Taktika / La Dama de Hierro - LJA Aguascalientes
23/11/2024

Moscú, Unión Soviética. 24 de enero de 1976. En un artículo publicado en Estrella Roja, el órgano oficial de las Fuerzas Armadas soviéticas, el capitán Yuri Gavrilov describe a la atractiva líder de la oposición en el Reino Unido, Margaret Thatcher, como La Dama de Hierro, debido a su furibundo anticomunismo y profunda convicción en la superioridad de la democracia liberal y el sistema de libre mercado.

El oficial soviético jamás se imaginó que el epíteto con que describía a la política británica se convertiría en el blasón de una mujer que habría de transformar a su país y dejar su impronta en el escenario mundial.

Mucha tinta y saliva ha sido derramada en estos días tratando de analizar el legado de Margaret Thatcher: desde su alianza con Ronald Reagan, pasando por su lucha contra los sindicatos mineros, hasta las negociaciones con el líder soviético, Mijaíl Gorbachov. Sin embargo, el escribano quiere concentrarse en la Guerra de las Malvinas y el bombardeo de Libia, eventos que mejor explican por qué la estadista británica se ganó, a pulso, el sobrenombre de  La Dama de Hierro.

A finales de marzo de 1982, la dictadura militar argentina, bajo el mando de Leopoldo Fortunato Galtieri, había decidido invadir las Islas Malvinas -Falklands, para los británicos- en un intento por distraer a la opinión pública de su país respecto a los graves problemas económicos que afectaban a la nación gaucha.

Galtieri -arquetipo del militar latinoamericano, duro, anticomunista y pro-yanqui- creía que la invasión del archipiélago malvinense sería un paseo militar y que la Gran Bretaña, a la cual percibía como un “león desdentado y carente de zarpas”, aceptaría sin rechistar la pérdida de su dominio sobre las Falklands.

Cuando el 31 de marzo de 1982, Margaret Thatcher se enteró de que los argentinos invadirían las Islas Falklands se enfureció. Además, sus principales asesores militares y políticos se habían resignado ante la invasión y subsecuente pérdida de la ínsula. Sin embargo, Thatcher recibió una dosis de ánimo cuando el Primer Lord del Mar, sir Henry Leach, apareció y argumentó que el Reino Unido podía y debía liberar a los colonos británicos. La primer ministro le inquirió: “¿Qué es lo que usted quiere” El marino británico respondió: “Quiero organizar una fuerza de tarea que esté lista para zarpar al Atlántico Sur en 72 horas”. La política anglosajona enérgica manifestó: “Concedido”.

Durante 74 días, el Reino Unido y Argentina se disputaron la soberanía de las ínsulas. Cuando terminó la contienda, con la victoria de Gran Bretaña, los argentinos habían recibido una brutal demostración de la voluntad británica, encarnada por Margaret Thatcher, de lograr la victoria final, sin importar el costo en vidas o en dinero.

El triunfo en la Guerra de las Malvinas pavimentó el camino para que Thatcher lograra una segunda victoria electoral en 1983. Asimismo, cimentó su alianza con su alma gemela ideológica, el presidente estadounidense Ronald Reagan, e implementó su visión privatizadora y desreguladora en la economía británica. Finalmente, la estadista británica tuvo el tino de descubrir en 1984 que un joven político soviético, Mijaíl Gorbachov, era alguien con quien se “podía hacer negocios”.

A principios de abril de 1986, el líder libio, Muamar Gadafi, atacó intereses estadounidenses en Berlín Occidental. Ronald Reagan, decidió castigar, de una vez y por todas, al perro rabioso del Medio Oriente e inició consultas con sus aliados alemanes, españoles, franceses e italianos. Todos los cuales se negaron a apoyar la ofensiva yanqui.


Lejos de ser la “perrita faldera” de los EUA –una falacia propagada por sus detractores-, Thatcher cuestionó enérgica y detalladamente los motivos estadounidenses. Tras hacer sufrir a los enviados yanquis, la primer ministro británica autorizó que aviones norteamericanos despegaran, de sus bases situadas en territorio inglés, para atacar objetivos en Libia.

Thatcher actuó contra el consejo de su gabinete y la opinión pública británica, pues su decisión no estaba exenta de riesgos: se temía por la presencia de 5 mil súbditos británicos en Libia y el destino de los rehenes británicos en El Líbano. Un agudo observador la describió así: “una leona en una pozo lleno de Danieles”. En una alegoría a la historia bíblica del profeta Daniel.

El ataque aéreo ocurrió el 15 de abril de 1986 y alcanzó todos sus objetivos, tanto militares como políticos, excepto uno: eliminar a Gadafi. Por su parte, Thatcher fortaleció su alianza con Reagan y logró así una tercera victoria electoral en 1987.

Margaret Thatcher nos demuestra, con su ejemplo de vida, que la voluntad de poder aunada a unas pocas ideas, claras y sencillas, puede transformar el entorno del ser humano.

Aide-Mémoire.-  El CAEEI agradece a nuestra casa editorial, La Jornada Aguascalientes, por la extensa y magnífica cobertura proporcionada al V Foro de Diplomacia “Jesús Terán Peredo”.


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