Cuanto más siniestros son los deseos de un político, más pomposa, en general, se vuelve la nobleza de su lenguaje.
Aldous Huxley
Si en algún lugar del mundo existiera la armonía en su totalidad, supondría que tenemos que dejar de buscar formas de organización social que definan nuestra manera de vivir el cotidiano, ya que hemos solucionado la problemática que ha caracterizado al hombre durante todo su andar por el mundo.
Considero que la conjugación de ideas y elementos que aludan a una forma de entendimiento, entre los hombres de una sociedad, nunca se verá satisfecha, es decir, estamos condenados a seguir en la búsqueda eterna de un método de integración, identificación y situaciones de interacción que nos hagan vernos inmersos en la verdadera participación ciudadana.
En un contexto general pudiera pensar que todos tenemos ideas diferentes, que cada quién vive experiencias distintas y que a partir de ahí generamos nuestra realidad; yo pienso una cosa, tú piensas otra, pero a final de cuentas somos partícipes de un círculo que no podemos dejar de lado, que es imposible ignorar y que, a lo largo de la historia, ha determinado el rumbo de los hombres en la tierra.
Si me preguntaran a mí, cómo es que percibo los métodos de organización política, diría que mi país ha sido víctima de una democracia disfrazada de monarquía durante más de setenta años, que el estado de derecho es un concepto utópico y falso dentro de esta nación, que los gobernantes y gobernados vivimos “programados” por el estigma esclavista y de conformidad que definió a México desde la época de la Colonia, donde la impunidad y la ilegalidad son el pan de cada día en la realidad en la que vivimos.
Sigue sorprendiéndome cómo existen jóvenes, en particular, que continúan simpatizando con movimientos de carácter político; grupos que apoyan a candidatos a la presidencia de la República y que no tienen la mínima idea de lo que implica vivir en una República federal democrática, que desconocen los orígenes o trayectoria de los actores que les prometen el cambio, la diferencia o la transformación.
Desde mi punto de vista, seguimos inmersos en la decadencia social, en un ciclo interminable de búsqueda de identidad, de autocontrol, de regulación, de normativas que puedan ser afines a todos nuestros gustos e ideales; siempre he pensado que el hombre nunca verá satisfecha, bajo ninguna circunstancia ante lo que implica pensar, organizar, crear y conocer; somos tan infinitos que los diferentes tipos de Estados en el mundo se han ido transformado a lo largo de la historia porque no tenemos la capacidad de saber, o precisar qué es el pensamiento en conjunto; incluso, me atrevería a decir, sin saber de psicología, que nuestro ego impide el progreso para todos, por eso estamos estancados en la misma parábola miserable que implica la parafernalia política y social.
La lucha por el libre pensamiento continúa siendo una de las causas por las que no podemos llegar a conformar un grupo masivo de organización en común; es como la idea de los Americanos de democratizar al mundo que, bajo un argumento, sustentado en el autoritarismo, pretenden asignar, adoctrinar e imponer cultura, formas de vida y sistemas políticos.
Me gustaría ver por un momento que esta globalización, en cuestión de leyes, normas y ciertas conductas que los países en el mundo supuestamente deben tener, ha sido establecida; me gustaría ver que la idea falsa de crear organismos bajo reglas internacionales se respeten en su totalidad.
En mi percepción, es prácticamente algo imposible; no podemos aferrarnos a que las ideas que tenemos y las maneras de socializar que tenemos sean las mismas para siempre; en realidad, una de las características que tenemos como hombres es la diversidad, la pluralidad y la diversificación de ideas, de creencias y de pensamientos e ideales.
Las monarquías, las repúblicas, las dictaduras, las juntas miliares, sólo son parte de esta serie de intentos por “ponernos de acuerdo”. Por el ego y el poder, pienso que nunca llegaremos a una forma de mandato que caracterice al mundo entero, que el hombre mismo – así como nosotros, en conjunto – es la principal causa de la decadencia y crisis que tenemos, bien dicen que “El pez por su boca muere” y algún día terminaremos por volver al génesis de la convivencia social en esto que, para mí, no es más que una simple lucha de poder.