Sabemos que los gobiernos municipales están atravesando una fase de transición. Las reformas al 115 en 1983 y 1999 les confiere un carácter de gobierno y no solamente de entidad administrativa.
Pero es a partir de la competencia electoral y el proceso de alternancia que se empiezan a generar procesos mucho más activos como entidad gubernamental.
El reto es transitar de un simple papel de agencia prestadora de servicios básicos, a jugar un papel más estratégico como eje de articulación de la acción pública local.
De entrada y en teoría el propósito principal de los gobiernos municipales es garantizarle al ciudadano una mejor calidad de vida mediante el adecuado desarrollo de sus políticas y sus responsabilidades. Éstas comprenden desde competencias, facultades y tareas, entre otras.
Estas atribuciones y responsabilidades en muchos casos apenas se cumplen, o se hace de manera incompleta. Pero ¿cuál es el modelo que evolucione y mejore el planteamiento de hacer un buen gobierno municipal? ¿Cómo se puede elevar la oferta que garantice una mejora para los habitantes del entorno municipal?
Además de lo anterior se requiere el establecimiento de un gobierno incluyente y participativo, capaz de retomar las demandas sociales y construir soluciones con programas y políticas públicas técnicamente factibles y políticamente concertadas.
Los nuevos gobiernos municipales deben ser capaces de promover y lograr acuerdos entre los actores que viven en el municipio a pesar de que tengan intereses distintos y en muchos de los casos hasta contradictorios.
Significa promover las redes de actores en torno a los problemas públicos donde la participación y la identificación de cuellos de botella y soluciones, estén interpretadas por estos individuos preocupados por su entorno y que además puedan ser escuchados y que puedan incidir en las acciones que se realiza por parte de los gobiernos municipales.
No es posible que ante la evolución y diversificación de la sociedad y sus problemas, estemos pensando que un puñado de funcionarios pueda atender con acierto los problemas a los que se enfrentan las sociedades contemporáneas.
Temas nuevos incorporados a la agenda municipal como desarrollo humano, la calidad de vida, la preocupación por el manejo y respuesta de los asentamientos irregulares, la sustentabilidad local, la competencia y las exigencias de la globalización son temas que hoy deben abordar y tener respuestas los candidatos que aspiran a conducir el proceso de gobiernos municipales.
Si no se visualizan y consideran en las ofertas electorales éstos y otros asuntos de carácter más concreto, aquéllos que aspiran a conducir los destinos de los municipios de Aguascalientes, tienen menos probabilidad de construir alternativas suficientemente sólidas para satisfacer las necesidades de la población que pretenden dirigir.
Este escenario de responsabilidades que tienen que enfrentar los gobiernos municipales se complejiza todavía más por el marco institucional que le da facultades muy limitadas y con ello genera una dependencia legal y real al gobierno estatal y Federal.
Se incorporan a estos desafíos las carencias en la operación administrativa ya que el personal que se capacitó a lo largo de tres años, se pierde para volver a incorporar un nuevo personal. Ésta es una historia que se repite cada tres años en detrimento de la administración municipal. Estos elementos además de otros, como pueden ser a falta de recursos para contratar personal profesional capacitado, representan un serio obstáculo estructural para mejorar la capacidad de gestión y acción municipal.
Los gobiernos municipales que aspiran a conducir los destinos de las comunidades urbanas o rurales de Aguascalientes, enfrentan hoy importantes desafíos, asumirlos con ligereza, nos condena de antemano a padecer malos gobiernos que nos van a condenar al atraso y la pobreza. Hay que saber observarlos.
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