y equidad, los mecanismos sociales que actúan contra los políticos deshonestos han cambiado: se imponen penas de cárcel y multas a los políticos corrompidos, y a los asesinos se les castiga con tiempo en prisión o la pena de muerte según el país. En el caso de los políticos deshonestos, nos vendría bien una nueva ley de ostracismo, que permitiera la expulsión de estos individuos y la confiscación de sus bienes, a cuenta de que tuviéramos gobernantes decentes, decorosos, íntegros.