Por alguna razón que no me queda completamente clara, -pues su errática carrera no lo sustenta-, en el fondo de mi mente tengo la idea de que Nicolas Cage es un excelente actor, pero con muy mala suerte. Quizás tenga que ver que cuando yo era chica y empezaba a ir al cine por mi cuenta, él era una estrella de la pantalla grande que continuamente estaba presente. Así que ahora, cuando trabaja un nuevo proyecto, siento casi la obligación fraternal de apoyarlo acudiendo a ver su cinta, siempre con la esperanza de que se le “enderece el barco” y obtenga el éxito que tuvo en 1995 con Adiós a Las Vegas.
12 horas para vivir no es el filme que sacará a Cage del hoyo, eso se los aseguro, ni siquiera entiendo por qué se tomaron la molestia de estrenarla en las salas cinematográficas, pues sin duda es una que debió irse directo a los anaqueles de los videoclubs.
La producción se ve descuidada, las escenas de acción son pobres, los efectos se perciben mediocres, (quizás no lo son tanto, pero si consideramos que en las salas de a lado están exhibiéndose Iron Man 3 y En la oscuridad, Star Trek, la comparación es lo que los mata), los diálogos son ridículos a veces rayando en lo cómico (y no en el buen sentido), los personajes caricaturescos y las actuaciones muy, muy malas… pero no es sólo eso lo que convierte a este largometraje en indigno de estar colocado en las grandes marquesinas de los cines, sino el robo en despoblado que hacen de la cinta Búsqueda Implacable del director Pierre Morel en la que Liam Neeson es el protagonista.
Tal vez eso tenía en mente el director Simon West al titular su obra como Stolen (robado), a lo mejor era su acto de confesión público, pues era difícil que críticos y audiencia en general no notaran las similitudes que existen entre ambas cintas -desde el nombre Stolen contra el Taken de Neeson-, comparación en la que 12 horas para vivir pierde de todas, todas.
Will Montgomery es un ladrón recién liberado de la cárcel tras ocho años de condena por el robo de 10 millones de dólares. Su prioridad ahora es recuperar el cariño de su hija adolescente, tarea que se complica cuando su ex compañero de crimen, Vincent -convencido de que Will tiene aún el dinero del robo por el que fue apresado-, decide raptar a la jovencita para obligar al padre a compartir el botín.
Todos los elementos que se necesitan para que este tipo de cintas sean, cuando menos, interesantes están presentes en 12 horas para vivir: El protagonista que haría todo lo necesario -hasta robar de nuevo- para salvar a su retoñito, la novia que da soporte y apoyo, el amigo ex malo convertido en bueno dispuesto a tirar a la basura ocho años una vida nueva en el lado correcto de la ley para ayudar a su “cuate”, el villano con el toque exacto de lunático sádico que lo convierte en persona muy peligrosa, la damisela en apuros y el némesis, el policía con un solo propósito -emulando al Javert de Les Miserables-, recapturar al ladrón que tarde o temprano volverá a las andadas. Entonces, ¿cuál es el problema de esta producción?
El principal problema, es que Nicolas Cage no es Liam Neeson, Nueva Orleáns (donde se sitúa este filme) no es París y el lunático Vincent no es un malvado tratante de blancas del medio Oriente… pero la verdad, es que es mucho más que eso. La motivación del personaje no parece suficiente, y no porque salvar la vida de su hija no sea importante, sino que en el caso de Cage, parece que le interesara más la persecución que el resultado.
Mientras que en Taken -con todo que no es una gran película- las escenas de acción entre mezcladas con lo que le está sucediendo a la adolescente abducida provocan tensión en el espectador, poniéndolo al borde del asiento un par de veces, en Stolen la prisa del padre mientras que la jovencita está encerrada en la cajuela de un auto, sólo motiva exasperación y ganas de que todo termine ya.
Productor: Jesse Kennedy, Matthew Joynes y René Besson; director: Simon West; guión: David Guggenheim; fotografía: Jim Whitaker; edición: Glen Scantlebury; música: Mark Isham; elenco: Nicolas Cage, Danny Huston, Malin Åkerman, M.C. Gainey, Sami Gayle, Mark Valley y Josh Lucas; duración: 1 hora 36 minutos.