Península de Corea. 28 de marzo de 2013. Sigilosos como murciélagos, los bombarderos estratégicos B-2 descargan sus bombas inertes sobre objetivos predeterminados. Una vez realizada la operación, los aeroplanos con tecnología furtiva retornan a su hogar, ubicado en la base aérea Whiteman, Missouri, a 11 mil kilómetros de distancia. La misión de las aeronaves ha sido demostrar que la Unión Americana tiene “la capacidad de conducir rápidamente ataques de precisión de largo alcance y a voluntad”.
Ese mismo día, pero a las 4:00 a.m. tiempo de Moscú, un adormilado Serguei Shoigu, ministro de Defensa de la Federación Rusa, recibe un sobre en el que el presidente Vladimir Putin –quien vuela de regreso tras asistir a la Cumbre BRICS en Sudáfrica- le ordena conducir maniobras militares sorpresa en la región del Mar Negro.
El objetivo del presente artículo es explicar por qué Corea del Norte y China y los Estados Unidos, por una parte, y Rusia y la Unión Americana, por otro, se han estado enviando una serie de mensajes, poco amistosos, a través de diversos medios castrenses.
Tras el vuelo de los bombarderos B-2, el gobierno norcoreano ordenó poner en estado de alerta a sus fuerzas balísticas y colocar en la mira a las bases estadounidenses en Alaska, Guam y Hawái. Igualmente, los norcoreanos se declararon en “Estado de Guerra”, cortaron la línea roja con su vecino meridional y enunciaron que reforzarían su arsenal atómico.
Pyongyang declaró amenazadoramente: “ha llegado la hora de ajustar cuentas con los imperialistas estadounidenses en vista de la situación prevaleciente”.Finalmente, hoy 2 de abril, Corea del Norte anunció planes para reiniciar su principal complejo nuclear, ubicado en Yongbyon, el cual habían cerrado en 2007.
Ante el embate de Corea del Norte, la Unión Americana desplegó sus cazas furtivos, F-22, en la base aérea de Osan, Corea del Sur. Además, envió al navío USS Fitzgerald a las costas norcoreanas.
Ante todo ello, cabe preguntarse, ¿qué busca Pyongyang?
Desde el punto de vista doméstico, el imberbe líder norcoreano, Kim Jong-un, necesita hablar fuerte, pues el liderazgo militar de su país lo considera débil. Además, Pyongyang requiere tiempo para vigorizar su arsenal balístico. Por otra parte, en el plano internacional los coreanos septentrionales temen, genuinamente, que los Estados Unidos, Corea del Sur y Japón lancen un ataque sorpresa y, de esta manera, lograr un “cambio de régimen” y la posterior unificación de las dos Coreas bajo la tutela yanqui.
Percibiendo que las maniobras de Estados Unidos y Corea del Sur iban más allá de simples “juegos de guerra”, el ejército chino envió tanques y vehículos blindados a la ciudad fronteriza de Jián, cerca del río Yalu. Las Fuerzas Armadas de la República Popular China se declararon en “nivel uno” de preparación, el más alto posible.
El despliegue bélico chino fue interpretado como “un apoyo abierto para Corea del Norte, la cual se opone a la presencia de los Estados Unidos en la Península Coreana” (RussiaToday 02/04/2013).
Rusia, por su parte, ha enviado, a través de sus Fuerzas Armadas, una serie de recados a la Unión Americana. El primero ocurrió el 12 de febrero del año en curso, cuando bombarderos Tu-95, propulsados por motores turbohélice, sobrevolaron la base estadounidense de Guam, situada en el Pacífico occidental.
Coincidentemente –aunque en diplomacia no hay “coincidencias”-, ese mismo día, en Washington, el presidente de los Estados Unidos, Barack Obama, preparaba su discurso del Estado de la Unión.
Para Mark Groombridge, diplomático estadounidense, los rusos “están enviando una clara señal de que consideran al Pacífico un área de interés estratégico vital y que tienen la capacidad de proyectar poder para contrapesar los activos castrenses yanquis”.
Asimismo, el despliegue moscovita en el Mar Negro envía un nítido mensaje de que Rusia no renunciará a su base naval en el puerto de Tarso, Siria. Ya que Moscú sabe que si Bashar al-Assad cae serán expulsados del Mediterráneo oriental –zona rica en recursos de gas natural-. De igual manera, el presidente de Rusia, Vladimir Putin, desea que Turquía e Israel lo tomen en cuenta si este último se decide atacar Irán.
Los tres grandes de la geoestrategia –los Estados Unidos, Rusia y China- mueven sus piezas de ajedrez en el tablero mundial. Esperemos no cometan un error de cálculo que tenga consecuencias imprevisibles.
Aide-Mémoire.- Barack Obama viene a México. Let´s wait and see.
Colegio Aguascalentense de Estudios Estratégicos Internacionales, A.C.