Para mi amigo, el profesor Juan Carlos Morales Manzur. Zuliano ilustre.
Nadie puede negar, ni simpatizantes ni detractores, que el Comandante Hugo Rafael Chávez Frías fue un líder carismático –así lo llama Wallerstein, atinadamente- en el mejor estilo de la historia de nuestra región, desde Bolívar a San Martín, pasando por Hidalgo o Morelos, o más cerca: Cárdenas, Perón, Castro o Allende. Pero ha muerto. Ahora ya es historia política venezolana. Y su deceso causa muchas incertidumbres, por la personalización de la política que hace un líder fuerte y carismático. Es legítimo preguntarse entonces: ¿Qué viene después de Chávez para Venezuela?
Muy difícil aventurar un pronóstico, porque si bien es verdad que los sucesivos gobiernos de Chávez (ganador absoluto e indiscutido de 14 de 15 procesos electorales en los que participó, y récord que ya quisieran para sí la mayoría de los políticos en activo del mundo), brillaron en aspectos tan fundamentales para la consolidación democrática de un país como la significativa mejora en las condiciones de vida de los segmentos más empobrecidos de la población, o la política exterior regional, con aportes significativos al proceso de paz en Colombia, o a la consolidación de las tan anheladas instituciones iberoamericanas autónomas –entiéndase sin presencia norteamericana- como El ALBA, la UNASUR, la CELAC o el Mercosur.
Así, su exitosa política interior o sus logros en política internacional son poco discutibles. Para bien y para mal, Chávez puso a Venezuela en el mundo de hoy. Luego, es innegable que sus gobiernos fueron marcados por el autoritarismo. Sin embargo, no se sabe de razias, purgas ni sangrientas cárceles de tortura al estilo sudamericano. Al parecer, sí que hubo listas de ciudadanos indeseables, incapaces de encontrar trabajo por su filiación antichavista, pero también sabemos de casos de personas ligadas a la vida universitaria que no perdieron su empleo ni sus derechos adquiridos aun a pesar de su manifiesto antichavismo.
Debe reconocerse también que en el manejo de la economía no todo fue virtud. La ayuda petrolera a muchas naciones del Caribe a costa de la riqueza venezolana, señaladamente a Cuba, innegablemente que repercutió en el desempeño económico de Venezuela. Pero tampoco resulta evidente que un gobierno de oposición hubiese distribuido mejor el ingreso, como fue claro en muchas décadas previas al chavismo en Venezuela. Y como es claro en muchos países de la región marcados por la atroz desigualdad y el seguimiento incuestionado de las políticas neoliberales. Véase sin ir tan lejos el ilustrativo caso mexicano, con 12 años de gobiernos de derecha y más de 50 millones de pobres, según las propias cifras oficiales reconocen.
El régimen de Chávez también puede ser criticado por su apoyo al estractivismo neocolonial practicado a lo largo y ancho de Venezuela, del que también conocemos en México en casos de escándalo como el de la minería, o su poca preocupación por la conservación de los recursos naturales y la protección ambiental, así como la defensa de las comunidades originarias de Venezuela, que si bien no son la proporción importante que tienen en otros países de la región, sin duda requieren del amparo de un estado fuerte. Pero muy desafortunadamente Chávez compartió esta carencia fundamental con la mayor parte de los gobiernos iberoamericanos, sean de derecha o de izquierda.
Pero el nuevo proceso electoral venezolano ha comenzado, y habrá elecciones el 14 de abril. Todos los enterados dentro y fuera de Venezuela parecen coincidir en que el ganador del proceso, por pura “inercia carismática”, será el delfín de Chávez, Nicolás Maduro. ¿Y qué viene después para Venezuela? Creo que los venezolanos tendrán que poner de lado su evidente polarización social y trabajar en la causa común de un país diferente, encontrando los espacios de paz, esa “paz imperfecta” que permite el avance social de una nación aun a pesar de todos sus grandes problemas. Las elecciones democráticas son una estupenda vía, pero no la única. El combate a la corrupción y la consolidación de un estado de derecho fuerte son asignaturas sin duda pendientes.
Es dable suponer que el oficialismo y la oposición sin Chávez sufrirán una transformación y un reacomodo de fuerzas. ¿Qué será del “socialismo del siglo XXI” sin Chávez? Difícil predecirlo. Chávez pretendía rescatar el vilipendiado término “socialismo” y adaptarlo al mundo de hoy. Su llamado estaba fundado en la contrastante realidad de los pueblos de América Latina, donde conviven los niveles más escandalosos de riqueza y de pobreza. Porque es innegable que el capitalismo sufre una larga crisis estructural que nos obliga a buscar escenarios alternativos de política y gobierno apartados de los cánones imperantes. No es deseable entonces que Venezuela sin Chávez vuelva al modelo reproductor y amplificador de los peores rasgos del sistema neoliberal que convulsiona a grandes regiones del mundo.
@efpasillas