La amplia avenida de las reformas está pavimentada no tan sólo de buenas intenciones, sino de subterfugios, retruécanos, “quid pro quo’s”, amenazas, rectificaciones y uno que otro berrinche descomunal. Así lo intuyó con aguda razón Aldous Huxley cuando dijo: “Los métodos reformatorios no violentos sólo tienen probabilidades de éxito cuando la mayoría de la población está efectivamente dispuesta a favor de la reforma de que se trate, o cuando, por lo menos, no le opone una resistencia activa. Cuando la mayoría no esté a favor o cuando adopte una actitud pasivamente neutral, las tentativas violentas para implantarlas fracasarán con toda seguridad” (El fin y los medios, A.H. 1976, Editorial Sudamericana, S.A. Buenos Aires).
Estaba en lo correcto el autor e instructor del programa: Negociación Positiva (3/1983), David E. Berlew que produjo desde el corporativo Situation Managment Systems, Inc. Plymouth, MA. USA, al afirmar que la retirada unilateral de una mesa de negociación, o es conscientemente estratégica o cae al vacío y constituye el fracaso de la negociación entera. La teatral, pero bien urdida, amenaza de retiro del PAN respecto del Pacto por México, que es secundada tentaleantemente por el PRD, tuvieron el efecto de reenfocar desde su contraparte, los motivos y las reglas no escritas subyacentes al pacto político de diciembre 2012, con que inauguró su gobierno el presidente Enrique Peña Nieto.
Todavía está perplejo el mundillo ilustrado de la comentocracia ante el fulgurante toque de esgrima, a la retirada, provocado por los partidos de oposición, con el objeto estratégico de parar en seco un ataque del PRI, que veían inminente, mediante el uso no tan sólo mediático sino electoral –decían ellos- de la Política Social en la Cruzada Nacional contra el Hambre. La denuncia atronadora contra funcionarios del estado Veracruz y de la propia secretaria de Desarrollo Social, Rosario Robles Berlanga, tuvieron el efecto de congelar y suspender momentáneamente el normal funcionamiento de las acciones asociadas al Pacto, hasta no encontrar una salida a su “impasse”. Y ésta se trabajó en los dos frentes: el del presidente EPN y su contraparte de los partidos firmantes.
Sin duda, el virtuosismo concertador del secretario de Gobernación, Licenciado Miguel Ángel Osorio Chong y la diligente iniciativa de Gustavo Madero, presidente del PAN, produjeron el reenfoque de la negociación y la consiguiente reactivación de sus acuerdos, que sucintamente dichos se consignaron en el Pacto original de la siguiente manera, éste se integra con cinco apartados que abarcaron casi un centenar de acuerdos específicos. Los cinco capítulos se titulan: Sociedad de Derechos; Crecimiento Económico, empleo y competitividad; Seguridad y Justicia; Transparencia, Rendición de Cuentas y Combate a la Corrupción; y Gobernabilidad Democrática. Que fue hecho público el 2 de diciembre pasado, en una ceremonia solemne en el Castillo de Chapultepec.
Ahora bien, posterior al retiro estratégico de la mesa de negociación, las partes concurren para reeditar el sentido el acuerdo político original, que plasman en un Adéndum al Pacto por México, el 7 de mayo de 2013. Y cuyo objeto central es determinado como sigue: “Los integrantes del Pacto por México reafirmamos nuestra convicción de que en democracia no existe dilema entre sólo disentir y sólo coincidir. Un mismo actor político puede legítimamente cooperar, acordar, confrontar, competir y denunciar de manera simultánea. En ese sentido, nos hemos comprometido a la creación y preservación de un espacio que permite lograr acuerdos a favor del país y al mismo tiempo exponer, cada quien, con firmeza sus diferencias”.
En cristiano, esta narrativa describe en blanco y negro el derecho de las partes a disentir, sin romper el acuerdo general. Lo que en términos de la teoría de la negociación, según el sistema situacional del professor David E. Berlew, es ejercer el recurso a una retirada graciosa, como en la tauromaquia, que en verdad no es tal, sino una apasionada entrega. Esa redefinición del pacto, que otros también llaman “reloaded”/ recargado, ocurre precisamente cuando se ha llegado a un callejón sin salida –cul-de-sac, dicen los franceses- y todo amenaza con dejar caer al vacío un acuerdo vital para todas las partes involucradas.
La gran lucidez que aporta este sistema de negociación positiva reside coincidentemente con la convicción de éxito que expresaba Aldous Huxley respecto de un proceso auténticamente reformista: no oponerle una resistencia activa, sino una consecuente redefinición de sus reglas; y esto con el recurso al amago de retiro estratégico.
Obviamente todo mundo y, enfáticamente, los comentócratas quieren cantar un ganador, como en una suerte de puja pública, que se lleva por así decir todas las canicas. Algunos opinan que el gran campeón que debiera ser aclamado es Gustavo Madero, por su iniciativa rápida y furiosa, pero diligente y bien urdida; o el secretario de Gobernación Osorio Chong por sus finos y eficaces oficios, o el mismísimo presidente Enrique Peña Nieto que no puso precio a sus divisas con tal de seguir jugando. La verdad sea dicha, y no es retórica, el verdadero ganador es el pueblo de México que ha estado ayuno de consensos eficaces y productivos en largas décadas de inanición en participación ciudadana. Lo que toca el otro flanco del éxito del proceso reformador: la participación universal y activa de las y los ciudadanos convencidos por la Democracia.
Y, un efecto secundario de este relanzamiento del pacto con blindaje electoral y todo es la continuidad de la titular de Sedesol, Rosario Robles, cuya defenestración inminente estaba a ojos vista y cuya cabeza ya se esperaba en la sala de trofeos de los partidos impugnadores. Un triunfo nada menor aunado a la cesación de hostilidades contra el gobernador de Veracruz.
Para muchos opinionantes imaginativos el pacto está próximo a su punto límite de alcances y logros, lo que significa que ven cantada su santa unción in extremis. Sin embargo, el gobierno federal ve en él, la condición de posibilidad para el logro de las reformas mayores y más esperadas: la hacendaria y la energética. Cuya expectativa se avizora como la gran reforma estructural y sistémica del México contemporáneo en su tránsito a un futuro promisorio y protagónico en el concierto mundial. ¿Será posible vincularlo al otro pacto con Obama?