Para mi hijo Rubén, que hoy llega a un México en que se vislumbra esperanza.
Colosio, el asesinato (2012) la película de Carlos Bolado, a mi gusto –desde un punto de vista cinematográfico– deja mucho qué desear. Y se debe dejar constancia, claro, que es un producto terminado, un buen thriller político, de amplia calidad, excelente fotografía, sin embargo, en relación con otras cintas del director mexicano se queda demasiado corto. Hay kilómetros de distancia entre su nueva película y, por ejemplo, el poema visual y existencialista que fue Bajo California: el límite del tiempo (1998), o el ensayo pacifista del hermoso documental sobre niños israelíes y palestinos Promises (2001). Incisiva en el derroche de sangre, la peli se queda en el limbo; no es capaz de pronunciarse en definitiva sobre quien mató a Colosio. “Fuenteovejuna”, responde uno de los actores políticos que aparecen en la trama, y entonces ya no sólo es culpable el Estado o los narcos, o incluso el propio Aburto (sea quien sea o cualquiera que sea), sino el país en su integridad. El guión hace demasiados guiños de la época, y mantiene tantos implícitos, que la transforma en apta sólo para sospechosistas que conozcan medianamente el tema político de esos tiempos. Grave error la historia de amor e infertilidad poco explorada entre los protagonistas.
Colosio, el asesinato –desde un punto de vista político- se centra en la intriga y la muerte; el propio político sonorense sale sobrando y es prácticamente un fantasma. Sus ideas o el porqué de su homicidio quedan de lado, no vale la pena pues el mea culpa del Monumento a la Revolución, lo importante es hacer énfasis en el misterio y la traición, los juegos de poder y las formas de coacción poco ortodoxas. El personaje mejor desarrollado es, sin duda, el que interpreta –y lo hace esplendorosamente- Jiménez Cacho, una especie de intermediario todo poderoso entre el presidente y el resto de los actores políticos.
Colosio, el hombre, en la vida real entonó un calculado discurso el 6 de marzo de 1994; en él aceptó los errores del partido, pero también sus aciertos; recordó los temas que la revolución aún tenía pendientes “…tuvimos un nacimiento que a todos nos enorgullece… la estabilidad, la paz interna, el crecimiento económico y la movilidad social, son bienes que hubieran sido inimaginables sin el PRI… pero nuestra herencia debe ser fuente de exigencia, no de complacencia ni de inmovilismo”. Hay conceptos fundamentales como su propuesta de acotar del presidencialismo y aumentar las facultades constitucionales del Congreso de la Unión, pero, sobre todo, un ajuste al neoliberalismo desde una posición del liberalismo social, es decir, corregir los errores que implicaron la no atención de las clases menos favorecidas; no en balde sus primeros actos de campaña fueron enfocados en zonas marginadas, como Lomas Taurinas, un suburbio tijuanense enclavado en la más grave miseria.
Colosio, el hombre, en su célebre discurso, prometía un nuevo partido. Si los últimos generales de la revolución (Calles-Cárdenas-Camacho) crearon al PRI, Reyes Heroles fue su gran ideólogo. Colosio apuntaba a una nueva forma de entender los principios revolucionarios, reconocía con vergüenza la falta de sensibilidad y proponía un distanciamiento del Partido con el poder, un rompimiento de las prácticas “que nos hicieron una organización rígida”, en suma, un futuro partidista que asumiera su pasado y reconociera aciertos y errores.
Colosio, el asesinato hace énfasis en una época en la que, ciertamente, la pasión rebasó a la política y la tiñó de sangre; esta razón debe ser muy poderosa, tanto, como para que no resurja nunca más brote alguno de violencia. Por ello, la marcha de ayer me parece interesante; los jóvenes afines al partido respondimos con un gran “queremos paz” ante los embates agresivos, como el que vimos esta semana, donde algunos jóvenes atacaron la camioneta de Enrique Peña Nieto en Puebla. Y sí, es importante escribir algunos con cursivas: tenemos que dejarnos de maniqueísmos, ni todos los jóvenes son #YoSoy132, ni todos son violentos, ni todos están en contra o a favor de Peña, ni todos… etc., los encasillamientos conceptuales de “jóvenes” como un todo, sean de quien sean, son fascistas.
Por ello es importante una marcha donde, además del mensaje de paz, de no violencia y de no dividir a México, se esgrimen principios políticos, el apoyo a una institución como el PRI, a su proyecto de nación y a sus candidatos, porque, como dijo el hoy llamado mártir de Lomas Taurinas “Se equivocan quienes piensan que la transformación democrática de México exige la desaparición del PRI”.