Igual que hace miles de años, la humanidad sigue practicando la esclavitud, uno de nuestros más grandes estigmas. Desde África hasta América, desde Europa hasta Asia, e incluso en Oceanía y América Latina, la fórmula de la esclavitud sigue constituyendo uno de los crímenes más perversos del hombre. Desafortunadamente esta abominación es actual, contemporánea. El origen de la esclavitud no está del todo claro, e históricamente se puede rastrear hasta los principios de las grandes civilizaciones. Hay elementos históricos tan antiguos como la Mesopotamia, China, India e Egipto. Sin duda se trata de una consideración derivada de dos cosas: la concepción religiosa y el nacionalismo. Me explico: en primer lugar, la visión religiosa de la antigüedad, sostenía que existía una grande diferencia de valor entre los creyentes de las diferentes religiones. Ante la multiplicidad de creyentes, cultos y dioses, las religiones tuvieron que autodesignarse como las únicas y verdaderas que estaban apoyadas por supuestas deidades auténticas, indudables, fidedignas. Esto llevó a considerar a los creyentes de cualquier culto, que las demás personas que no creían en sus demiurgos y deidades, seguían creencias falsas, apócrifas. Por lo tanto, se desarrolló la noción general de valor como distinción entre hombre y mujeres de distintas creencias. Los demás, los que no creían en las mismas deidades, eran, por lo tanto, enemigos de la verdad divina y en consecuencia, eran personas que, en el juicio de valor religioso, tenían menos valor por servir o adorar a un dios espurio, falso. Desarrollándose así una discriminación religiosa en base a ser los “elegidos” y los “poseedores de la verdad” frente a los Otros, a los Demás; y, en segundo término, “El Nacionalismo” reforzó esta visión de discriminación y de diferenciación entre unos hombres y otros.
Asistidos por lo que los sujetos pensaron era una justificación divina, las primeras civilizaciones marcaron a los Otros, a los Demás, como humanos ilegítimos, notos, corrompidos. Esto abrió la puerta para considerar a los que no eran como ellos como individuos distintos y de menos valía, abriendo la puerta a la noción de derecho sobre los demás. La esclavitud nace apoyada en la falacia de creer que nosotros poseemos la verdad en nuestras creencias y en nuestras vidas por sobre de los Demás, de los Otros. Y que nuestros dioses y nuestra nación es la única y verdadera, lo que inaugura el derecho divino de un hombre sobre otro. Por ello no sentían culpa alguna de disponer de cualquier otra persona distinta a ellos.
Y como la Esclavitud resultó una fórmula de grandes ganancias económicas, se sostuvo como un modo de vida que se explotó en la antigüedad, sometiendo a los Otros a una vida utilitaria. Dinamarca fue el primer país que abolió la Esclavitud en el año de 1972, seguido de Gran Bretaña en 1807 y de Estados Unidos en 1808. Los grandes Imperios de la antigüedad se forjaron sobre la base de la Esclavitud.
No creo que exista crimen más deleznable que la Esclavitud, ya que niega el derecho a los demás a vivir la vida que les corresponde. Y para el duelo aumentar, la vida de los esclavos fue, y es, no sólo la privación de su libertad sino la imposición de cómo han de vivir sus vidas. Y si bien la esclavitud en la mayor parte de los países del mundo ha sido abolida, subyace aún en las prácticas estigmáticas de esta vieja concepción perdurando hasta nuestros días. Igual que las levas de africanos que durante la edad media realizaban los europeos para conseguir esclavos, hoy en día los grupos del crimen organizado continúan secuestrando personas para la esclavitud, ya sea con fines de explotación sexual o bien para ser vendidos como esclavos en lugares donde los gobiernos permiten que esta práctica tan deshonesta continúe.
Me deja un mal sabor de boca la historia reciente de las tres mujeres que fueron mantenidas cautivas en Cleveland, Ohio, en Estados Unidos, durante los últimos 10 años por un enfermo sujeto. Pero también me provoca malestar que en nuestro país, en el sureste de nuestra nación, las hijas sigan siendo vendidas a los mejores postores. O la situación de las mujeres en el mundo árabe, o en el Asia menor. No hay nada que justifique este lamentable crimen. Mientras la mayoría de la humanidad ha avanzado en términos generales, aún existe un gran número de esclavos en el mundo, sin que se le dedique la atención necesaria a este gravísimo delito. No hay nada que justifique la privación de la libertad y el sometimiento de persona alguna. ¿Qué enfermedad tan terrible encarna la humanidad para someter a una persona a la esclavitud? Cierto es que pre existe una desviación morbosa en el hombre para continuar llevando a cabo estas deleznables acciones. Allende del derecho de cada individuo, la falta de consideración ante los demás como iguales, como personas del mismo valor, subyace hija de las sonoras mentiras religiosas y nacionalistas que tantas vidas han costado y seguirán costando. Ni Dios, ni la raza, ni el poder efectivo de poder sojuzgar a alguien son razones o motivos para negarle a otra persona la libertad y la oportunidad de vivir su vida de acuerdo a su voluntad. Nadie tiene derecho sobre otra persona, bajo ninguna circunstancia. La libertad tiene que ser defendida por todos, diario, so pena de perderla.