Nomás por llevar la contra / El pacto impactado - LJA Aguascalientes
22/11/2024

Durante casi cuatro meses el “Pacto por México” fue el milagroso sanalotodo capaz de curar la atonía política nacional, el motor que hacía posible superar el estancamiento, los rezagos y demás obstáculos al desarrollo, cuyos superpoderes permitían incluso enfrentar y vencer a los “poderes fácticos”, personificación maligna y actualizada de lo que antes se llamaba “enemigos de la idiosincrasia nacional”. Al amparo del Pacto, la estatura política de Peña Nieto se agigantó y los elogios se desgranaban en su honor por finalmente haber encontrado la clave que resolvería nuestra mediocridad. Pero un día llegó una denuncia y el tren se descarriló.

Los audios divulgados exponiendo a funcionarios veracruzanos preparando la mapachería electoral usando los recursos de la “cruzada contra el hambre” no debieran sorprender, pues sólo confirmaron lo que se sabía: el PRI nunca cambió y en la lucha electoral seguirá echando mano de cuanta ventaja ilícita le puedan otorgar el uso de recursos públicos. Son lógicas, en consecuencia las denuncias presentadas por el PAN y el PRD ante la evidente “regresión” en la lid democrática que amenaza con restaurar el “carro completo”, el “ratón loco”, las “urnas embarazadas” y demás prácticas de la picaresca electoral. Lo nuevo e insólito es la andanada de críticas que se han ganado ambos partidos de parte de quienes hasta hace meses se preciaban de analistas “independientes y críticos” y que ahora mutados en “jilgueros” de antes (o de ahora si consideramos a los hidrocálidos) salen a tildar a los partidos de traidores a la patria y al pacto o, peor aún, de evitar que “millones de mexicanos sean rescatados del hambre por su mezquindad…”. Poco más moderada fue la respuesta oficial: presumiendo un desconocimiento de los hechos y prometiendo una investigación “hasta las últimas consecuencia” semejante a la del 10 de junio, Peña pidió un receso en la dinámica del Pacto mientras sus operadores restañan los agravios y hacer ofertas que no podrán rechazar las dirigencias opositoras, previo a pasar al siguiente capítulo de la nueva saga.

Pero si este traspié es posible que sea superado, al mismo tiempo uno mayor se está gestando, al cual no se avizora solución políticamente correcta: la salida a escena de los radicales. Guerrero, Oaxaca, Michoacán y en menor medida Chiapas, están presentando una espiral de activismo, intratable con las buenas maneras del Pacto. Décadas de preparación y organización de las organizaciones radicales, acostumbradas a bregar en los límites de la legalidad, están permitiendo una capacidad de movilización e impacto nunca vistas, las decenas pasaron a centenas y, esta vez son miles quienes salen a elevar la apuesta y retar frontalmente y sin subterfugios al Presidente, al PRI y, pa completar, al capitalismo global en la que perciben como su batalla final.

La oposición a la “Reforma educativa” y a sus cambios, entre otros el fin de la “plaza automática y transferible” y la evaluación como mecanismo de acceso, permanencia y promoción, aunque importantes para un sector de movilizados, es en realidad la “chispa que incendiará la pradera” para las dirigencias políticas, visibles y clandestinas, que esperan los lleve a una situación insurreccional en el corto plazo. Guerrero es el caso paradigmático: tras décadas de movimientos guerrilleros, en los 90 se dio un repliegue y de la acción directa se pasó a las tareas de organización, a conformar vínculos con organizaciones que aun sin compartir su agenda hasta las últimas consecuencias, las coincidencias tácticas les permitían actuar coordinadamente. De esta manera, lo que ni siquiera soñaron Lucio y Genaro, marchar armados por las calles de la capital Chilpancingo y salir indemnes y victoriosos, lo han conseguido las huestes de la Ceteg y policías comunitarios.

A menos que se trate de un voluntarismo extremo al estilo zapatista, la dirigencia reconoce que no es la batalla final, que a Chilpancingo no seguirá el DF; que en la guerra popular y prolongada faltan aún muchos combates, pero que al menos en esta coyuntura las circunstancias están a su favor, el enemigo de clase no sabe cómo reaccionar pese a la superioridad táctica, y esta vez las fuerzas revolucionarias están marcando el tono al que se debe bailar. Atrapado en su propia imagen modernizadora e incluyente, el gobierno de Peña se halla limitado a la simple aplicación de la ley y al uso de la fuerza pública, a menos que quiera ser tildado de “represor diazordacista” por los bienpensantes que se aplaudirían al ver su profecía autocumplida. Empero, en algún momento el hilo se romperá, seguro por lo más delgado, y habrá respuesta gubernamental a la ofensiva popular, quedará algún muerto en el camino y los primeros “presos políticos” del sexenio pisarán la cárcel. Sera el final de esta ofensiva pero habrá de seguro otros episodios, no por nada se acumularon fuerzas en los 12 años que el panismo decidió no complicarse la existencia combatiéndolos.

Finalmente, lo que sí marca una diferencia sustancial es la cautela de opinadores; cuando el epíteto “estado fallido” se desenfundaba a la primera en tiempos de Calderón, ahora que realmente ha desaparecido toda huella del estado de derecho en amplias regiones del país y los insurrectos están logrando lo que los zetas no pudieron, no encuentro una voz que se atreva siquiera a sugerirlo, no sea que el Pacto… otro ejemplo de que realmente el PRI ha regresado al poder y no el affaire de Lady Profeco.


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