Desde hace casi tres décadas los gobiernos municipales y estatales han desarrollado, de forma creciente y diversa, vínculos con el exterior, con el objetivo no sólo de insertarse de manera más efectiva en el entorno internacional, sino para buscar la experiencia de otros gobiernos similares en la solución de sus problemáticas particulares. El fenómeno no se ha dado de forma semejante en todos los países, sino que ha adquirido mayor fuerza en aquellos casos en que el grado de desarrollo, profesionalización, capacidad humana, económica y la visión internacional de los ejecutivos de sus administraciones locales se ha podido conjuntar de mejor manera. Éste es el caso del Estado español, en donde los gobiernos autonómicos de sus tres nacionalidades históricas –Cataluña, Euzkadi y Galicia- han llevado a cabo una acción exterior muy exitosa y de gran visión.
La exitosa acción exterior de estas autonomías, como ellos prefieren llamarlas, no es casual, sino que deriva de la conjunción de una serie de factores que han coadyuvado a hacerla realidad: la voluntad política de sus ejecutivos locales y sus administraciones, la capacidad técnica, humana y el talento necesario para su instrumentación y la dedicación para ello de una serie de recursos que más que gasto, se convierte en una inversión muy redituable.
Éste es el caso de Galicia, una de la regiones con mayor migración en España hasta los años ochenta del siglo pasado, pero que en las últimas décadas ha vivido un desarrollo importante de su economía y sus niveles de vida. Ahí no sólo se ha entendido que la vinculación con el exterior es algo importante para su modernización, sino que en aquél pueden encontrar una salida muy interesante a los problemas económicos que tiene la Unión Europea, España y ellos. Y cuenta para llevar a cabo esta actividad internacional con una instancia muy avanzada de estudios estratégicos que es el Instituto Gallego de Análisis de la Información Internacional –IGADI-, que magistralmente dirigido por el Dr. Xulio Ríos, constituye un auténtico tanque de pensamiento del gobierno y la sociedad gallegas de cara al exterior, con una visión estratégica envidiable.
Y fue precisamente este Instituto el que hace unos días, conjuntamente con el Consejo de la Cultura de Galicia, que preside el Dr. Ramón Villares Paz, ex rector de la Universidad de Santiago de Compostela, de España, y hombre de una gran visión de la estratégica cultural que requiere esa nacionalidad histórica española, quienes nos convocaron a un debate académico para discutir el tema del “Poder blando y la diplomacia cultural”.
Muy poco teníamos que enseñarles a esas instituciones sobre el manejo estratégico de las relaciones internacionales que requiere Galicia, sin embargo, su interés derivaba de entender y aprender sobre la visión y las experiencias que de ello tenemos en Brasil, México y la UNESCO, así como el manejo de ciertas temáticas específicas, como es el caso de la migración y la promoción de la identidades locales como mecanismo para estrechar los lazos entre las zonas de origen y su diáspora.
Las conferencias dictadas los días 6 y 7 de junio fueron muy interesantes, y el debate, de una gran altura entre los participantes, quienes además pudimos escuchar y analizar con nuestros anfitriones las experiencias y la visión estratégica que los gallegos tienen sobre el tema de su internacionalización y una conferencia del profesor Alfons Martinell Sempere, director de la cátedra UNESCO “Políticas culturales y cooperación”, de la Universidad de Girona, Cataluña, y sobre la definición, objetivos, alcances, límites y estrategias de la diplomacia cultural.
Varias conclusiones extraigo de este evento, que deberían servirnos de guía para instrumentarlo en México y en cada una de nuestras entidades federativas. La primera, sin duda, es la necesidad de avanzar en la creación de oficinas de asuntos internacionales en los gobiernos estatales, que permitan diseñar políticas, además de programas de largo aliento de vinculación y acción exterior que nos permitan apoyar el desarrollo local, fomentar el comercio, la inversión y la captación de recursos extraordinarios, a través de los vínculos con nuestros migrantes y su protección en el exterior, así como la búsqueda de soluciones a nuestras problemáticas particulares con el apoyo internacional.
Por otra parte, la generación de eventos de esta naturaleza nos ayuda a ampliar y diseñar una visión estratégica, no sólo de lo que buscamos en el exterior y la mejor forma de aprovecharlo, sino también para la identificación de las formas más óptimas para su instrumentación. Esto coadyuva a la creación de espacios de análisis, reflexión y estudio de las relaciones internacionales de nuestras entidades federativas, conjuntando el conocimiento y talento existente con las visiones y experiencias externas que se tienen para poder llevarlas a cabo.
Y finalmente la formación, preparación, especialización y profesionalización del personal técnico que instrumente estas actividades internacionales, y la continuidad de las acciones, o lo que podríamos denominar como una política pública permanente en este sentido. La razón es que una gran parte del éxito de estos programas se encuentra en dos elementos básicos: el personal que lo lleva a cabo y el mantenimiento de objetivos y acciones. Lo primero se consigue mediante una buena instancia de preparación de nuestros cuadros, y la segunda, a través de un mayor involucramiento de la sociedad civil en esto, para garantizar que los trabajos se continuarán independientemente del signo partidario de la administración que los dirija temporalmente.
Aguascalientes cuenta con instancias, visión y talento en este sentido, incluso algunas acciones se han comenzado a hacer desde el ámbito académico y desde este medio de comunicación; pero hace falta que esto mismo sea asumido por las autoridades estatal y municipales y se instrumente de forma más permanente y continua, con una visión de estadistas mas que de políticos cortoplacistas.
