La amenaza de la Guerra, se ha convertido, en el mundo moderno, en una de las principales armas políticas de algunos de los países. Estas naciones han encontrado inspiración en viejos textos como El Arte de la Guerra de Sun Tzu, que data de hace unos 2 mil años (2 mil 500 dicen otras fuentes), para lograr sus fines y objetivos particulares. La premisa de esta obra se puede minimizar a dos principios: primero, que todo el Arte de la Guerra se basa en el engaño; y, segundo, que el supremo Arte de la Guerra es someter al enemigo sin luchar. Así, Mao Tse Tung, Maquiavelo, Napoleón, entre otros personajes históricos sobresalientes, emplearon en más de una ocasión el recetario de Sun Tzu en sus gobiernos o reinos. Y dirigentes modernos de países como Corea del Norte, Irán, Irak, Cuba y hasta Venezuela, por hacer mención a nuestros referentes cercanos, se han beneficiado del uso y aplicación de este texto milenario. Estos últimos mencionados, han usado la amenaza de un posible conflicto para lograr una posición más sólida en sus regencias. Porque la premisa se basa en que ante la posibilidad de un conflicto nacional, los pueblos encuentran unión e identidad frente a las demás naciones, a los posibles adversarios. Se explota el sentido nacionalista confrontando al pueblo, a los gobernados, en trances cuyo objeto es increpar los sentimientos de unidad y pertenencia, presentando una posible amenaza contra algún poder de facto. Aunque en la mayoría de las ocasiones, la supuesta pugna no contiene más razón que la de dirigir la atención de los ciudadanos a un tema forzadamente insertado en la agenda del país. Sin duda, el más exitoso ejemplo americano a este respecto lo encarnó el ex dictador Fidel Castro con su animadversión a los Estados Unidos y al mundo capitalista: a los Imperialistas, como él los llamaba. No es que Castro hubiera concebido enfrascarse en guerra contra Estados Unidos de ninguna de todas las maneras, pues hubiera sido una batalla perdida de antemano. El propósito era, -tal y como lo emuló Hugo Chávez en su tiempo-, simular, hacer creer, que el mandatario estaba retando al país más poderoso del mundo. De esta manera, Fidel Castro, Hugo Chávez, Saddam Hussein durante el primer conflicto cuando invadió Kuwait, el iraní Mahmud Ahmadineyad, el actual presidente de Corea del Norte Kim Jong-un, juegan políticamente a desafiar a Estados Unidos y a Inglaterra que son los líderes del mundo occidental, para hacer creer a sus naciones que su valor, su valía, llega a los límites de lo posible. Todos ellos apostaron y apuestan, a que no se realizará el conflicto, y que en la tensión que provocan, ganarán a cambio del engaño, una suerte de legitimación de su mandato. La obra El Príncipe de Maquiavelo, aunque en otro tono y con una aplicación más directa a su tiempo y a las condiciones europeas que le tocó vivir, está grandemente influenciado por el texto del Arte de la Guerra de Sun Tzu.
El caso actual de Corea del Norte, es el intento del nuevo dirigente norcoreano por acreditarse como un mandatario de altura. Kim Jong-un, busca, a través del conflicto con Corea del Sur, fortalecer su posición interna ahora que ha llegado al poder tras la muerte de su padre, e intenta dar la imagen de un mandatario con arrestos capaz de retar a los poderes más grandes del orbe. El hecho de que China, el país más poderoso de la región no esté otorgando su completo soporte a las acciones del régimen de Corea del Norte, ha dado oportunidad a la presidencia de los Estados Unidos, a intentar que el mandatario chino presione a Pyongyang (ciudad capital de Corea del Norte) a cambio de no establecer su presencia militar en la zona. El periódico The Washington Post hoy ha publicado una nota donde se establece que el presidente estadounidense Barack Obama se comunicó telefónicamente con su homólogo chino, Xi Jinping, ante la movilización de equipo militar que los americanos realizaron a Corea del Sur. El silencio de China ante la movilización militar americana, muestra un cambio de la política China con respecto a Corea del Norte, a quien dio su apoyo durante décadas. Así, sin el sostén y la aprobación de China, Corea del Norte se enfrenta sin amparo, sin protección, a las fuerzas estadounidenses en caso de un posible conflicto. Los americanos están tratando, a través de cuerpo político diplomático, de que China cierre filas y bloquee a Corea del Norte mediante restricciones bancarias y económicas.
Estamos en la víspera de un cambio radical asiático en cuanto a la política de China frente a los coreanos. Sin embargo, la misma nota de The Washington Post reza que el Partido Comunista Chino está ejerciendo presión sobre el mandatario Xi Jinping ante el hecho de que los americanos se estén emplazando en Corea del Sur ante una posible acción militar de Pyongyang. Resulta de ciencia ficción, a mi consideración, que las directrices humanas y el comportamiento de líderes y dictadores, se sigan rigiendo aún por conceptos expresados hace miles de años como válidos. Sin duda, cada conflicto armado es un retroceso para la humanidad. Pero mientras la guerra siga siendo el grande negocio que es, donde los países vencidos resultan ser el botín de los vencedores, estamos muy lejos de ver un mundo racional y equitativo.