- El texto que la ha acompañado a lo largo de su vida es El Cantar de los Cantares
- La autora transcribe sus obras en máquina de escribir, pues la tecnología sólo le hace sufrir
Como parte de la dinámica implementada por el Instituto Zacatecano de Cultura (IZC) Ramón López Velarde de establecer encuentros entre escritores y los medios de comunicación, la poeta y narradora zacatecana Amparo Dávila compartió una retrospectiva sobre su trayectoria como escritora en un ciclo organizado por el Instituto Zacatecano de Cultura (IZC), en el que la acompañó su hija Luisa Jaina Coronel Dávila; así como Dulce Muñoz y Adolfo González, encargados del Programa Salas de Lectura del IZC.
Amparo Dávila habló de su obra poética más reciente, su relación literaria con algunos escritores y los temas y móviles de algunos de sus textos contenidos en los libros Música concreta y Tiempo destrozado, entre otros.
Nacida en Pinos, Zacatecas, Amparo Dávila creció en la Ciudad de México, lugar donde desarrolló su vocación y oficio por las letras, en las que -más allá de resaltar motivos locales-, hace un recuento de temas influidos por los modernistas europeos, a través de tópicos como la soledad, el silencio, la melancolía, la desventura y el amor mediante su narrativa y poesía, mismas que en 1977 le otorgaron el Premio Xavier Villaurrutia.
Acerca de su más reciente publicación bibliográfica Poesía reunida, la escritora zacatecana expuso ante los medios que “éste fue escrito simultáneamente con algunas prosas”, y su carácter temporal, como muchos lo han creído, advierte tiempos pasados en los que hace un recuento sobre su poética.
En ese libro también refiere su relación marital con el pintor Pedro Coronel, misma que se reinterpretó con el poema “El cuerpo y la noche”, en el que -según la escritora-, le inspiró ese proceso en el que hubo “alegrías, desencantos, despedidas y reencuentros”.
Amparo Dávila, reconocida internacionalmente como una de las mejores escritoras mexicanas de los últimos lustros, dijo haber forjado “una entrañable amistad con Julio Cortázar y su esposa Aurora”, con los que visitó la capital francesa; además de haber conversado con ellos sobre jazz, literatura y gatos, porque éstos son los animales predilectos de ambos escritores.
Respecto a la temática de sus textos, Dávila comentó que en su obra completa hay una constante en abordar la vida, muerte, ausencia, noche y en la que muy pocas veces se habla de la alegría, a lo que también añadió que cada uno de sus cuentos y poemas “son como un universo muy especial y cada uno tiene su finalidad”.
Del mismo modo mencionó que sus lecturas actuales van desde un periódico hasta la poesía, aunque, indudablemente, el texto que le ha acompañado desde niña es El cantar de los Cantares, mismo que influyó su primer libro, titulado Salmos bajo la luna, escrito en 1950 y que le fue otorgado el carácter de “la obra más bella que se ha escrito y se podrá escribir”.
Sintiéndose desde sus primeros años en las letras como una persona tímida al no mostrar sus textos, pues creía “no valían la pena”, la poeta y narradora es considerada por su hija, Luisa Coronel Dávila, como “su juez más dura, ya que tiene un rigor consigo misma en el momento en que escribe y sus textos”.
A su vez, Luisa Coronel Dávila fue interrogada sobre su sentir respecto a sus padres y sus influencias, y respondió que a pesar de no dedicarse a la literatura, como su madre, o a la pintura, como su padre, disfruta del arte y de ambos heredó la sensibilidad artística, tanto en los colores como en las letras.
Finalmente, la escritora habló de los procesos que lleva a cabo como escritora, mencionando que de manera manuscrita transcribe sus obras en máquina de escribir, pues alude que “la tecnología sólo le hace sufrir”, misma que ella constató a través de sus palabras finales durante la charla con los medios: “no siento que el tiempo se me esté yendo…”.
Foto: Instituto Zacatecano de Cultura