¿Felicidades maestro? / Ricardo Serrano en LJA - LJA Aguascalientes
16/11/2024

 

Un profesor educa para la vida, por eso, no se sabe hasta dónde llega su influencia…para bien o para mal

La gente le echa la culpa a la mano invisible. Unos afirman que detrás de todo hay una serie de mentes malévolas que parecerían estar en contubernio. Quiero aclarar que para algunas cosas sí, y si tomamos frases como la de El Padrino: “nada personal, sólo negocios”, en efecto, cuando son cosas de negocios sí podría hablarse de una mano fría y calculadora. Pero para la fábula que contaré no creo.

Con el tiempo y un ganchito —cantaría Pedro Infante— se encuentra uno que la vida es muy sencilla (por eso es tan complicado vivir). Todo es cuestión de voluntad, más que sentimientos diría el filósofo. Y en efecto así es. Durante años hemos acostumbrado a una sociedad, a no pensar, a vivir en los bajos contenidos de la industria televisiva y en la resignación de la industria política y social.

Las manifestaciones que nos parecen peyorativas, escandalosas, inservibles e incluso delincuenciales, como las tomas de las rectorías y los movimientos armados (aunque el subcomandante marcos ya no aparezca en la palestra), al menos detallan de anécdotas de valientes, no sé si autónomos o sólo tontos útiles como dirían los ocultos, pero valientes. Hoy desgraciadamente hay pocos valientes que se atreven a contar la verdad. Si son reporteros los matan, pero si no lo son, también. Así es el crimen.

El origen de todo es la política. Pero en ella, encontramos también un final, muchos quieren estar en ella, no importan las causas. Se supone que se vive bien, aunque a veces se trabaje mal. En ello no he encontrado esa buena vida, pero he trabajado como nunca, para variar.

Si el origen de todos los males fuera el de todos los bienes, no estaríamos tan mal, a cada mal, le caería su bien. Pero no es así. La reforma educativa del gobierno es acusada por los maestros de ser una reforma administrativa y no educativa, no sé si para bien o para mal, pero en efecto parece no gustarles en Michoacán y en Guerrero. Pero siguen cobrando.

La educación pareciera un asunto tan importante, que sólo los maestros profesores pueden ocuparse de ella. Si para la política decimos que es demasiado importante para dejársela únicamente a los políticos, por qué la educación sólo a los maestros. ¿No es más importante educar a los futuros políticos? Hemos puesto nuestras esperanzas en las reformas del papel, pero nos hemos olvidado de reformar a las personas.

Reformar implica tomar una nueva forma, una nueva formación. La reforma debería darnos nuevas alternativas a modelos que aparentemente no han funcionado. Pero también hay que asumir responsabilidades. Los maestros se han dedicado a obedecer en lo que conviene, pero a desobedecer en lo que no. Si la reforma afecta sus prerrogativas, entonces no. Si implica trabajar más, entonces no, si implica ganar menos, entonces no. Si implica dar extras dentro del aula, entonces no. Si implica que ya no se puedan heredar las plazas entonces no.


Si los maestros se dedicaran a abrir la mente, y menos a dar clases, tendríamos más emprendedores y menos ninis. Si se dedicaran menos a la grilla y a las comisiones, tendríamos más clases y menos marchas. Si hicieran lo posible por seguirse capacitando no por afanes escalafonarios sino como los artistas que tienen un deseo de nuevos y creativos conocimientos, tendríamos menos deserción y alumnos más brillantes. Si los maestros se dedicaran a educar la voluntad y no a capacitar la memoria, tendríamos ciudadanos más responsables. Si los maestros fueran como mi maestra Toñita o Eleazar en la secundaria 20, tendríamos menos problemas. Pero tal parece que hoy a la mayoría de los maestros —el silencio es complicidad— les interesan las prerrogativas más que la vocación. Les interesan más los puestos políticos más que conducir a esos alumnos por las lumbreras de la historia y el descubrimiento.

Recuerdo una frase de una de mis maestras favoritas en la universidad ante mi necedad de insistirle mi justificación porque un maestro anterior a ella no nos enseñó bien: “eso no lo sabemos, ¿por qué nos lo pregunta? (el otro maestro había hecho un mal trabajo), la respuesta: si no te lo pregunto yo aquí, quien te va a reprobar es la vida allá afuera”. ¡Sopas! Me gustaría que los maestros comprendieran que si su trabajo es mediocre en el aula, en la vida los reprobados tendrán muchas frustraciones y fracasos, unos que evidentemente no se remedian con un examen extraordinario y que hoy son ya un problema latente. Una mente ociosa es un arma cargada en un cajón abierto, en un salón lleno de niños jugando a los policías y rateros.

Todo parece indicar que es tiempo de reflexionar el tipo de ciudadanos que queremos para el presente y el futuro, y en base a ello, analizar el tipo de profesores y corresponsables (padres de familia) que necesitamos para formar a esos ciudadanos.

Por eso la pregunta ¿felicidades maestros? Si el alumno no supera al maestro, ni bueno el alumno ni el maestro.

A quienes han sufrido verdaderamente la vocación magisterial y viven con pasión su trabajo profesional, sí los felicito.

Agradezco al Profesor Tomás Mendoza que me hiciera favor de regalarme ese obsequio artesanal del mero Saltillo. Un abrazo profesor.


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